FLISoL, el festival de software libre más importante de América

alt¿Cuál es el principal inconveniente para que el software libre se popularice en los ordenadores de América Latina? Ésta es una de las preguntas que hemos hecho a varias de las personas que organizan el VIII Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISoL). “El FLISoL, junto al Software Freedom Day, que se celebra en septiembre en todo el mundo, son los eventos más importantes para la difusión de software libre en el mundo”, explica J.J . Merelo, director de la Oficina de Software Libre de la Universidad de Granada, quien organiza el Festival en la ciudad andaluza.

Y volviendo a la pregunta inicial, el principal inconveniente para la implementación del software libre según quienes organizan este festival es que el público en general aún no lo conoce o tiene temor de utilizarlo, como resume Iván Gutiérrez, de la Comunidad Nacional de Software Libre de Bolivia.

Según se puede leer en el Informe sobre el Panorama Internacional del Software de Fuentes Abiertas 2010 del Centro Nacional de Referencia de Aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (CENATIC), los usuarios de Linux en América Latina representan el 5% del total de personas que lo utilizan en todo el mundo. “En realidad, la gente usa muchísimo software libre sin saberlo”, aclara Peter Eisinger, uno de los coordinadores a nivel internacional del evento, ya que casi cualquier aparato computarizado lo tiene instalado o en la red, a través de servicios como los que ofrecen Google, Facebook o Mozilla, por ejemplo.

Festivales como promoción

Para promocionar su uso, desde hace ya ocho años se realiza este festival, a raíz de una propuesta surgida desde Colombia, cuyo principal objetivo es instalar en ordenadores particulares programas libres. “La idea era organizar algo que pudiera impactar en lo que respecta a la difusión y así se coordina un evento el mismo día en tantas sedes”, explica Sebastián D. Criado, uno de los organizadores en Argentina. “Muchas veces te encuentras eventos muy caros creados desde la administración que contribuyen muy poco a la difusión o mejora del software libre, mientras que eventos con un presupuesto nulo, como Flisol, hechos desde la comunidad, crean conciencia del uso del software libre y ganan nuevos conversos a la causa”, reconoce J.J. Merelo desde Granada.

El miedo y el desconocimiento no son los únicos inconvenientes para la extensión del software libre. “Una realidad en Latinoamérica es la pobreza; si no hay computadoras en las escuelas y otros centros educativos es difícil formar a la gente. En los países subdesarrollados no es tan fácil tener acceso a la tecnología. En el caso particular de mi país, sólo un 10% de la población cuenta con un computador en casa y menos aún con conexión a internet”, explican desde Honduras. Otro problema es la piratería del software privativo. “En América Latina, gracias al software ‘pirata’, el usuario no ve la diferencia entre usar Windows o GNU/Linux, ya que en ambos casos el costo es casi cero (aproximadamente un euro por la copia), entonces, hacerle entender los derechos y las ventajas de las licencias libres cuesta aún más”, explica Iván Gutiérrez desde Bolivia. Una opinión que comparte Morelo, quien añade los problemas debidos a “las presiones comerciales y a veces políticas para que se siga usando software privativo”.

Impulso institucional

Desde comienzos de siglo el apoyo por parte de las administraciones públicas no ha dejado de crecer. “El país que más ha avanzado es Brasil, todo un ejemplo a seguir. Pero no todo es a nivel nacional, también en municipios o alcaldías se han obtenido algunos resultados, y se considera obligatorio o preferencial el uso de software libre antes que el propietario”, cuenta Eisinger. Brasil ha sido el pionero, seguido por Venezuela, después de que en el golpe de Estado en 2003 el Gobierno de Chávez descubriera que las computadoras de la petrolera PDVSA fueron virtualmente secuestradas y controladas desde afuera por usar software privativo. Desde entonces la mayoría de países han promulgado legislaciones para instalar el software libre en sus administraciones.

Otra cosa es su cumplimiento y que éstas sean suficientes para su difusión. En Argentina, “se han perdido grandes oportunidades, como el plan de distribución de notebooks en las escuelas, las cuales vienen con arranque dual, cuando podrían tranquilamente venir con GNU/Linux instalado. Lamentablemente los alumnos son incentivados a utilizar software privativo”, explica Criado desde Argentina. “Aún hay mucho por hacer en la región. Incluso en países con más ‘historia’ año a año se suman nuevas ciudades sede del FLISOL. Esto favorece el fortalecimiento, crecimiento y creación de nuevas comunidades locales”, reconoce Eisinger.

Aunque “hay muchas instituciones educativas usando ya software libre, el apoyo del Gobierno es inexistente”, apuntan desde Honduras. “Pero esto se debe al poco trabajo que hemos realizado las comunidades en este tema. Porque sí hay difusión por parte de los grupos, pero ningún proyecto escrito y documentado hasta la fecha donde se le solicite al Gobierno un espacio formal para las comunidades de Software Libre”, reclaman. Otros países a los que a nivel institucional les queda más por andar son Chile o Colombia.

Adopción en la empresa privada

En Brasil, el 73% de las grandes empresas utilizan software no propietario, según recoge el informe de 2010 del CENATIC. “Las empresas lo han visto mucho antes que los usuarios finales. GNU/Linux tiene una tasa muy alta de inserción en el mundo de los servidores y la misma crece todos los años”, afirma Sebastián Criado desde Argentina.

Su uso se centra especialmente en servidores de internet, gestión de redes y los sistemas operativos y navegadores. Pero no sólo el apoyo se traduce en su uso, sino en su financiación. “Me parece oportuno hacer refe- rencia al reciente Reporte anual de la Fundación Linux, donde por primera vez aparece Microsoft en la lista de empresas que están contribuyendo al linux kernel, la misma compañía que llamó una vez a Linux un ‘cáncer’, ahora lo toma como beneficioso para sus intereses”, concluye Peter Eisinger.

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