[resumen.cl] No es un hecho particularmente significativo para los tiempos que corren, pero para muchos penquistas sigue siendo un símbolo, así es, el que hoy 1 de enero se conmemoren los 200 inadvertidos años de Independencia sigue haciendo ruido.
Hace 200 años, en el sector de Talcahuano que hoy es conocido como cerro Puntilla, antiguamente Morrillos de Perales, Bernardo O’Higgins declaró la Independencia de Chile respecto al Imperio español, hecho reconocido por él mismo en su testamento aunque sin documento oficial que respalde el hecho. Sin embargo los porfiados hechos están ahí y esa plaza, que afuerinos e ignotos dan por llamar “de armas” es la Plaza Independencia desde ese momento, reconocida así por el pueblo penquista, su nombre perdura hasta hoy.
[caption id="attachment_46681" align="aligncenter" width="374"] Cerro Perales en Talcahuano. Foto: José González Spaudo, Flickr[/caption]
Desde esos tiempos el centralismo portaliano y oligárquico se instaló en Chile, matando la soberanía de los pueblos del país, de sus municipios y territorios, ni qué decir de los pueblos originarios, Concepción no sólo perdió el honor de ser la cuna independentista en los libros de historia, perdió importancia, perdió poder político y económico y se fue constriñendo sobre sí misma, arropada solamente por algunos momentos de gloria, las revoluciones liberales del siglo XIX o los gloriosos años de lucha popular de los sesenta y setenta, poco más.
[caption id="attachment_46680" align="aligncenter" width="635"] Foto: La Tercera[/caption]
Los tristes acontecimientos de nuestra historia tienen, además, elementos de represión muy poco conocidos, los encarcelamientos, relegaciones y exilios de quienes se enfrentaron a ese Estado centralista que hoy persiste en su intransigente poder, vestido en la actualidad con modernos inventos neoliberales, con nuevos lenguajes tecnológicos carentes de contenido político o analítico y que sigue siendo lo mismo, como es la patética fiesta del bicentenario que las autoridades “locales” han organizado para la tarde de hoy, desaliñada y sin contenido político ni cultural de relevancia.
Sólo una cosa, y para terminar, sería importante preguntar ¿cómo sería si el derecho de los pueblos se erigiera en el constructor del Estado? Es decir que si las comunidades organizaran las instituciones desde abajo, tal vez podría ser distinta la relación con eso que llamamos nación, Estado, sociedad, tal vez sentiríamos que somos válidos en esa entelequia incomprensible de la política, tal vez hasta volveríamos a confiar, pero esta pregunta era una pregunta para 1818, o aquí en Concepción, que celebra los 200 años de Independencia ¿Hay quienes quieran ensayar una respuesta?