¿Quién le pone el cascabel al gato?

Desde el año 2006, con la primera movilización pingüina, la legitimidad del neoliberalismo se vio por lo menos, afectada. El año 2011 y las movilizaciones que le siguieron, Magallanes, Aysén, Freirina, el paro de los portuarios y la paralización de los trabajadores del cobre han terminado por hacer patente esta fisura en el sistema. Una fisura reconocible que la movilización social ha potenciado, para cambiar las relaciones de fuerza en el plano de las subjetividades. Todo ello, con niveles de crecimiento del PIB de un país “desarrollado”. Incluso niveles más altos.

El movimiento telúrico genero réplicas en el aparataje de dominación política; el descrédito de la clase política se profundiza cada vez más con los serios escándalos que enfrenta el actual gobierno. El retroceso de la derecha tradicional se hace notorio con las profundas diferencias de manejo político de sus principales partidos, que han provocado ciertas reinvenciones de una derecha en otras agrupaciones, pero como el mismo pensamiento y una ideología completamente agotada, pues el neoliberalismo a nivel ideológico está en descrédito a nivel mundial. Temen quedarse solo con los medios de comunicación y perder sus representaciones parlamentarias. La otra derecha postdicatorial y cínica apuesta todas sus fichas en mantener su coalición aunque sea a nivel eleccionario, sin importar programas políticos, refugiándose en una presidenciable -Michelle Bachelet- que se desdice apenas es confrontada por los estudiantes.

La encrucijada paulatinamente se les vuelve indomesticable.

Pero las malas noticias para el aparataje de dominación del capital vienen no solo desde su eterno rival, la sociedad civil, sino también de sus instituciones. Desde el Banco Central se viene anunciando hace meses la posibilidad de el surgimiento de una burbuja financiera, y desde hace años se señala que el histórico precio del cobre es, como su misma denominación señala, histórico; no eterno. La economía chilena depende fundamentalmente de la especulación financiera con el cobre, que puede caer en cualquier momento: como un elefante en una telaraña. Tal como señaló a Ciperchile Gabriel Palma en La economía chilena, como el elefante, se balancea sobre la tela de una araña.


Se ha gastado más de lo que se tiene, porque se ha pensado irresponsable y -agrego- antisocialmente, que los precios del cobre se mantendrán. No te comas la gallina, que da los huevos de oro- dicen los viejos. Se han devorado la gallina y gracias al paraíso fiscal chileno, los huevos de cobre están a salvo en cuentas bancarias extranjeras.


¿Por qué debemos penetrar las capas sociales inmunes hasta el momento, a la idea de un cambio? ¿qué hacer para penetrar estas capas y como logramos un vínculo concreto?¿En qué contribuye la transformación de las mentalidades, al cambio social?


La lucha social requiere de una herramienta aglutinadora. Una unidad instrumental que permita la elaboración de un programa político y un plan de acción para ejecutar ese programa. Quien participa de la lucha sabe que los esfuerzos se desvanecen cuando no son sistemáticos y de largo aliento y eso requiere más que una red que permita un acto cortoplacista. No hablo de un partido político, la camisa de fuerza en la que nos mete el sistema político y su lógica de representatividad de poder; hablo de superar la camisa de fuerza de la crítica al partido que se ha transformado en una lógica de la no-orgánica, sea partidaria, asambleísta, centralista, etc., muchas veces la excusa para no asumir responsabilidades que puedan transformar la cómoda vida de algunos. Hablo de ejercicio de poder.

Los portuarios dieron un paso: fuera de la legalidad, sus sindicatos son por rama productiva y no por empresa. Su paralización, a pesar de la ingrata extensión de esta faja de tierra, fue nacional.

Porque hoy debemos pensar en derribar la puerta y no de entrar golpeando. Y para derribar algo debemos no solo descubrir donde está.

¿Cuáles son las prácticas y demandas populares, motor de la transformación política y social del país? ¿Cómo contribuimos y potenciamos las prácticas revolucionaria?¿Cuál es nuestro diagnóstico sobre las realidades locales y nacionales?

No basta con pensar en la liberación: ¿Cómo transformamos nuestra práctica política en práctica revolucionaria?¿Cómo vinculamos las prácticas revolucionarias del pueblo con las capas no comunicadas?¿Cómo rompemos la lógica de la mercancía y establecemos relaciones de apoyo mutuo y solidaridad?

En fin ¿Quién le pone el cascabel al gato?

 

A tomar el cielo por asalto.



Foto de Sergio Parra: Actividad solidaria en Puerto de San Vicente. Venta de productos comunidades pehuenches del Alto bío bío, sin intermediarios.




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