Punto Final ha tomado la iniciativa de convocar a un acto de homenaje a Miguel Enríquez -en el 40º aniversario de su caída en combate-, y a todos los héroes y mártires de la Resistencia.
Ellos escribieron una página gloriosa de nuestra historia y su memoria debe ser reivindicada sin vacilaciones para impedir que el oportunismo político silencie el reconocimiento que se merecen los que lucharon y murieron por la libertad de Chile.
Este homenaje quiere honrar el ejemplo de los hombres y mujeres que impulsaron todas las formas de lucha para poner fin a la más odiosa tiranía que ha conocido nuestra patria. Entre 1973 y comienzos de 1990, las FF.AA. y Carabineros, y el gran empresariado nacional y extranjero, aplicaron las formas más crueles y perversas del terrorismo de Estado. Los testimonios de sobrevivientes de la tortura y testigos de crímenes cometidos por los agentes de la Dina y la CNI -en su mayoría miembros de las FF.AA. y Carabineros-, todavía causan horror y amedrentan a muchos que evitan participar en la lucha social y política. Ellos se preguntan -con razón- si las instituciones armadas no serían capaces de volver a cometer los atropellos y aberraciones con que martirizaron al pueblo durante esos 17 años de espanto. Las FF.AA. no han sido democratizadas y permanecen leales a los intereses golpistas del 73. Tampoco han ayudado a esclarecer la suerte que corrieron los detenidos desaparecidos.
La respuesta al terrorismo de Estado fue la Resistencia que impulsaron los sectores más avanzados del pueblo. Partidos ilegalizados como el MIR, el PC, PS, la Izquierda Cristiana y el Mapu aprendieron a sobrevivir en rigurosas condiciones de clandestinidad. Chile no sufría una dictadura militar desde hacía cuarenta años y los métodos de trabajo clandestino eran desconocidos para una Izquierda que no fue preparada para afrontar el golpe de Estado. Eso significó elevados costos en vidas y la prisión y exilio para miles de cuadros. Su readecuación a las nuevas condiciones, permitió a la Izquierda evitar la liquidación física que pretendía el terrorismo de Estado.
Sin embardo, las bajas que sufrió la Resistencia fueron grandes. Cayeron jóvenes dirigentes revolucionarios de la talla de Miguel Enríquez en el MIR o de Raúl Pellegrin en el FPMR. No obstante, la Resistencia logró propinar golpes importantes que mostraron la vulnerabilidad de la dictadura y contribuyeron a su debilitamiento. El MIR dio inicio a una laboriosa estrategia de guerra popular que debía culminar con la insurrección del pueblo en armas. Centenares de cuadros que se encontraban en el exilio regresaron clandestinamente. Surgieron así las primeras milicias de la Resistencia Popular. A su vez, el Partido Comunista puso en marcha su estrategia de rebelión popular de masas y creó el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que llevó a cabo audaces acciones armadas.
Penosa y esforzadamente, pagando un costo que puso a prueba el valor y voluntad de lucha de la Resistencia, se crearon las condiciones que en 1990obligaron a las FF.AA. a retirarse a sus cuarteles. El triunfo del No en elplebiscito de 1988 pavimentó el camino a la “transición pactada”, que impusieron el Departamento de Estado, el Vaticano y gobiernos europeos. En ese desenlace tuvieron mucho que ver -aunque la historia oficial lo oculte- lasacciones armadas y de masas de la Resistencia. Un pueblo que ignoraba las formas más elevadas de lucha, las había puesto en práctica con singular valor. Complejos requerimientos se habían resuelto con audacia y creatividad. Las formas clandestinas de vida se generalizaron. El armamento, los impecables documentos de identidad falsos, el trasiego de personas y recursos a través de las fronteras se multiplicaron, se construyeron escondites y depósitos, se fabricaron ingeniosos barretines para el transporte de armas, mensajes cifrados y prensa clandestina, se multiplicaron las interferencias de las señales deradios y televisión con proclamas de la Resistencia, se escucharon los mensajes cargados de muerte que intercambiaban las patrullas de la CNI, se exploraron selvas y montañas para instalar guerrillas, etc.
Alentado por la Resistencia clandestina, se intensificó el heroicotrabajo de los familiares de presos políticos y víctimas de la represión, nacieron las organizaciones defensoras de los derechos humanos, las bolsas de cesantes y los “comprando juntos”, que conformaron un arco impresionante de Resistencia Popular. Es una historia todavía desconocida que tuvo miles de protagonistas anónimos. El pueblo chileno se engrandeció en esa hora de prueba.
La extensión y radicalización de la Resistencia introdujo un factor determinante en las negociaciones de la “transición pactada”. Existía la posibilidad de que ese proceso madurara hasta alcanzar la fuerza necesaria para derrocar a la dictadura. Esto habría significado lo contrario a la “transición pactada”: un gobierno de democracia avanzada en lo social y político. Frente a ese peligro, el imperio impuso el traspaso del gobierno a las manos confiables de la Socialdemocracia y la Democracia Cristiana, que ejercen tales funciones desde hace un cuarto de siglo. Sin embargo, la historia no ha terminado, recién comienza. La experiencia de la Resistencia -que se inicia con el ejemplo combatiente de Salvador Allende en La Moneda-, es un legado que debemos cuidar. A esto obedece nuestro llamado a rendir homenaje a Miguel Enríquez y a todos los héroes y mártires de la Resistencia. Son nuestros héroes y mártires.
Editorial de “Punto Final”, edición Nº 814, 3 de octubre, 2014