Cuando titulamos así el artículo de hace una semana alguien nos dijo “ojalá el titular se repita el domingo”. Pues lo repetimos. Syriza liderada por Alexis Tsipras, ganó hoy las elecciones generales en Grecia, con el 58% de los votos escrutados, Syriza obtiene el 35,9%, lo que se transformaria en 149 diputados, de los 300 parlamentarios que componen, al borde de la mayoría absoluta. Los conservadores de Nueva Democracia, del primer ministro Andonis Samarás, obtienen el 28,3%. La diferencia le da a la izquierda 50 escaños más que a su competidor.
Las elecciones se han polarizado dejando sin base a quienes no están en la disputa directa, tanto a los neonazis como a los socialdemócratas. No es casual. El telón de fondo ha sido el conflicto entre las clases fundamentales de la sociedad griega que, además, tiene una dimensión europea. La realidad es esa. La lucha contra las políticas de austeridad ha cambiado de signo a favor de los pueblos. Y eso ha significado la derrota no sólo de los conservadores griegos sino de los gobiernos y de los comisarios de la Unión Europea que hicieron campaña a favor del candidato conservador Samaras. Las encuestas sitúan a Syriza a la cabeza de la intención de voto con el 28%. Es verdad que la victoria electoral de la izquierda griega no resuelve todos los problemas. Pero, como dijo Tsipras “el pueblo griego va a recobrar hoy la dignidad”. Las políticas de austeridad se han roto por el eslabón más débil.
Grecia ha sido uno de los países en los que las políticas capitalistas neo-liberales se han aplicado de la forma más brutal: entre el año 2009 y el 2013 los ingresos medios cayeron en un 35%; las cifras del paro alcanzan el 28% -más del 50% entre la juventud comprendida entre 15 y 24 años-, se han destruido los servicios públicos, y la gente asalariada, pero también los sectores pequeño-burgueses, se han empobrecido terriblemente. Esos son los frutos de los "memorandum" impuestos por la Troika (FMI, BCE, UE) que se han traducido en una verdadera regresión de las condiciones de vida de millones de personas en Grecia.
El triunfo de Syriza es, como lo dijimos, expresión del hartazgo que esta política ha producido. Pero también tiene que ver con las características de esta formación política. Mientras que en algunos países de Europa es la derecha extrema y la extrema derecha quienes salen beneficiadas de la crisis, en Grecia la existencia de Syriza, como en el Estado español la existencia de Podemos, en Cataluña las CUP o la HB Bildu en el País Vasco, hace que sean estas fuerzas políticas las que polaricen a nivel de masas la voluntad de resistencia a las políticas de austeridad. Los neonazis en Grecia no han llegado ni al 7%.
Otros grandes derrotados son los socialdemócratas. El PASOK, uno de los pilares del sistema político griego, que en 1989 tenía el 13% ahora no llega ni a la mitad de esos resultados. En cuanto a los comunistas del KKE quedaron con un 5% producto de una política sectaria que los llevo a decir que "los últimos años Syriza ha hecho un esfuerzo sistemático para salvar el capitalismo a los ojos de los trabajadores".
Los cambios que se han dado en el tablero político griego son fundamentalmente el resultado de la resistencia social a los ataques de las clases dominantes y de la Unión europea. A lo largo de estos últimos meses y años, han sido cerca de 30 jornadas de huelga nacional, sin contar las luchas parciales en gran número de sectores, las que han marcado los ritmos de la situación social y política del país. Las diferentes fuerzas que integran Syriza, sus adherentes en los sindicatos, el movimiento estudiantil, etc., son los vectores de estas movilizaciones. Además de eso, las iniciativas contra los neonazis así como en defensa de los derechos de la gente inmigrante y refugiada han estado vinculadas siempre a la lucha contra las implacables medidas de austeridad y contra la represión.
El tema ahora es mantenerse en el gobierno. Como ya sabemos bien en Chile “la democracia funciona mientras el pueblo no se equivoca”. Las posibilidades de un golpe de estado son reales a partir de las acciones que en esta dirección de Nueva Democracia y sobre todo los neonazis de Amanecer Dorado. El tema económico se enfrenta a un FMI que ha decidido cortar toda ayuda a Grecia incluso antes de las elecciones. También hay que tener en cuenta a unos medios de comunicación desbocados contra la izquierda, los trabajadores y trabajadoras y la gente inmigrante. En fin, no podemos olvidar que esta derecha cuenta con el apoyo total de los sectores fundamentales de la patronal griega, de la burguesía europea y de la Troika.
La única forma de combatir todo eso es convertir el triunfo griego en una nueva Europa. Una derrota de las políticas de austeridad puede dar confianza a millones de trabajadores y trabajadoras que se han visto duramente castigadas durante estos últimos años. Esto pasa por el rechazo a cualquier componenda con los poderes facticos europeos. El riesgo es que hay sectores al interior de Syriza que proponen llegar a un acuerdo con los dirigentes de la Unión Europea que, para continuar concediendo préstamos, exigen la aplicación de políticas presupuestarias restrictivas, la reducción del nivel de vida del pueblo griego y la destrucción de los servicios públicos.
La “plataforma de izquierda” de Syriza han propuesto, por el contrario, que no se de “ni un paso atrás” en el programa de Salónica: recuperar los salarios y las pensiones a nivel anterior a la crisis; restablecer la negociación colectiva como antes de la crisis; volver situar el nivel impositivo en el umbral de 12 000 euros; suprimir los impuestos para el gasoil de calefacción. Si se aplican, tanto para el pueblo griego como para el resto de pueblos de Europa, estas medidas tendrán un significado concreto: se puede poner fin a la austeridad. Para que esta posición se consolide, ha de basarse en una política unitaria del conjunto de la izquierda griega: de Syriza, del KKE y de Antarsya. Pero, sobre todo, que está unidad se de tanto en el gobierno como en la construcción de un pueblo organizado, movilizado y con poder.