Pinkwashing: “Lavado rosa” en Israel… y en Chile

Durante el mes de Junio, el mes del orgullo gay, la cuenta oficial de Facebook de IDF (Israel Defense Force) publicó la foto de dos soldados tomados de la mano con la siguiente bajada: “En el mes del orgullo ¿Sabías que las fuerzas de defensa de Israel trata a todos sus soldados de igual manera? Veamos cuantas veces logras compartir esta foto”. Por supuesto la imagen se transformó en viral a través de las redes sociales.

A simple vista podríamos saludar este “gesto” por parte del ejército israelí, ya que las políticas de tolerancia y respeto hacia la comunidad de Lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT en adelante) son necesarias de ser reconocidas y difundidas con fuerza. No obstante, si unimos datos y hacemos un análisis de fondo, descubriremos que esa fotografía forma parte de una estrategia nefasta por parte de dicho Gobierno.

Pinkwashing es el nombre que se le atribuye al intento de lavar la imagen del Estado de Israel, condenado mundialmente por las violaciones a los DDHH contra el Pueblo palestino, a través de su difusión como el “paraíso” de las libertades civiles para la comunidad LGBT. Vincularse con la comunidad LGBT y sus organizaciones a nivel mundial es una política internacional prioritaria para el sionismo, movimiento político catalogado por la ONU como “racista”, responsable de un apartheid, y principal promotor de la ocupación de Palestina.

Esta política, cuya traducción sería “lavado rosa” o “blanqueo rosa”, es parte de una estrategia de relaciones públicas llamada “hasbará” con importante infraestructura desde el gobierno Israelí. En otras palabras, es parte del aparato de propaganda sionista que permite ubicar al estado de Israel en el centro de la atención, pero no como un estado colonizador y represivo, sino como un estado garante de los Derechos y Libertades civiles del mundo moderno, sobre todo en un territorio como medio oriente, que es permanentemente estigmatizado para el cumplimiento de los intereses geopolíticos tanto del sionismo como de su mayor aliado, el imperialismo norteamericano.

Pinkwashing en el mundo

La hasbará y en particular el pinkwashing operan desde órganos estatales y organizaciones no gubernamentales. Dentro de estas últimas la más importante es Stand With Us una organización que funciona a nivel mundial y se dedica a “educar” a la ciudadanía sobre Israel colaborando política y económicamente con iniciativas levantadas por la comunidad LGBT (foros, seminarios, festivales de cine, etc) con un presupuesto de 4 millones de dólares anuales. Su nivel de influencia es tal, que durante el Equality Forum, cumbre anual sobre derechos LGBT realizada el 2012 en Filadelfia, Israel fue elegido por los organizadores como el país destacado, siendo el embajador de Israel Michael Oren el orador principal del encuentro. Mismo hombre que meses después ofrecería sin reserva alguna un discurso junto a John Hagee, fundador de Cristianos Unidos por Israel, quien se hiciera famoso luego de declarar que el huracán Katrina fue una respuesta de Dios a la gay parade realizada en New Orleans.

Otro caso emblemático de instrumentalización de la comunidad LGBT ocurrió durante este año en Venezuela. Luego de desafortunadas declaraciones por parte del presidente Maduro que son muestra que aún la revolución bolivariana tiene una deuda pendiente con la sexodiversidad, la principal voz opositora fueron organizaciones LGBT comandadas por el conocido sionista venezolano Henrique Capriles. Una cruzada sin duda oportunista de la derecha venezolana que se ha caracterizado históricamente por ser homofóbica, sobre todo viniendo del líder de la oposición que dentro de su historial político tiene haber pertenecido a una organización profundamente conservadora como Tradición, Familia y Propiedad.

Nuestro país no es la excepción

Durante el primer semestre del año recién pasado, la fundación Iguales impulsó una campaña contra la discriminación llamada Rec Non Stop que contó con el auspicio de la Embajada de Israel. El video de presentación de la iniciativa se tituló “¿Cuánto demora en quemarse en el horno?” haciendo una clara referencia al holocausto,- lamentable capítulo de la historia de la humanidad que el sionismo utiliza como capital moral-. De la campaña llamó la atención el premio que ofrecía: un viaje para 3 personas a Israel, todo incluido.

Pero Iguales no es la única. Durante el último tiempo el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual ha estrechado lazos con representantes del Estado de Israel en Chile cuestión que se ha materializado en el apoyo político a iniciativas de ley propuestas por representantes del sionismo. Así es como hace algunas semanas pudimos ver a dirigentes políticos del Movilh en la importante festividad judía de Jánuca, celebrada en el Palacio de la Moneda y dirigida por el presidente de la República, Sebastián Piñera. En la ocasión, el mandatario además de recordar la aprobación de la ley antidiscriminación durante su mandato, anunció la decisión de poner carácter de urgencia al proyecto de ley de incitación al odio y la violencia, proyecto que a pesar de plantearse como una medida para luchar contra la discriminación en nuestro país, ha sido cuestionado duramente por organizaciones sociales ya que esconde nefastas dobles intenciones.

Y es que está iniciativa de ley en su oficio original presentaba una serie de ambigüedades, siendo una de las más importantes la inclusión del concepto “antisemita”. El antisemitismo o judeofobia entendido como el odio injustificado a quienes profesan el judaísmo es reprochable desde todo punto de vista, sin embargo el término, “puesto” como un agravante en expresiones discriminatorias en el proyecto, ha sido usado para criminalizar y silenciar en países como Francia, España y Argentina las manifestaciones antisionistas de rechazo y denuncia a los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel contra el pueblo palestino. De acuerdo a la dudas que genera el análisis comparado de jurisprudencia internacional, es legítimo preguntar ¿Es acaso la judeofobia una realidad nacional? ¿Por qué especificar en ello y no en la discriminación que sufren, por ejemplo, ciudadanos de países vecinos o integrantes del pueblo mapuche?

Estamos llenos de acciones como esas, donde entre líneas el sionismo busca blindaje a nivel mundial. En Chile no podemos estar disponibles para ello.

Finalmente es importante señalar que la intención de este artículo está lejos de ser una oposición a priori de iniciativas que busquen superar la arraigada cultura discriminatoria e intolerante de nuestro país. La real intención, es un llamado a todas las organizaciones de la sociedad civil y en particular a las LGBT a ampliar la mirada, a tener una visión global de los conflictos que aquejan a grupos, comunidades y pueblos en situación de opresión. Una mirada que impida legitimar políticas que aboguen por invisibilizar la crítica situación de violación a los DDHH y colonización que sufre el pueblo Palestino impulsadas por quienes, a través de una progresista legislación en materia de derechos civiles ,intentan lavar la imagen del Estado Sionista a nivel mundial.

Soy un férreo defensor de los derechos a la diversidad sexual y levanto con fuerza dicha bandera. Pero al mismo tiempo, lo hago enarbolando también las banderas contra todo tipo de injustica y opresión. Somos muchos quienes no estamos disponibles a tranzar luchas por ciertos derechos. Aquí estamos construyendo una sola bandera, y en ese proceso más que rosa la cosa se vuelve blanco o negro. Los invito a tomar postura.

Francisco Castillo: Comité Chileno de Solidaridad con Palestina, Grupo Diversidad Valparaíso

Extraído de rebelion.org

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