Es costumbre antigua publicar los libros por entregas, en periódicos. Desde Balzac a Mariátegui se ha seguido esa rutina. Ahora, por invitación de mis amigos de Resumen, me sumo a la lista. Este es el primero de 12 artículos sobre Violeta Parra que espero se pueda convertir luego en libro para celebrar el centenario de nuestra autora.
Por Daniel Mathews /resumen.clVioleta Parra tuvo una infancia rural y llena de música. Su padre era folklorista y lo invitaban a las mejores fiestas. A su muerte, tuberculoso, ella y sus hermanos tuvieron que ganarse la vida cantando por los caminos de Chile. Actúan en los trenes u estaciones de ferrocarril, en plazas y mercados, en los tenebrosos boliches de pueblo chico. Violeta, Hilda, Lautaro, Roberto, van como gitanos con su instrumento en la mano y su canasto, ganando unos centavos aquí y alimentos allá, juguetones como gorriones, contentos con su suerte
Como dice Fernando Alegría: “en esos años Violeta repasa una tradición de cantores populares que viene desde la época colonial cuando los más avezados de esos artistas ambulantes se reunían a payar en contrapuntos de preguntas y respuestas. Guitarras primitivas, sones monótonos, voces recias que hablan de la historia sagrada, de catástrofes y sucesos sensacionales, de pasiones y de crímenes, acompañan el paso de los campesinos que van de fundo en fundo haciendo las faenas de la estación”
A los treinta años de edad con una guitarra, una grabadora y un maletín, Violeta comienza un recorrido por todo Chile recogiendo folklore. Ella misma lo dice en sus décimas autobiográficas “ando de arriba p´abajo/ desentirrando folklor”. Producto de ese recorrido logra la edición en París de su primer disco “Violeta Parra, guitarre et chant. Chant et danses du Chili” (1956, Francia, Le chant du monde). Es el mismo caso de Gardel. Parece que para que les demos valor a nuestros artistas es necesario que pasen primero por Europa. En el caso de Violeta con el apoyo del antropólogo Paul Rivet. El mismo año comienza la casa Odeón a editar sus discos en el propio Chile. En total son 4, que con el francés completan cinco discos en dos años:
Violeta Parra, guitarra y canto. El folklore de Chile (1956)
Violeta Parra, acompañada de guitarra. El folklore de Chile, Volumen II (1956)
La cueca presentada por Violeta Parra. El folklore de Chile, Volumen III (1957)
La tonada presentada por Violeta Parra. El folklore de Chile, Volumen IV (1957)
El disco siguiente, de 1960, será Toda Violeta Parra con composiciones propias que merecerán otro artículo.
En el libro biográfico de Carmen Oviedo se habla de 3000 canciones recopiladas por Violeta Parra. Es un rico repertorio que muestra la heterogeneidad cultural chilena y latinoamericana. Algunos textos vienen del romancero español, otros tienen clara raigambre andina. La cueca, como la marinera peruana o el corrido chileno nos viene del folklor canario, como se puede apreciar en “Palmero sube a la palma” donde la “palmerita” que se invita a acercar a la ventana no es, evidentemente, un árbol. Va descubriendo, además, instrumentos que estaban a punto de perderse en Chile y que ella repotencia: la quena andina; el charango y el guitarrón, derivados de la guitarra española.
En 1957 la Universidad de Concepción le encarga el Departamento de Investigaciones Folklóricas. Desde ese cargo recopila ya no solo canciones sino también artesanía, se organizó un museo que hoy prácticamente ha desaparecido.
En 1960 participó en la VI Escuela Internacional de Verano de la Universidad de Concepción, en el ciclo “Claves para el conocimiento del hombre chileno”. Presento la ponencia “Cantores a lo divino y a lo humano”. Nicanor también le puso otro título: “Los maestros cantores de Puente Alto”. Ella describe así la ponencia: “Yo tomé los cantores populares para darles a conocer su alma, su pensamiento, tal como los he conocido, tal como los he oído hablar. Pero, relatar esto para mí era un problema, un dolor de cabeza porque yo no soy escritora, sin embargo como estoy tan segura de lo que he aprendido de ellos, ahí me puse con el lapicito y el papelito y salió”.
Ese mismo año, en una entrevista en la radio de la Universidad, cuenta su experiencia como recopiladora:
“En mis andanzas en busca de la canción chilena, he conocido los más variados tipos de cantores populares. Empecemos por el norte. El antiguo pueblito de Salamanca está ubicado justamente a noventa kilómetros de Los Vilos hacia la cordillera. Me habían dicho que la Semana Santa era cosa interesante allí. Efectivamente, los salamanquinos celebran esta fiesta religiosa tal como se celebraba sesenta o setenta años atrás, con Judas quemado en la calle, con encapuchados, con procesiones de niños disfrazados, con cantos, ferias al aire libre, charlatanes y cantores callejeros”.
La Escuela Internacional de Verano de ese año fue particularmente importante. Organizada por Gonzalo Rojas, contó con la presencia de Margot Loyola y el Cacumen, donde actuaba un “recién egresado de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile”: Víctor Jara; Atahualpa Yupanqui dictó un taller de folklor argentino; tuvieron ponencias Juan Gómez Millas, Braulio Arenas, Joaquín Edwards Bello, Nicanor Parra, Pablo de Rokha, Nicomedes Guzmán y un médico que llegaría varios años después a ser Presidente: Salvador Allende. En la quincena siguiente se realiza el Primer Encuentro Americano de Escritores con asistencia de Enrique Anderson Imbert, Ernesto Sabato, German Arciniegas, Fernando Alegría, Braulio Arenas, Volodia Teitelboim, Nicanor Parra, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti
En 1965 publica el único libro que verá la luz en su vida, nuevamente en francés, Poésie populaire des Andes, editado por Francois Maspero. Incluye recopilaciones de canto a lo humano y lo divino, tonadas, parabienes, esquinazos, cuecas y algunas canciones de su autoría. También hay semblanzas de sus informantes: Alberto Cruz, Rosa Lorca, Guillermo Reyes (en realidad se trata de Juan de Dios Leiva según Reiner Canales Cabezas) y Francisca Martínez.
Ya muerta se publica también Cantos folklóricos chilenos. El libro ya había sido anunciado en una entrevista que realiza Magdalena Vicuña para la Revista musical chilena. Contiene cantos recopilados por Violeta Parra, semblanzas de los informantes, fotos de Sergio Larraín y transcripciones musicales de Gastón Soublette. Según la biografía de Carmen Oviedo, Soublette llegaba, entre los años 1956-1957, todos los días a la casa de Violeta en calle Madrigal “durante los casi seis meses que duró la preparación del libro”. En 1970 la revista Atenea de la Universidad de Concepción publicó un fragmento del libro. No obstante la publicación fue postergándose hasta que Ángel Parra lo encontró entre otros papeles de su madre.
BIBLIOGRAFÍA
Fernando Alegría “Violeta por todas partes” en Araucaria de Chile N° 38, Madrid, 1987.
Reiner Canales Cabezas De los cantos folklóricos chilenos a las décimas. Trayectoria de una utopía en Violeta Parra. Tesis de magister en literatura. Universidad de Chile.
Carmen Oviedo Mentira todo lo cierto. Tras las huellas de Violeta Parra, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1990.