Por Guillermo Correa Camiroaga / resumen.cl
El día martes 09 de mayo, en el Centro de Extensión de la Universidad Católica del Maule, se inauguró la exposición “Infancia y Dictadura: Testigos y actores (1973-1990)”. Este interesante trabajo es fruto de un Proyecto de Investigación desarrollado por la Académica Patricia Castillo, cuando pertenecía a la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, ya que actualmente es Académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, y la curatoría del mismo es dirigida por el Centro del Patrimonio Fotográfico (CENFOTO).
Este montaje en la ciudad de Talca representa la cuarta versión de esta exposición. Las primeras dos versiones se realizaron en Santiago durante el año 2016. La primera de ellas se efectuó en el Museo de la Memoria (entre abril y julio), y la segunda versión en la Biblioteca Nicanor Parra de la Universidad Diego Portales (septiembre-octubre). La autora, Patricia Castillo, manifestó que su intención es romper con el centralismo cultural, impulsando llevar este trabajo al mayor número de ciudades a lo largo del país y, gracias a que se ganó un Fondart ha podido iniciar estas exposiciones itinerantes. El anterior montaje, que corresponde al primero de las versiones regionales, fue en el Museo Histórico y Antropológico de la Universidad Austral de Valdivia (entre diciembre de 2016 y enero 2017).
En Talca, ante un auditorio colmado de atentos estudiantes, niños, niñas y adolescentes, la autora de este Proyecto. Patricia Castillo, y uno de los curadores del mismo, Samuel Salgado, explicaron las motivaciones y objetivos que se persiguen con este trabajo. El integrante de CENFOTO, Samuel Salgado, manifestó en parte de su intervención que:
“Para mí esta exposición y este trabajo ha sido muy significativo, tal vez por una cosa muy íntima y es lo que quiero trasmitir (… ) Todos compartimos de alguna forma, a partir de nuestra singularidad claro está, vivencias sobre la infancia (…) La exposición a mí me hizo reflexionar, revivir, recordar y volver a sentir toda esa dimensión que había dejado de lado y que había olvidado voluntariamente, que tienen que ver con mi infancia y mi adolescencia. Reflexionando de cómo fui testigo, como niño y adolescente, de mi entorno durante la dictadura militar. Cómo también percibí esos momentos, cómo fui testigo y cómo de alguna manera en distintas ocasiones fui actor, desarrollé algo contra la dictadura (…) Y la sensación de temor y la sensación de odio, pero sobretodo el miedo, se mantuviera.
Porque de alguna manera todos participábamos de ese terror, sin quererlo (…) Reflexionar sobre eso. O sea, no olvidar este tránsito tan extenso que son, dependiendo de la vida de cada uno, tu infancia y tu adolescencia, y como nosotros estamos siempre, por la sociedad que nos toca vivir, llamados obligatoriamente en unos casos a destruir todas las formas que nosotros creamos o desarrollamos durante ese período(…) Enseñar como guardar estas cosas, estos dibujos llenos de vida producidos por estos niños durante la dictadura militar chilena es algo que me parece notable que este proyecto hace y en la exposición yo lo puedo ver…”
Por su parte Patricia Castillo, la autora del Proyecto expresó:
“Yo soy una Académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano en este momento, de la Escuela de Psicología y los Académicos como los Profesores a veces leemos cosas y esta va a ser una de esas veces. “ Esta es la cuarta vez que inauguramos la exposición Infancia y Dictadura: Testigos y autores 1973-1990. En general fue un trabajo pensado para una generación bien específica, la mía .Es decir, ese conjunto de niños y niñas que crecieron en dictadura y que han sido nombrados de formas diversas: víctimas, segunda generación, que sabes tú si no lo viviste.
