La muerte de tres peruanos atropellados por una automovilista, o lo grato de estar "on line" frente a cámaras y micrófonos, o quizás la "buena noticia" del balance de 11 fallecidos en accidentes hasta la madrugada del domingo 16, o la muerte como “noticia” en sí misma... No lo sabemos…
No sabemos qué pone risueños a policías y periodistas, según muestra una foto del diario electrónico La Nación, cuando el general Luis Valdés, jefe de la Zona Metropolitana de Carabineros, entregó un balance de 11 defunciones por accidentes de tránsito durante una visita inspectiva a los fondas del Parque O'Higgins. Fueron los muertos de apenas la primera jornada del largo fin de semana de 5 días de fiestas patrias, que concluye el 19 de septiembre. La imagen fue distribuida por el cuerpo policial.
“Cuando veo en la foto, que el anuncio de muerte causa risa a Carabineros (altos oficiales por sus jinetas y decoradas gorras) y supongo periodista (por las grabadoras y micrófonos), me da que pensar… La noticia de accidentes ¿se ha vuelto una más de farándula o un festival macabro?”, pregunta Sergio Requena, un chileno residenciado en el Inglaterra, hasta donde fue aventado por el golpe militar de 1973.
“Dime que mis años en el exterior me hacen interpretar mal las expresiones corporales de mis coterráneos o las imágenes noticiosas, y que estoy pegado en el pasado y la vida humana no tiene valor en el Chile de ahora”, pidió Requena.
Según el diario gubernamental –que desapareció en su versión de papel, mientras se aprestan a privatizar su valiosa infraestructura inmobiliaria y técnica–, “el jefe policial indicó que del total de 11 víctimas fatales, 6 de éstas murieron en la Región Metropolitana y 5 en otras regiones del país”. En 2007, último año en que los festejos patrios se extendieron por 5 días, fallecieron 42 personas en accidentes viales y en 2011 la cifra llegó a 25.
El accidente más grave causó la muerte a tres peatones de nacionalidad peruana atropellados la madrugada dominical, en Recoleta, Santiago, por el automóvil que conducía Carolina Díaz, quien se recupera en un centro asistencial.
Patriotismo y consumo
Las autoridades y los medios de comunicación desataron una intensa campaña de prensa y publicidad –de avisos disfrazados como “noticias” y publicidad abierta– para inducir a la celebración masiva de este aniversario 202 del Cabildo Abierto que el 18 de septiembre de 1810 dio comienzo a la separación de la metrópolis española. El congreso y el gobierno aportaron con un feriado extra, el lunes 17, mediante una ley ad hoc aprobada unánimemente.
Por supuesto, pocos conocen el significado real de esta fecha, que algunos historiadores califican como “golpe de guante blanco” de la oligarquía criolla para librarse de la tutela en los negocios de la corona española, entonces sometida por la invasión de Francia, que puso en prisión al rey Fernando VII e instaló en el gobierno a José Bonaparte, Pepe Botella, hermano mayor de Napoleón.
Para el 18 de septiembre de 1810, Santiago prácticamente carecía de tropas españolas. Estaban muy ocupadas en el sur, Concepción, conteniendo a los indígenas, el verdadero enemigo para los hispanos, que al igual que hoy reclamaban el derecho ancestral a sus tierras. El primer cabildo tuvo incluso un vocal español, Francisco Javier de Reina, teniente coronel y comandante de artillería, quien fungía como jefe del fuerte San Pablo y líder de las escasas tropas de la corona que permanecían en la capital, principalmente las fuerzas de orden, o policía, llamadas “Dragones de la Reina”. El episodio fue tranquilo, la guerra vino años después, tal como ocurrió en casi todas las colonias hispanas de América.
Las fondas de Santiago, instalaciones tradicionales que sólo funcionan durante estos festivos, fueron inauguradas el viernes por el Jefe del Estado, su esposa y ministros más allegados, con cueca –danza típica chilena que muy pocos saben bailar– y brindis del vino joven llamado “chicha”.
Lo curioso y de más mal gusto este año fue la aparición de todos estos personajes disfrazados con la indumentaria típica de los antiguos hacendados, los latifundistas que fueron dueños absolutos del país hasta la consolidación de la burguesía minería y financiera. Incluso cuando gobernaban sólo los dueños de la tierra, la prensa ponía una vena humorística mostrando a “Verdejo”, un personaje popular que simbolizaba a los pobres.
La caricatura de Juan Verdejo Larraín fue creada en la primera mitad del siglo XX por el escritor Héctor Meléndez y dibujada por Jorge Délano Frederick Coke para la desaparecida revista Topaze, de sátira política. De nuevo, esta vez fue olvidado el disfraz de Verdejo. Quizás hoy, para gran parte del imaginario chileno los únicos verdejos sean los emigrantes peruanos, haitianos, y de otras partes, que vinieron aquí a buscar mejores condiciones de vida.
Los “verdejos” contemporáneos criollos, que ahora también tienen automóvil, son inducidos a celebrar las fiestas comiendo y bebiendo, más allá de una cacareada norma de “tolerancia cero” para quienes conducen bebidos, cuya eficacia se pondrá a prueba en estos festejos. Los aburridos y poco creativos reportajes de televisión sólo muestran carnes, longanizas, anticuchos y otros productos grasos asándose a la parilla en las fondas, que cobran por la entrada. Los supermercados ofrecen créditos para adquirir esos insumos y asarlos o bebérselos en casa. Los bancos de las grandes tiendas ofrecieron financiamiento a destajo para que nadie se quede sin practicar este raro ritual consumista de fiestas patrias impuesto por el mercado, el gobierno y la clase política. Al contrario de Semana Santa, en estos días bajan los precios de pescados y mariscos.
Foto: El Chile de Juan Verdejo/El humor político de Topaze, 1931-1970, Usach, 2011
*) Ernesto Carmona, periodista chileno
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Fotos: @Carabdechile