Incendio en Valparaíso: De nuevo el Estado contra el pueblo

Robinson Silva Hidalgo / resumen.cl

Los incendios de este lunes recién pasado en Valparaíso vuelven sobre un elemento de constante y dura repetición. No, no me refiero a los incendios propiamente tales, sino al origen de los mismos; como una macabra metáfora, el fuego provendría de una dependencia del Ejército –según dichos del Intendente de la región, Gabriel Aldoney-. Esto no es de extrañar, pues la estructura militar del Estado siempre ha tenido un profundo desprecio, más bien un inveterado odio por los sectores populares, los ha masacrado, utilizado, vejado, entre otras muchas formas de humillación, al parecer la última de ellas es la indiferencia por la condición de pobreza ante la catástrofe en sus múltiples formas.

Si la información se confirmara, sería increíble que el Ejército no supiera de las condiciones que generan los incendios porteños: el llamado 30-30-30 (baja humedad, altas temperaturas e intensos vientos), con todo el dinero público que se gasta en esta institución, ¿acaso no se destina una parte al pronóstico meteorológico?  O, más bien ¿no se enteran de los reportes diarios de la Dirección encargada de ello? Tal vez si se hace, pero al parecer no les importaría, por lo menos no más que los asados de fin de año o sus jueguitos de guerras ficticias, más falsas que los fuegos artificiales que, por lo menos, alegran la vista; la condición de arrastre histórico volvería a florecer, el odio al pueblo de Chile por parte de la milicia.

Con mayor certeza causa impresión escuchar a la pseudo izquierda gobernante, en otra prueba más del odio a los más pobres. Mahmud Aleuy, el subsecretario del Interior, no halló nada mejor que -en medio de las llamas consumiéndolo todo-, culpar de los incendios a la suciedad de los habitantes, en rigor señaló que éstos se debían a la acumulación de basuras en las quebradas de esas poblaciones, que la responsabilidad venía de ahí. Es decir, la primera reacción de la autoridad política central es buscar en esa manga de parias de los cerros del puerto la causa de su desgracia por su propia miseria, olvidando que todos los gobiernos desde la dictadura en adelante han prorrogado el decreto 701, que da condiciones más que favorables a la industria forestal para hacer lo que quiera; además del desprecio por las clases populares, demuestra una soberbia o, dicho en chileno, una cara de raja espantosa.

La última guinda es para los medios de comunicación, que, señal con señal, entrevistan al bombero héroe, a la abuelita perdida-encontrada y a los habitantes desesperados por la pérdida de mascotas, enseres y memorias de sus viviendas. La prensa amarillista, que no la descubriremos ahora, sólo busca “historias” como dicen cansinamente los reporteros de cada canal empresarial, no discriminan en sacar lágrimas y adorar la “fuerza de los porteños”. Para ellos las personas sólo son un botín para arrancar algunos puntos de audiencia para los alicaídos índices estivales, buitres insaciables que no hacen otra cosa que desinformar, con alguna careta de sentido común aportada por investigadores serios, si es que da tiempo para ello, claro.

Odio al pueblo, es evidente hoy, en las catástrofes, pero también en las políticas públicas inexistentes o mal hechas, en educación, salud, previsión y un largo etcétera: nos odian, nos desprecian e ignoran, como dice el dicho "nos mean y nos dicen que está lloviendo."

Fotografía Colectivo RIVAL: Playa Ancha alto, 2 de enero de 2017

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