Por: VM, Freirina para Revista Mingako, Primavera de 2015.
Hace más de 4 años que se anunciaba el descubrimiento de un yacimiento de Titanio (Dióxido de Rutilo) a 9 KM de Freirina (6.500 habitantes), los “inversionistas” , nuevamente ponían sus ojos entre los cerros de este territorio para concretar un (mega)proyecto minero, el primero de esta envergadura luego de más de un siglo desde que las grandes faenas mineras acabaran con gran parte de la vegetación de los valles costeros del Huasco, sin olvidar además, la explotación y despojo sufrido por las comunidades indígenas que habitaban estas tierras. Hoy, se juega con la necesidad del trabajo, alegando al bienestar y progreso, al mejoramiento del estándar de vida para sus habitantes, pero bien sabemos que ese discurso solo se sustenta con la idea de consumismo que ofrece el capital minero, para convertirnos a futuro en un nuevo Copiapó.
Desde que los grandes capitales mineros del Norte del territorio denominado Chile, se instalaron para ofertar calidad de vida, han traído de todo, menos mejoramiento en las condiciones de esta, arrasaron con la vegetación, el agua, y por consecuencia, con los pocos núcleos de agricultura que quedaban en el norte semiárido, por lo que el destino del Valle Del Huasco se presenta similar al del Valle de Copayapu hace unos 20 años atrás, es la crónica de una muerte anunciada (si lo permitimos). “Crisis”, “cesantía”, “desaceleración”, “despidos”, “Cierres de faena”, etc., son titulares recurrentes en la prensa de la región, el bombardeo mediático lleva más de 4 meses preparando la antesala para la arremetida de estos nuevos proyectos, la opinión publica ya esta aterrorizada. Mientras tanto el gobierno de la Nueva mayoría, con el Ministerio de Energía a la cabeza, invita a mesas de dialogo a “dirigentes sociales” y a la comunidad en general, para precisamente, “dialogar” sobre políticas y “necesidades” energéticas del país, no quieren mas estallidos sociales que frenen el progreso, quieren mesas de participación ciudadana, la domesticación en su máxima expresión, el ala de izquierda de la Nueva mayoría bien sabe controlar y neutralizar estallidos sociales que escapen a la norma.
Pero de la misma forma como se acrecentó la arremetida del capital, se suman más y más voces para condenar la destrucción del territorio, la vida y la cultura. Las comunidades aledañas al proyecto “Cerro Blanco”, como Agua del Medio, Sauce Perez, Canutillo, Los Molles, y otras pequeñas comunidades que viven en las zonas que serían directamente afectadas si se concreta el proyecto minero, ya están levantando la voz. Los reclamos por parte de la comunidad, de amenazas y engaños, no distan mucho de lo que nos tiene acostumbrado el empresariado, mientras los representantes de la empresa que negocian con las familias de las y los agricultores de estas localidades argumentan que no existe agua bajo el suelo, la comunidad reclama todo lo contrario, saben que desde las quebradas nacen los principales af luentes subterráneos del Río Huasco, mientras la empresa insiste que su objetivo es el Rutilo, los pirquineros saben que bajo los cerros también se esconden grandes vetas de oro y cobre, los mejores conocedores de este territorio siempre han sido quienes llevan generaciones habitándolo, entre pescadores, pirquineros, agricultoras, crianceros, de la misma forma que enfrentaron, y siguen enfrentando a Agrosuper, no le quitarán los ojos de encima a “Cerro Blanco"