El rebautizado, por la dirección del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), comandante Pablo Contreras, conocido hasta su nombramiento en 2018, como Pablo Gonzalez Casanova, redactó en 1994, a pocos días del alzamiento zapatista, un alegato de urgencia señalando las causas de la rebelión en Chiapas. Era la forma de combatir la explicación de los ideólogos neoliberales y el gobierno ilegitimo de Carlos Salinas de Gortari, quienes situaban la rebelión como una “obra de estalinistas y extranjeros, de minorías de obcecados y advenedizos que manipulan a los pobrecitos indios”. El ensayo buscó romper el cerco, argumentar. No se podía ser neutral, mientras las fuerzas armadas desataban la represión, cuya violencia extrema, reivindicaba la muerte y el asesinato de los insurgentes. Serán parte de la lista de ausentes a los cuales aludió el subcomandante Moisés el 1º de enero de 2024.
Por Marcos Roitman Rosenmann
El comandante Pablo Contreras supo de la importancia del alzamiento zapatista para la historia de México y sus luchas democráticas. Sorprendido como muchos, no tardó en dar cuenta de sus aportaciones, subrayando que su irrupción era “un cambio en la conciencia del pueblo de Chiapas y de México para que con la democracia y la paz se logren objetivos de libertad y justicia no sólo en las nubes, ni sólo en la selva, ni sólo en Chiapas, sino en el país”. No se dejó arrastrar por etiquetas, se sintió interpelado y acudió al llamado, como muchos asistieron a la Convención de Aguascalientes en 1994. Para entender la dimensión de la propuesta zapatista, la que hoy se reinventa en “tierra común, tierra de nadie”, Pablo Gonzalez Casanova, recordará las palabras del obispo de Chiapas a la hora de concluir que la rebelión zapatista debía entenderse como la primera revolución del siglo XXI. “Es extraño –cita el comandante Contreras a don Samuel Ruiz– Como revolucionarios son muy raros. Interpelan al gobierno para que haga elecciones honradas”. El texto, publicado en La Jornada bajo el título “Causas de la rebelión en Chiapas” mantiene su vitalidad, tanto como la Primera declaración de la selva Lacandona.
En estos 30 años, muchas son las maniobras de los gobiernos de turno para acallar, reprimir, boicotear y hacer desaparecer al EZLN. Una guerra híbrida, de contrainsurgencia, asimétrica, con una cada vez mayor penetración de paramilitares y el crimen organizado, apoyados por los partidos políticos, y sustentados con una presencia de alto perfil de las fuerzas armadas, se libra en Chiapas. Así, hostigan y provocan a las comunidades zapatistas a fin de justificar la violencia y una posterior intervención. En esta estrategia recurren al asesinato, secuestros, intimidación, desaparición de militantes, uso torticero de la ley, el encarcelamiento de autoridades de las ya disueltas juntas del buen gobierno.
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Son tres décadas de traiciones del mal gobierno. Como ejemplos, el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés Larrainzar, en febrero de 1996, y la matanza de Acteal, en diciembre de 1997, en la cual se asesinaron a 45 tzotziles entre los cuales había embarazadas y niños.
Hoy sabemos quiénes fueron, pero sus responsables siguen libres. Asimismo, los partidos políticos se han empleado a fondo para caricaturizarlos, ningunearlos o descalificarlos. Lo hacen y así seguirán.
Sin embargo, pese a todas sus maniobras, el EZLN, no sólo resiste, ha sido capaz de abrir caminos, reinventarse, reflexionar, y producir teoría política. Sus aportes constituyen un punto de inflexión cara a pensar la democracia, el poder, la revolución, la justicia social, el patriarcado, el feminismo, la libertad y la lucha de los pueblos originarios por su autonomía, las políticas de género. Llaman a despertar las conciencias, a no dormirse. Ninguna de sus propuestas está exenta de crítica, de pensar una y mil veces cómo enfrentar al capitalismo predador que anula y pone en cuestión la condición humana y el planeta. Desde la digna rabia, la hidra capitalista, hasta su actual propuesta, “tierra común, tierra de nadie”, que obliga a redefinir el bien común y su sentido comunitario. Un nosotros con mayúsculas, con un yo en chiquito, se esconde en sus postulados. Van un paso adelante. Sus aportes se reflejan en grandes convocatorias internacionales. Allí se reconocen los compañeros de viaje. Los resultados se plasman en publicaciones. Entre otras: El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista y la colección El faro zapatista, 30 textos, editados especialmente para esta ocasión. Hoy, en medio de un Chiapas militarizado, penetrado por los cárteles del narcotráfico y con una Guardia Nacional dispuesta a entrar en combate, llama a no caer en bravuconerías y provocaciones. Y advierte, el EZLN sabrá defenderse.
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Este año, el subcomandante Moisés recuerda: “el capitalismo no va a decir ‘me rindo de explotar’”. Nos invita a seguir construyendo futuro, ser creativos, e insiste: “No hay manual para lo que viene”. Es necesario organizarse en cada geografía.
Pensar para ganar es la consigna. Nuevamente el comandante Pablo Contreras, en 1994, adelantó el significado histórico de la rebelión zapatista al concluir que “el proyecto se formula en dialectos particulares que se universalizan y en lenguajes universales que florecen entre mexicanos, tseltales, tsotsiles, choles, zoques y tojolabales. Tal vez se realice. Pero en todo caso, sería una tragedia para la humanidad que se realizara”. No cabe duda, el EZLN lo ha vuelto a hacer. Cómo aparece en alguna de sus pancartas, busca hacer realidad lo que sus sueños le dictan. No están solos.
Los acompañamos en el viaje. Aceptamos el reto, es cuestión de dignidad.
Fuente: La Jornada de México