Expertos analizaron los efectos de la sobreexposición a las pantallas en el proceso educativo de niños y niñas. Además, recomendaron limitar y supervisar el uso smartphones o tablets.
Por Matías Sánchez*
Desde la llegada de la educación a distancia, los y las preescolares pasan muchas más horas frente a una pantalla. Ante esta situación, expertos plantearon que aquello podría repercutir en su desarrollo emocional y cognitivo, y que, para evitar tales consecuencias, los padres deben involucrarse en el aprendizaje del menor y limitar su tiempo frente a los dispositivos.
“Cuando escribimos creamos conexiones neuronales e incluimos elementos visomotores, memorias y motricidad fina. Dejar la letra manuscrita suscita afecciones que están relacionadas con diversas tareas del cerebro, como el aprendizaje de palabras, comprensión lectora, desarrollo espacial, funciones mnésicas e, incluso, puede afectar la ortografía”, explicó el psicólogo de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián y psicólogo cínico infanto-adolescente, Juan Orias Salazar.
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De hecho, el académico mencionó que existe un estudio de la Universidad de Bloomington de Estados Unidos en el que concluyeron que el cerebro responde de forma distinta a las letras cuando aprende a escribir a mano a diferencia de quienes lo hacen en un computador. Asimismo, añadió que el aprendizaje de un niño está medido por aspectos reales y concretos. “Cuando aprendemos de una pantalla y dejamos de ver nuestro entorno, abandonamos aspectos relevantes. Eso, porque al momento de desarrollarnos aprendemos en conjunto con otro que nos contiene emocionalmente”, indicó.
En esa misma línea, la directora de Educación Inicial USS Concepción, Cecilia Mena Olivera, aseveró que la utilización de medios virtuales, sin un guía de por medio, ya sea un profesor o un adulto responsable, puede tener consecuencias negativas en la funcionalidad del aprendizaje. “Eso puede afectar en alguna medida el aprendizaje significativo, careciendo de la relación social establecida en el aula”, puntualizó.
Efectos en la salud
Una de las principales consecuencias a las que se enfrentan los preescolares ante la sobre exposición a las pantallas es que podría afectar sus conexiones neuronales. “Por lo tanto, el uso excesivo de tablets, televisores, consolas o teléfonos, en menores puede provocar retraso o déficit en el lenguaje, comunicación, habilidades motoras, sociales y emocionales”, dijo el también magíster en Psicología, Juan Orias.
Otras de las consecuencias del uso de tecnologías, y que son inmediatas, tienen que ver con la salud física, trastornos de sueño y dificultades para responder a las diferentes actividades que se desarrollan en torno a una pantalla y que absorben la vida del niño o niña. “Uno de los efectos negativos tiene relación con problemas para tener una concentración dirigida. Por ejemplo, eso lo podemos ver en la diversificación de la atención que tiene al estar concentrado en un videojuego y estar hablando, a la vez, con sus amigos”, aseguró Orias.
De igual manera, afirmó el psicólogo, se ven afectados los procesos de creatividad, ya que el menor que está frente una pantalla no puede tolerar el aburrimiento y eso, a la postre, le impide crear o fantasear. “El niño o niña se mantiene en un mundo conectado, que lo gratifica constantemente y no da espacio para la realización de otro tipo de actividades”, sentenció el psicólogo.
Tiempo y edades
La Academia de Pediatría Americana recomendó no entregarles dispositivos con pantallas a niños menores de dos años, por las razones ya argumentadas sobre el deterioro en el desarrollo del cerebro. Luego de la etapa preescolar, los niños pueden tener mayor acceso. Sin embargo, es importante considerar que este acceso debe tener límites definidos por los padres y debe ser observado sobre todo en un momento particular como la pandemia.
“Es necesario comprender la atracción y el impacto que generan los juegos virtuales en el cerebro. Por ello, es necesario establecer horarios y reglas para el uso de estas plataformas. Los videojuegos no deben estar sobre otras actividades saludables como el deporte, dormir o actividades familiares o con amigos”, recomendó Juan Orias, quien además agrega que “La costumbre de ir a dormir con un dispositivo trae consecuencias en el ciclo del sueño. Por tanto, hay mayor insomnio, pesadillas y dificultades para dormir”.
Para evitar dichas consecuencias, el psicólogo aconsejó que, hasta los tres años, los menores no deberían tener acceso a los dispositivos. “Mientras que el niño se desarrolla, el acceso a pantallas digitales tiende a ser más permitido, aumentando de forma gradual con límites de una hora en niños de cuatro a doce años. Para un preadolescente y adolescente entre doce y dieciocho, tendría un límite de dos horas seguidas al día”, afirmó.
*Periodista de la Dirección de Comunicaciones de la U. San Sebastián sede Concepción