Frente al negocio de la reconstrucción: Una propuesta desde los barrios y pueblos.

Durante este mes arreciarán las lluvias y el frío sobre los campamentos diseminados por toda la región de Concepción. La indignante inoperancia con que traman las autoridades, agravadas con su indolente discriminación política y clasista a la hora de repartir las insuficientes ayudas, solo se equipara con la falta de criterios, propuestas y proyectos que apunten a superar la profunda crisis social, económica y política que vive la región, tras el cataclismo del 27 de febrero pasado.

El contraste entre la vigorosa acción, decidida, oportuna y eficaz del Estado tras el terremoto de 1939, y el errático accionar del actual Estado neoliberal, es notorio y evidente.

Si miramos al costado o nos dejamos llevar por fiebres mundialeras o bicentenarias, nos impondrán una reconstrucción de casuchas y parches, sumergiendo aún más en la decadencia a una región duramente golpeada desde la desindustrialización iniciada por la dictadura militar.

Aumentará la desigualdad social, la discriminación y la segregación social; tendremos aún menos fuentes productivas, viviremos en un territorio aún más contaminado y degradado, en definitiva, en condiciones de vida aún peores a las que teníamos antes del último terremoto.

La única esperanza de revertir este camino está en nosotros, los habitantes de la región de Concepción. Reinventar nuestro territorio con ciudades y barrios integradores e inclusivos, pasará por la revitalización de fuentes productivas, respetuosas de los derechos sociales de sus trabajadores. En este marco institucional y político, centralista y autoritario, esto es un imposible. Para concretar nuestros sueños, nosotros, los habitantes de este territorio debemos organizarnos y luchar por defender nuestros derechos, rompiendo las barreras institucionales que se interpongan.

La refundación de esta histórica región pasará inevitablemente por la confrontación con el poder central y cambios políticos institucionales de fondo, que permitan efectivamente la participación democrática de quienes aquí habitamos, y así garantizar una nueva Región Ecológica, Productiva y Solidaria, donde nuestra vida sea mejor, donde podamos construir nuestro propio destino.

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