Frente al creciente autoritarismo y los márgenes institucionales de participación

La construcción de un proyecto popular a nivel comunal.

La democracia actual es una mera formalidad, cada cierta cantidad de tiempo te convidan a validarla, a través de un ritual, en las cuales “las gentes” eligen el administrador de su propia dominación.  Esto es más patente en Chile donde el orden institucional fue parido en los sótanos de tortura de la dictadura. Hoy los políticos profesionales son virtuales empleados de los grandes grupos económicos, de los cuales dependen para el financiamiento de sus millonarias campañas, y es a ellos y no a sus electores  a quien responden a la hora de votar las leyes. No podemos llevarnos a engaño con esto de la democracia: cuando los sectores populares logran abrir espacios, los dueños del poder político-económico, rompen su propia institucionalidad, tal cual ocurrió en nuestro país en 1973 o tal cual ocurre hoy en Bolivia.

Estos ejemplos históricos nos dejan claro que acceder a ciertas instancias de gobierno, no significa acceder al poder.  Ocupar alguna instancia de poder político a nivel local (municipio) es aún menos significante para los sectores populares, tanto por el escaso marco de atribuciones, como el bajo presupuesto que estas manejan en nuestro país.  En Chile tan solo el 13% del gasto fiscal es a través de gobiernos locales, por debajo del promedio latinoamericano 17%, y muy por debajo del promedio europeo 43% (hay países como Suecia donde sobrepasa el 60%). 

Sin embargo en esta democracia autoritaria y excluyente, muchos ven en el gobierno local, la única instancia de los sectores populares por acceder a algún espacio institucional de decisión, por estar libres del sistema electoral binominal.  Sin embargo como hemos señalado, la posibilidad de realizar hechos significantes es mínima y solo termina generando frustración.  Por ello, lo que dichos sectores deben tener claro, que más que una instancia para solucionar su problemáticas, o un trampolín para acceder a instancias mayores de decisión, la participación política  a nivel municipal, de la única forma en que les puede ser útil y provechosa, es transformándola en una caja de resonancia que amplifique las demandas de los sectores populares. O sea, que la participación política institucional a nivel local debe tener un objetivo básicamente agitativo y comunicacional, que potencie tanto a las organizaciones populares como a sus demandas.  En resumen, no se puede poner la carreta delante de los bueyes; el surgir de candidaturas alternativas desde las organizaciones populares debe ser el resultado de un recorrido que antes hayan hecho éstas. Un recorrido de maduración, crecimiento y vinculación, articulación y desarrollo conjunto, de un crecimiento de los medios de comunicación popular, de las juntas de vecinos, comités de vecinos en función de sin número de intereses- alzas de tarifas, contaminación, defensa del patrimonio cultural, histórico o ecológico-.

Las candidaturas populares deben surgir como una necesidad de estas demandas, de estas luchas, como un instrumento más de las organizaciones populares, en un proceso que en definitiva apunte a datar de poder a las organizaciones sociales y de esta manera contrarrestar el poder de los grandes intereses económicos y sus suches; los actuales administradores de los gobiernos locales.

 

Joaquín Pérez R.

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