Cicerón, nos dice que “no hay tarea en la que el hombre se halle más cerca de Dios que la de fundar ciudades o refundar las existentes”, esta posibilidad las tienen las elite de cada generación.
El episodio veraniego de la Intendenta, me ha hecho reflexionar y preguntarme ¿Qué piensa nuestra elite de este episodio y del destino de nuestra ciudad, ha principios de la segunda década del siglo XXI? ¿Cuál cree que deben ser las virtudes cívicas y los principios morales y éticos de quienes conducen nuestra comunidad política? ¿Tendrán un proyecto en ciernes como fue la Universidad de Concepción, por ejemplo, hace una centuria? Algunos añoran una relación de “reciproca capitalidad” con los dirigentes nacionales; o explican nuestra decadencia por el extravío histórico de orígenes coloniales; otros deben enorgullecerse que sus vástagos ocupen cargo de cierta relevancia mercantil o que sobrevivan en labores menores en la vieja Europa. Para otros, la elite sólo quiere disfrutar la sangría del Centro Español, jugar billar o pool en los salones del Club, y pegar unos buenos “drive” y “putt” camino a Coronel, o tal vez no tenemos una elite, sólo un conjunto de personas con un patrimonio, una solida formación intelectual que carecen de un “ethos” identitario común.
Es probable que ignore las reales circunstancias o cometa un error, sin embargo, lo que sí visualizo e intuyo que las personas de los “pueblos y barrios” tienen un proyecto histórico y político inconcluso, que se sustenta en la más profunda y legítima soberanía de los pueblos de la Concepción, que promueve y ha promovido la autonomía regional y política, que cree en una sociedad libre de ideas e intereses de hombre iguales entre sí, fundado en que la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder político, que descree de la narración mítica del orden republicano centralista, identificando a la República con la centralidad del poder y el proyecto conservador, dejando fuera el ideario democrático regional liberal, que constituye una de las columnas vertebrales de la construcción republicana, que oponen soberanías democratizadoras y regionalistas a mercaderes oligárquicos e imposiciones centralistas, una organización estatal territorialmente más competitiva y más descentralizada, donde su “orden social deseable” es más justo, humano y solidario.
Pienso, que debemos constituirnos en sujetos sociales, con conciencia histórica, capaces de pensar y crear un pensamiento crítico, que realice una construcción colectiva de una nueva comunidad política con sentido humanista.