Por Javier Arroyo Olea
Mediante un comunicado de prensa, el Grupo del Banco Mundial (GBM) dio cuenta de algunas medidas que ha ido adoptando en el marco de la crisis producto de la expansión del COVID-19, enfatizando en la entrega de “USD 160 000 millones en donaciones y asistencia financiera a lo largo de 15 meses para ayudar a los países en desarrollo a responder a las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la COVID-19 y al cierre de las economías en los países avanzados.”
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En el mismo contexto, el presidente del GBM –David Malpass- planteó que, considerando la situación actual, alrededor de 60 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema, fenómeno que fue presentado como una posibilidad en abril del presente año en base a la situación de crisis producto del COVID-19 –como lo es el caso de la situación de las mesetas- y la caída del precio del petróleo, retrocediendo en los progresivos avances que se han tenido sobre esta materia.
Ante esto, se dieron a conocer cuatro ejes de trabajo que ha estado desempeñando el GBM: a. Entrega de suministros y equipos médicos, dando cuenta de la entrega de recursos para países como Iraq, Filipinas y Pakistán; b. Apoyo a empresas, a través del Programa Mundial de Financiamiento para el Comercio y el mecanismo de financiamiento rápido aplicado por la Corporación Financiera Internacional; c. Ampliación de la protección social, sobre la base de aprovechar los 'sistemas de protección social' que existen actualmente, donde resaltan la aprobación de importantes cantidades de dinero sobre esta materia para Uzbekistán (USD 95 millones) y Túnez (USD 100 millones), esta última como reasignación; d. Fortalecimiento de los sistemas de prevención, vigilancia y salud, dando cuenta de casos tales como el desembolso para Ghana ( USD 35 millones) y Senegal (USD 20 millones) dirigidos al reforzamiento de sus sistemas.