La radicalización del movimiento social en Francia en protesta contra reformas a la ley de retiros es hoy una realidad de consecuencias impredecibles.
La pregunta es si estamos ante el umbral de erosiones similares a las de Mayo del 68. Aunque no hay respuestas definitivas, los analistas consultados por Prensa Latina aseguran que el escenario es bastante probable.
Tres días consecutivos de paros en el sistema de transporte, si bien moderados ayer y hoy, cese de las actividades en nueve de las 12 refinerías del país y amotinamientos en los puertos no auguran tranquilidad.
Luego de la huelga del martes con tres millones y medio de personas movilizadas en las calles, en la otra batalla de cuello y corbata en sets de televisión y medios de prensa, los conservadores de Nicolás Sarkozy se atrincheran.
Las huestes de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido del presidente Sarkozy, y los ministros enfilan sus cañones a los opositores socialistas y la izquierda en general, a quienes responsabilizan del malestar popular de la nación. Alineado más que nunca a la derecha, ya sin tonos "Gaullistas" siempre moderados, el mandatario parece inclinarse a la jugada política de mostrar su poder y fuerza frente a los intentos de desorden, dijo una de las fuentes, que pidió el anonimato.
Los vaticinios son pesimistas. Hay a priori dos caminos, el más probable: uso de la fuerza para restaurar el orden y aplastar las manifestaciones sobre bases "democráticas y constitucionales". O sea, como ocurrió en las revueltas de Mayo de 1968.
Entonces Francia estuvo al borde de instaurar una poderosa revolución de izquierda, pero las madejas del capitalismo se movieron rápidamente, aprovecharon fisuras en el movimiento y si bien hicieron concesiones, recuperaron el control del país.
De acuerdo con los medios que dieron sus puntos de vista a Prensa Latina, la segunda alternativa en el horizonte es una negociación que logre equilibrar la balanza entre Gobierno y Sindicatos.
Las discrepancias se concentran en las edades planteadas en las reformas respecto al retiro (de 60 a 62 años) y para el cobro completo de las jubilaciones (de 65 a 67 años). Sarkozy y su primer ministro, Francois Fillon, reiteraron que no cederán.
Sin embargo, hay un pequeño margen para intentar contentar a los gremios. Sólo que para muchos observadores, el conflicto sindical se proyecta con las bases distanciadas en sus reclamos del accionar de sus líderes nacionales más contemporizadores.
La estrategia en el porvenir no parece clara. Las organizaciones de trabajadores decidirán pronto si además de la convocatoria a manifestaciones el próximo sábado harán otra huelga la semana próxima.