Esa generación de niños y niñas que vio la ruptura de la democracia o que conoció esa palabra como una añoranza del mundo adulto, es decir, una generación que confundió la palabra democracia con la palabra paz o con la palabra trabajo, porque en realidad entendió rápido lo que era el miedo y la pobreza. Cuando esta exposición se inauguró por primera vez y empezó a circular nos dimos cuenta de algo sorprendente, al menos para mí. Este solemne espacio se transformó en un paréntesis en el tiempo y permitió que tres generaciones se encontraran: la de nuestros padres, que no sabían hasta ahora lo que éramos capaces de entender, la nuestra, los niños y niñas de esa época y la de nuestros hijos, gente como ustedes. Muchos de nosotros nos dimos cuenta que nunca les hablamos a los hijos de esta etapa. Le decimos “es que yo era muy chica”, “no me acuerdo de nada”, “no sé, me he olvidado de casi todo”, o bien “¿porqué me estás preguntando esto, que te dijeron en el colegio?”, en fin. Muchas de estas frases esconden experiencias históricas ante la subalternalización de la infancia y también el miedo terrible que tenemos de abrir este tema con ustedes, porque no sabemos si vamos a poder cerrarlo, tampoco sabemos si ustedes van a entender o van a estar en condiciones de ver a los adultos conmovidos y adoloridos por cosas que ustedes solo deberán imaginar, pues hoy, felizmente, ya no están presentes. Este espacio, la exposición, se ha transformado en todos los lugares en los que ha estado en una invitación para recordar y dialogar entre generaciones. Es un espacio en que nos hemos encontrado con preguntas que nosotros no sabíamos que, de algún modo, ustedes, los jóvenes de hoy tienen. ¿Qué es un “toque de queda?”; ¿qué son los bandos militares?; etc. En este espacio, un poco protegido, con palabras prestadas de otros, los adultos que los rodean a ustedes podrán encontrar algunas de las palabras que perdieron para hablar de esto. Y ustedes tendrán preguntas que no sabían que tenían, pero que son necesarias e importantes. Y la memoria quizás deje de estar ya tipificada o de pertenecerle a unos pocos. Es importante por esto también les contemos que cuando hicimos esto con Paulina, Samuel y Nicolás, al menos tres de nosotros vivimos la niñez en dictadura, en distintos contextos geográficos, familiares y políticos, y que en cierta forma quisimos, sin ocultar la violencia y lo dramático, autorizar una serie de experiencias de la vida cotidiana que también tienen que ver con el amor, con la sorpresa, con el humos, con el aprendizaje. Por lo tanto, lo que ustedes verán en la exposición es un conjunto de piezas de la vida íntima de los niños y niñas, que contienen secretos, romances, momentos familiares, acontecimientos nacionales, etc. Es decir, accederán a un discurso que excede por mucho la cuestión del miedo y que muchas veces encontró en las palabras de la política un lugar para comunicar el afecto, la complicidad y la amistad. Palabras bonitas, hoy casi en desuso: “compañero”; “hasta la victoria”; “el futuro será nuestro, y lo caminaremos juntos”.
La exposición incluye una serie de elementos recopilados a través de un largo período de tiempo, entre los cuales hay diarios de vida, dibujos, cartas, pequeños afiches, diarios murales, que reflejan las experiencias de vida de los niños y las niñas durante el período dictatorial. La muestra incluye además algunas fotografías de diarios de la época.
Uno de los méritos fundamentales que tiene esta instalación, a mi modo de ver, es precisamente sacar a la luz un aspecto muy poco conocido como es el de la niñez en dictadura, ya que, por lo general, los niños y niñas son inconscientemente considerados como “sujetos pasivos” de esos momentos y, de cierta manera, sus testimonios permanecen en la penumbra. Esta exposición abre una ventana precisamente para iluminar esa penumbra.
Por otra parte, la exposición dispone, de una manera muy pedagógica y didáctica, elementos originales que podemos no sólo observar, sino también palpar directamente. Es una forma sensorial y emotiva de entrar en estos íntimos espacios de reflexión y memoria. Tocar, hojear y percibir el olor añejado del papel de los Diarios de Vida allí presentes, transforman estos elementos inanimados en objetos pletóricos de vida.
La observación y la lectura de todos los objetos expuestos nos transportan a un pasado reciente cargado de emociones encontradas, en donde evidentemente el miedo está presente, pero al mismo tiempo nos muestran acciones de resistencia y de lucha anti dictatorial, entregándonos importantes testimonios que contribuyen a la recuperación de la Memoria Histórica.
Al consultarle a Patricia Castillo si llevarán esta exposición a Valparaíso, manifestó que “estamos en eso, realizando algunos contactos que nos permitan continuar adelante con esta exposición itinerante y Valparaíso es también un lugar en donde queremos estar presentes”.
Como he planteado en crónicas anteriores, la recuperación de la Memoria Histórica avanza cada día, pasito a pasito, por múltiples y diferentes caminos y, trozo a trozo, el rompecabezas de la memoria se sigue armando.