Sobre cómo entender y practicar la lucha ambiental
Hace aproximadamente 10 mil años atrás - cuando las sociedades humanas se convierten en sedentarias y se jerarquizan, dando paso a la aparición de las clases sociales - junto con la alteración radical que sufren las relaciones entre humanos (unos pocos al mando de la mayoría), también cambia drásticamente la interacción entre humanidad y naturaleza, pasando desde una relación horizontal (el ser humano se siente una parte separada pero integral del mundo natural) a una visión vertical, que ve al entorno como algo totalmente ajeno, casi enemigo, al cual combatir, dominar y desde el cual se debe tomar todo lo necesario para sobrevivir. Esta relación entre entorno y humanidad se mantiene así constante a través de las diferentes formas que toman las civilizaciones y sus modos de producción. No existe ninguna conciencia de conservación o de respeto hacia la naturaleza (al menos desde la clase dominante). Sin embargo, es en el actual sistema de dominación donde esta aberrante relación toma ribetes casi catastróficos.
Luego de la revolución industrial, la explotación del mundo natural se incrementa en formas nunca antes vistas en la historia humana. El capitalismo (actual sistema de dominación), surgido de este proceso, basa su desarrollo en la explotación de la fuerza de trabajo humana y en el saqueo de los “recursos” naturales. La lógica de los capitalistas es la continua acumulación de capital. Es ésa su razón de ser. En este contexto el concepto “progreso” o “desarrollo” se refiere al crecimiento económico de unos cuantos (los capitalistas). Y como este desarrollo para ser considerado como tal necesita de más explotación (pues cada vez las ganancias deben ser mayores), quienes deben sustentar este “crecimiento” son entonces los pobres (la clase trabajadora) y la naturaleza.
Ahora bien, la lucha ambiental se refiere a aquellas prácticas que tienen como fin conservar y mejorar el entorno en el cual sobrevivimos. El ambientalismo es, en forma muy resumida, la defensa de la naturaleza. Sin embargo esta defensa es vacía si no se consideran las razones de los perjuicios que el planeta sufre. Como vimos anteriormente, el deterioro ambiental y de las condiciones de vida de las personas son causa directa y necesaria del actual sistema capitalista, así como de los métodos de control de épocas pasadas. Este necesita de aquello para perdurar en el tiempo. Por lo tanto la solución real a esta problemática no puede ser obtenida a través de quienes mantienen el actual estado de cosas, o lo avalan (como nuestro Estado y Gobierno), si no que debe basarse en un cambio radical de la organización humana. Simplemente no es posible que exista salud ambiental si existe capitalismo y división de clases sociales. Quienes afirmen lo contrario sólo están basándose en análisis superficiales o poseen intereses ocultos. Por lo mismo quienes realicen este cambio no pueden ser quienes están en el poder, pues precisamente por ello es que están en ese lugar. Así, la única solución a esta problemática está en manos de quienes la sufren, es decir de los pobres, concretamente de los pobladores y pobladoras que ven afectada su salud por la contaminación de las ciudades en que habitan, de las comunidades avasalladas por el avance de ciertas industrias, de los trabajadores y trabajadoras expuest@s a condiciones laborales adversas, etc.
Cada día se hace más patente el deterioro que está sufriendo nuestro planeta y cómo la ambición de unos cuantos que controlan el mundo está repercutiendo directamente en la organización y equilibrio de La Tierra. Todos hemos oído del calentamiento global y del cambio climático, y de las consecuencias que estos fenómenos acarrearán sobre toda la humanidad. Por lo mismo se hace preciso y urgente actuar. Pero que la prisa no nos lleve a cometer errores. Ya están apareciendo personajes que se atribuyen la representación de todos para “salvar” nuestro mundo pero que, sin embargo, han sido responsables de la actual situación. En EE.UU, Al Gore es un ejemplo de ello; sustentando el actual sistema y pretendiendo “humanizarlo” se alza como líder mundial en pos de la conservación biológica. En Chile, nada menos que el ex - presidente Ricardo Lagos, quien ofreció en bandeja al país a empresas multinacionales, pretende ser también quien nos salve del calentamiento global.
Seguir creyéndoles sería caer en el cuento de Pedrito y el lobo. En definitiva, se hace urgente cambiar nuestra relación con el entorno natural, pero para ello necesitamos conjuntamente un cambio en nuestra sociedad. La lucha ambiental no puede desligarse de la lucha social y viceversa. Es la organización de los sectores populares la que dará término a tanta injusticia y atropello. Es la organización entre nosotros y nosotras, la creación de espacios nuestros para debatir y construir, y la lucha contra los verdaderos enemigos (y no la demanda de migajas a la institucionalidad) lo que nos llevará a vivir (ya no sobrevivir) en un mundo en armonía y con la posibilidad de desarrollar plenamente las capacidades y potencialidades de la vida.
Colectivo Ciencias Naturales CO.CI.NA.