Estos sí que son migrantes

La crisis de los refugiados se ha superpuesto a otra: la de los migrantes. Nunca ha sido tan notoria pero igual ha tenido muertos. Cubanos (y ¿por qué no decirlo? chilenos también) que van a los Estados Unidos, africanos que van a Europa. Pero también peruanos que van a Chile, colombianos que van a Venezuela. Por último los que se desplazan al interior del mismo país, desde las zonas más deprimidas hacia las grandes ciudades, principalmente las capitales. La ciudad con más mapuches en Chile es Santiago así como Lima es la que más población quechua y aimara reúne. Paradójicamente la ciudad peruana donde más inglés se habla es Cuzco, por el turismo obviamente.

Por Daniel Mathews / resumen.cl

La migración ha adquirido un nuevo papel en la división del trabajo de la globalización neoliberal. Los mecanismos de desarrollo desigual producen condiciones estructurales como el desempleo y la desigualdad que impulsan la migración masiva de los desposeídos y los marginados. Obligados por la necesidad de acceder a medios de subsistencia o, al menos, a unas mínimas oportunidades de movilidad social, en la práctica grandes sectores de la población se ven expulsados de sus territorios para reubicarse en su propio país o en el extranjero. El excedente de oferta de trabajo y el empeoramiento de las condiciones de vida convierten a la migración, sobre todo a la procedente de países de la periferia, en una forma de desplazamiento forzoso.

La migración, una verdadera exportación de mano de obra, tiene sus características definidas. En primer lugar se da desde las regiones periféricas hacia los centro de poder (Europa o Estados Unidos) o hacia zonas menos periféricas (Chile en relación a Perú) o hacia las ciudades y capitales. Los principales flujos siguen la dirección Sur-Norte (82 millones), seguidos por los de dirección Sur-Sur (74 millones). Existe también un notable contingente (750 millones) de migrantes internos (dentro de un mismo país).

Afectan principalmente a las personas vulnerables, pobres y marginadas, que no pueden satisfacer las necesidades materiales y subjetivas básicas en su lugar de origen. La migración documentada expone a las personas migrantes a una situación de absoluta vulnerabilidad. Ocupan los escalones más bajos del desplazamiento producida por los procesos de acumulación por desposesión, es decir, aquellas situaciones en las que los campesinos se ven expulsados a la fuerza de sus propias tierras. Si bien hay algunos (fue mi caso en Chile) que viajan por otros motivos, normalmente es una forma de asegurar la sobrevivencia.

El caso cubano es muy claro en esto. Si a principios de los 60 fue básicamente política en nuestros días es económica. Eso fue evidente en la primera visita del grupo Van Van a Miami. Unas treinta personas protestaban afuera del Miami Arena mientras miles gozaban adentro. Estos otros cubanos son los que han forzado el restablecimiento de relaciones. Y los Van Van siguen yendo a Miami sin que ahora nadie diga nadie en contra.

Otra característica es que generan un excedente de oferta de trabajo barato y desorganizado, que es explotado por los empleadores y las empresas interesadas en mantener los costes bajos. Están sometidos a condiciones de inseguridad e inestabilidad laboral, así como la exclusión social por parte de las sociedades anfitrionas. Además, como ya hemos apuntado, la migración internacional está sujeta cada vez más a políticas y prácticas de criminalización, discriminación racial y de género, lo que no solo aumenta los riesgos y la vulnerabilidad de las personas, sino que a menudo pone en peligro también la propia vida.

Europa está aceptando a los refugiados, por fin les da ese título, pero a cambio de una profundización de políticas discriminadoras contra los migrantes. Discriminación que además es funcional a una rebaja de condiciones laborales. Mientras más “ilegal” sea una persona menos reclamara. Esto es parte esencial del capitalismo actual. Nadie es ilegal.

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