“La libertad trabaja, la sufre y suda”
Patricio Manns
1. Apenas terminó el horario de votaciones presidenciales en la Honduras tiranizada desde el 28 de junio de 2009 mediante un golpe de Estado “blando”, las primeras mesas escrutadas daban por ganadora claramente a la candidata de Libertad y Refundación, Libre, Xiomara Castro. Libre es un instrumento político electoral que contiene al conjunto y variopinto pueblo que resiste la dictadura.
Su principal contrincante era, precisamente, el candidato del oligarca Partido Nacional, Juan Hernández. Honduras, dependiente y empobrecida, en su papel geopolítico en la Península de Yucatán ha funcionado como plataforma y retaguardia militar del imperialismo norteamericano durante la Revolución Sandinista y la guerra de los pueblos salvadoreño y guatemalteco en los 70 y 80.
El golpe de Estado mal teñido de legalidad ladina, fue dado a mediados de 2009 contra el liberal Manuel Zelaya debido a sus aproximaciones a la Venezuela de Chávez y Maduro y por la causa bien concreta de intentar realizar un plebiscito para saber si la población estaba de acuerdo con llevar adelante un proceso constituyente. Esa tímida iniciativa –enmarcada en cualquier democracia burguesa, una de los formatos de la dictadura del capital- bastó para expulsar a Zelaya de la jefatura del Ejecutivo.
Sin embargo, y hasta cuando se teclea el presente artículo, el Tribunal Supremo Electoral –parte de la dominación estatal y la dictadura-, con alrededor de más de un 54% de los votos escrutados, comunicó (sorprendentemente, pero dentro de las posibilidades hipotetizadas) que el candidato oficialista del Partido Nacional supera casi por 6 puntos a Libre, toda vez que Libertad y Refundación, de acuerdo a su disciplinado seguimiento del proceso, en la realidad aventaja por casi 4 puntos a la dictadura.
El 24 de noviembre fue una jornada marcada por las irregularidades, las amenazas y la militarización de los medios de comunicación democráticos (Radio Globo y otros); la compra de votos a través de bolsas de comida, ropa y hasta tarjetas de crédito por parte del oficialismo. Los multiplicados incidentes fueron pública y formalmente denunciados a la Fiscalía de Delitos Electorales, organismo más misterioso que supervisor de nada.
La Mesa de DDHH Internacional que observó paso a paso las elecciones, señaló que las anormalidades y delitos electorales más corrientes fueron que sufragaron muertos, hubo doble votación, cambio de locaciones sin aviso a las personas a la hora de marcar la papeleta. Se agregaron las amenazas a militantes del Partido Libre y algunas detenciones de sus miembros.
2. La tiranía -reconocida, trágicamente, por diversos Estados del continente. durante sus 4 años a través del no boicot económico y por extensión, político- cometió y comete asesinatos a opositores agrupados en el Frente Nacional de Resistencia Hondureña en lucha y en el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e indígenas, Copinh, en su combate contra el extractivismo destructor de comunidades y naturaleza limitada. Sólo en el campo periodísticos, han sido asesinados más de 30 comunicadores sociales. La represión, hostigamiento, amenazas y persecución sistemática contra las organizaciones antidictatoriales es el modo habitual como el Estado enfrenta al pueblo organizado.
3. Cuando todavía el Tribunal Supremo Electoral no entrega los cómputos finales, ya los trabajadores y el pueblo hondureño acusan de fraude, de robo electoral y de bandidos a la dictadura. En medio de tensos e indignantes momentos, las opiniones predominantes van desde las esperanzas de que se reviertan y sinceren los resultados por la tarde del 25 de noviembre, dando por legítima ganadora a Libre y Xiomara Castro, hasta ofrecer lucha directa para defender la victoria opositora.
Mientras tanto, Libre está convocando a sus delegados de todo el país a una reunión de emergencia para resolver los pasos a seguir.
4. A diferencia de la mayoría de los golpes de Estado conocidos en América Latina y el Caribe, la dictadura provocó inmediatamente la veloz organización y ampliación social de su base popular. Honduras, probablemente aclimatada por los ejemplos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, no se replegó ni fue presa del terror. Su reacción fue ofensiva. Su disposición y voluntad de lucha y transformación asombran al mundo y hoy existen más motivos aún para potenciarlas y radicalizarlas.
La inestabilidad y condiciones políticas ante el fraude en curso pueden desembocar rápidamente en una crisis de gobernabilidad de final abierto.
La estafa electoral, de ratificarse en las próximas horas por la colusión oligarca entre los intereses que representa el Partido Nacional y el Tribunal Supremo Electoral, cierra la posibilidad de la restauración “en forma” de la democracia burguesa. Y si la vía electoral se clausura, el pueblo hondureño no tiene más remedio que liberar sus fuerzas e intensificar su lucha frontal contra la dictadura, esta vez, con un altísimo consenso social nacional, regional y mundial. Si se agota el camino de las urnas y de la resistencia pacífica, la resistencia, legítima y autorizadamente, puede dar un salto a una nueva fase, empleando todas las formas de lucha, en la batalla dura por su liberación.
07.00 hrs, en Honduras, 25 de noviembre de 2013. Escrito en Buenos Aires