El próximo 25 de enero, las miradas y esperanzas de millones de personas estarán puestas en el pequeño país del sur Europa. Como dice un comunicado que circula en Internet y que ya hemos firmado mas de 7,000 personas “Grecia se ha convertido en el laboratorio político y económico de las élites europeas, que han sembrado miseria y hartazgo por todos los rincones del sur de Europa”. Y esa es la disputa del domingo. Puede seguir ganando la miseria o puede que el hartazgo de sus frutos. Por fin existe una oportunidad única de echar a los responsables políticos del saqueo.
Los poderes dominantes lo saben. Por eso impidieron que la ciudadanía griega pudiera votar en referéndum los ajustes impuestos por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, FMI). En cambio ahora Alexis Tsipras, el candidato de Syriza a punto de ganar las elecciones, se desmarca de este control financiero. Ha descrito a la Troika como “funcionarillos mediocres, con una cultura económica de medio pelo” que han arruinado Grecia y quieren seguir aplicando sus medidas de hambre.
Se trata no sólo de cambiar la economía griega sino de recuperar la democracia. Los latinoamericanos conocemos bien las propuestas del FMI: privatizaciones incluso de servicios básicos como educación y salud; recorte de “gastos laborales”; preferencia al pago de la deuda sobre las obligaciones del Estado con la sociedad. Son estas mismas las medidas recomendadas para el sur de Europa (España, Grecia, Portugal). Pero lo hacen bajo la forma de un golpe de estado financiero. El gobierno, cualquiera que sea, se ve obligado a abandonar la administración de la economía nacional en manos de los poderes facticos internacionales.
En Grecia quisieron incluso evitar las elecciones y hoy están en una guerra sucia contra Syriza por el pecado de defender la soberanía. Nada más conocerse la convocatoria de las elecciones, el Fondo Monetario Internacional ha suspendido su “ayuda” (ayuda que sólo ha proporcionado a cambio de los derechos de la gente) hasta conocer quién encabezará el próximo gobierno griego.
Por supuesto un triunfo popular no se construye en las urnas. Lo único que puede no sólo llevar al triunfo de la izquierda, sino a que se mantenga en el gobierno, es la movilización del pueblo. Manifestaciones, huelgas, cooperativas laborales y solidaridad han sido, durante muchos años, la respuesta a la dictadura del capital financiero y de los mercados. Las elecciones del domingo están refrendadas por ese pueblo en las calles.
Otro aval necesario es el internacional. No es gratuito que el manifiesto que comentábamos más arriba se llame “Con el pueblo griego por el cambio de Europa”. Tsipras está proponiendo una “Conferencia Europea sobre la Deuda”. Es cierto que la deuda es un problema más grave en Grecia que en cualquier otro espacio europeo. Representa el 175% de su PBI. Pero no es el único en problemas. Un espacio como el propuesto supondría la creación de “alianzas que habrán de ser lo más amplias posibles” según el propio Tspiras. Estamos convencidos de que una iniciativa que vaya en esta dirección tendrá una importante colaboración, bien a escala gubernamental, o por parte de la sociedad europea.
Con esas fuerzas se podrá abolir el memorándum de la Troika, lo que significa leyes relativas a los salarios, las pensiones, la seguridad social y el derecho al trabajo, sobre el control de la banca, la renacionalización de los sectores privatizados y la eliminación del “Fondo para el desarrollo de la propiedad pública”, creado por Samaras para vender a cambio de nada los bienes públicos. Se trata asimismo de poner fin a los despidos y al desmantelamiento de sectores públicos (educación, sanidad, etc.) y de asegurar unas condiciones de vida dignas a los parados que dejen de percibir el subsidio, a los ciudadanos excluidos de la seguridad social y a los inmigrantes. Finalmente, es preciso restablecer el derecho de manifestación y retirar del espacio público a las fuerzas especiales de la policía. Al mismo tiempo habrá que lanzar una campaña y adoptar medidas concretas contra el fascismo y el racismo. Todo un reto. Tienen que contar con nuestra solidaridad.
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