A las 19 horas del día lunes 30 de enero, la solidaridad con los pobladores de Dichato estaba en pleno desarrollo. No sólo de los pobladores, además, grupos de voluntarios y brigadistas de distintos sectores de la provincia de Concepción se movilizaron para colaborar y rendir apoyo. De Tomé, Chiguayante, Hualqui, Concepción, Hualpén y lugares cercanos, jóvenes estudiantes y trabajadorxs armados con azadones, palas y hachas trabajaron en equipo para despejar las zonas de pastizales aledaños a las casas del sector Las Fresias.
El trabajo se coordinó con brigadistas y bomberos que ayudaron a organizar el trabajo voluntario que había comenzado desde temprano. Pobladores de Dichato comentaron que hace cuatro días vienen organizándose para despejar los sectores de pastizales y para construir cortafuegos. Una familia cuya casa colinda con las plantaciones de monocultivos advertía, ante la pregunta por las responsabilidades del incendio, que podían llegar a ser unos locos quienes iniciaron el fuego pero que también son unos locos los que permitieron que las forestales se instalen a escasos metros de las casas de la población. Pues es un hecho que las plantaciones de Pino y Eucaliptus representan una real amenaza por ser monocultivos altamente inflamables. “El Estado no puede permitir esto, tenía que pasar lo peor para la que abramos los ojos”.
A diferencia de otrxs colaboradores en el trabajo voluntario, este vecino habló de plantaciones. Las plantaciones son un monocultivo que peligrosamente le disputa significado a la palabra bosque, pues suelen confundirse y son cosas bien distintas, cuando no, opuestas. Un bosque es una reserva de biodiversidad cuyas aguas y especies asociadas se relacionan de forma sistémica. En cambio, una plantación no es otra cosa más que un paisaje extractivista que no puede ser considerado como ecosistema ya que los equilibrios naturales se encuentran vulnerados. De allí que la escasez de agua esté vinculada con el monocultivo de alto rendimiento, de allí que la enorme peligrosidad del fuego en las plantaciones se recrudezca. Al no respetarse el equilibro del ecosistema con estrategias prudentes y respeto a la flora y faunas locales en beneficio de quienes habitan los territorios, se producen las tragedias de la que estamos siendo víctimas.
Un grupo de jóvenes de liceo discutían mientras realizaban trabajos voluntarios en Dichato tratando de comprender lo que estaba sucediendo. Pues a cualquiera le resulta sospechoso que esta oleada de incendios sea responsabilidad de brote psicótico de gente fanatizada por el fuego. Una de ellos comentó que lo que los medios masivos de comunicación difunden es, cuando menos, tendencioso. El discurso que busca instalarse de responsabilidades individuales por los incendios quita del mapa a la responsabilidad de la industria forestal: “es que ahora que ganó Trump en EEUU lo del TPP parece que ya no va más y las forestales no van a poder vender su producción entonces están prendiendo fuego para cobrar los seguros de su producción”. Sus compañeros lo miraban sorprendidos y uno de ellos sentenció que con razón está así de difícil la situación. Entre charlas y trabajo los pobladores tratan de entender qué es lo que sucede.
Al igual que estos niños con ímpetu de ayudar al prójimo, dos bomberos que destilaban cansancio por la intensidad del trabajo reflexionaban pidiendo que por favor se respete el anonimato de sus opiniones ya que “uno puede emitir opiniones como persona, pero cuando se lleva el uniforme es distinto”. A la luz de las furiosas llamas que venían de la plantación, contaron que les parece poco confiable el discurso de los medios porque “acá hay gente muy poderosa metida” y en voz baja comentaron que parece que ya tienen a uno agarrado en la comisaría ¿Quién sería? En los momentos de tragedia es inevitable que se busquen respuestas por doquier para tratar de explicar algo que pareciera ser inexplicable y fruto de la extrema irracionalidad, con ello se construye agenda mediática, pero, como señalaron estos bomberos, si están las forestales metidas no van a levantar la mano para confesar su crimen y pedir perdón: “A ellos no los agarran nunca”.
Ya cerca de medianoche el sector del cerro afectado colindante al sector Las Fresias se encontraba contralado, las cosas no corrían peligro y el viento favoreció la dirección del fuego hacia las plantaciones orientadas hacia Manque. Aunque siendo medianoche seguían llegando voluntarios para participar solidariamente. Una brigadista les recibe con una conversación para organizar el trabajo del día siguiente. El fuego tiene vida, no perdona y tiene hambre, advirtió, para transmitir el respeto que merece el trabajo por realizar, pues no quería que se vuelvan a repetir historias de extravío, lesiones y muerte. La gente que quiere colaborar pone en riesgo su integridad física y necesita organizarse para no entorpecer los trabajos. El fuego llama, es cierto, pero más llama la necesidad de la gente a sentirse acompañada: “acá estamos para ayudar, a disposición, no están solos”, ese es el mensaje de los voluntarios que se suman a participar.
Resta decir que, además de Dichato, en las zonas rurales de Rafael y San Francisco, cercanas a Dichato, además de las zonas afectadas en la provincia del Ñuble como San Fabián y Portezuelo, son los pequeños productores quienes se ven más afectados. Un diagnóstico de la distribución de tierras y las unidades productivas es relevante para pensar en la magnitud de la amenaza del monocultivo forestal y la resistencia de los pequeños productores que producen el alimento del país. En el Biobío, la Oficiana de Estudios y Políticas Agraria (ODEPA), dependiente del Ministerio de Agricultura, observa que ocupa el 28% de la superficie nacional dedicada a cultivo. De ese porcentaje nacional, el uso principal del suelo (78,9% del total) corresponde al rubro de plantaciones forestales, seguido por cereales y plantas forrajeras:
“Si bien en la región del Biobío predomina la existencia de explotaciones con un tamaño inferior a 20 ha, que concentran el 77,6% del total de estas, esto equivale únicamente al 7,90% del total de la superficie explotada. Caso contrario ocurre en explotaciones con más de 100 ha, donde el número de ellas representa el 5,1% del total de estas, pero inversamente explica el 77,88% de la superficie explotada. Por su parte, explotaciones de 20 a 50 ha representan el 12,5% del total de estas y el 7,60% de la superficie. Finalmente, las explotaciones con 50 a 100 ha son las de menor incidencia relativa en relación a las otras, ya que explican el 4,9% del total de estas y el 6,62% de la superficie.” (ODEPA, 2016: 5).
Salta a la vista la desproporción de la distribución de la tierra. Ente este escenario es fundamental no perder de vista que la responsabilidad de la penosa situación actual que ha arrasado con pueblos, casas y producciones de la pequeña agricultura es del modelo forestal imperante. Por eso la importancia de derogar definitivamente el decreto 701 elaborado durante la dictadura militar que favoreció durante décadas al sector forestal con subsidios del Estado. Por eso la importancia de establecer mejores regulaciones la producción forestal y prohibir su instalación cercana a poblados. Por eso la importancia de generar políticas orientadas a la prevención y no a la reacción. En la reacción se observa la voluntad de ayuda del pueblo, y por ello debemos sentirnos orgullosos. Sin embargo, esto es algo que viene de mucho tiempo atrás y que requerirá mucha organización para transformar el patrón productivo imperante. Estos fuegos son la expresión de un modelo productivo, no podemos perder eso de vista.
Por ello se convoca a una actividad cultural el día de hoy a las 17 hs en la Plaza de la Independencia en Concepción. Por ello serán convocadas actividades en todo el país. Los centros de acopio siguen en funcionando en la plaza de la independencia y en el gimnasio de UDEC.