¿Qué nos deja Freirina?

Jerzy Kozinski escribió hace unos años, bastantes (1971), un libro que a pesar de su brevedad, puede ser considerado un clásico. Desde el jardín, lo encontré para leerlo por segunda vez en una feria de Barrio Norte, en los coleros a la modica suma de 500 pesos. No contaré el libro, que es por cierto, recomendable. Lo fundamental que rescató del texto es como con una sencillez envidiable, Kozinski plantea que un completo idiota puede transformarse en uno de los hombres más poderosos del mundo.

 

Es un libro ideal para entender como esta sarta de ignorantes, patuos y ambiciosos llegan al gobierno de turno.

No se si será su opinión, pero para mi es un completo idiota quien justifica la miseria de una comuna, por mantener una buena imagen frente a las inversiones empresariales y los empleos.

 

La clase política cabe dentro de esta clasificación.

 

Es indudable que la clausura de la planta de Agrosuper en Freirina es una victoria, un avance en la conciencia política del pueblo. Mañalich lo reconoció un poco asustado, aludiendo a un cliche que le acomodaba más a los empresarios de agrosuper, “hacer la justicia con las propias manos”.

 

Poco a poco, con este tipo de acciones se traza un pequeño camino dentro de la confusión en la que nos sumerge el funcionamiento monstruoso del capital. Pero al mismo tiempo que las personas comprenden que los únicos que podrán defenderlos, son sus propias agrupaciones, surgen profundos cuestionamientos que develan nuestras carencias.

Detectada esta carencia, no por nosotros, sino que por el gobierno, la ministra Matthei acudió de inmediato a la llaga del chileno común y corriente: el empleo. La ministra del trabajo y su agresiva campaña comunicacional, aprovecharon para convidar a hablar en los grandes medios a los trabajadores de agrosuper, unos 400, que quedarían sin empleo. Los trabajadores, obviamente, se oponen al cierre de la planta.

 

El problema no es un tema nuevo, muchos dirán. Para nada nuevo. El problema es que a pesar de su antigüedad, no encuentra salida alternativa por parte de las colectividades que se oponen a estos nefastos proyectos empresariales. El empleo ha sido la excusa para convertir a Coronel y al Valle Del Huasco, en zonas de sacrificio, como señaló Oceana

 

“Huasco, Ventanas, Tocopilla, Mejillones, Coronel, son los lugares que, a juicio de la organización, son “zonas de sacrificio”, dada la grave contaminación ambiental a la que han estado expuestos sus habitantes y su medio ambiente. Todas ellas comparten el hecho de ser zonas altamente industrializadas, saturadas de plantas termoeléctricas a carbón, fundiciones y otras industrias contaminantes. Sus habitantes, además, generalmente viven en situación de pobreza y carecen de redes políticas para defenderse de la instalación de nuevas empresas.”

 

Si el lugar donde se distribuye la riqueza, dentro de la economía, es el trabajo y Chile es uno de los paises más desiguales del mundo, significa que el trabajo es precario: mal pagado y con casi nulas posibilidades de conseguir mejores condiciones. Pero como diría este sujeto popular construido por el neoliberalismo y la dictadura militar y civil, es lo que hay.

 

El aumento de capital a corto plazo y con tecnología de punta, permite visualizar un Chile apocalíptico. Freirina se defiende utilizando sus últimos recursos, la piedra, el corte de ruta y el fuego. Como señaló un titular por ahí, el capital devora a los pueblos. Y los fachos los acusan de terrorismo.

 

Es en estas condiciones que la principal contradicción del sistema capitalista, Capital y Trabajo crea una contradicción que parece apocalíptica entre Capital y medioambiente. Sin embargo, lo que permite este monstruoso avance del capital, es la anulación del sujeto que trabaja. Del que trabaja no solo en un sentido clásico, asalariado, sino del trabajo que supera la relaciones de dominación del capital. Lo que permite generar una resistencia a largo plazo a la economía capitalista es pues, la generación de poder popular por parte de las agrupaciones que se ven agobiadas por el sistema, modificando su territorio para adaptarlo a las necesidades de la población y no del capital. Las experiencias de lucha chilenas han existido en la historia, ahí están los cordones industriales, las tomas de terreno, el complejo maderero y forestal Panguipulli.

 

Los empresarios no tienen una conciencia que permita una suerte de freno. Si no se comprende que son unos psicópatas, difícilmente podremos crear nuestro propio camino.

 

Lo único que permite generar una mejor distribución de la riqueza es el empoderamiento de las organizaciones populares. Y lo único que permite la superación del sistema de dominación es el empoderamiento y la conciencia política del pueblo en su conjunto. La única forma de superar el cuestionamiento del empleo del gobierno, es generar otro tipo de economía no sometida a los intereses empresariales.

 

Sonará de perogrullo, pero solo el pueblo podrá liberarse de sus cadenas de carbón, olor a mierda y sus correspondientes terribles enfermedades y muertes miserables. Si no me cree, lea el libro.

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