Ir caminando a humedales, una oportunidad para el bienestar de la población del Gran Concepción

Recientemente se conoció que el humedal Vasco de Gama, en la comuna de Hualpén, está expuesto al deterioro de personas interesadas en ocupar su superficie para fines habitacionales, lo hacen echando continuamente escombros y basura sobre él. La situación de este sitio no es distinta a la de otros en la provincia de Concepción. Acceder caminando a los humedales urbanos: una oportunidad de recreación y bienestar, es un artículo que pone en discusión la situación de cinco de estos espacios y, principalmente, la forma en que la comunidad interactúa con ellos. Aniceto Hevia En el documento, de Carolina Rojas-Quezada, Felipe Jorquera-Guajardo y Stefan Steiniger, se realiza un análisis de 640 encuestas aplicadas a residentes del entorno de los humedales urbanos: Rocuant-Andalién, ubicado entre Talcahuano y Penco (2860 Ha); Vasco de Gama y Paicaví, en Hualpén y Concepción (91 Ha); Los Batros, en San Pedro de la Paz (149 Ha); Boca Maule, en Coronel (65 Ha). En general, todos estos sitios están afectos a diversas opraciones degradantes, principalmente la inmobiliaria. El resultado de esta revisión arrojó que en cuanto a la frecuencia de visita al humedal, el 52% de la población indicó no visitarlo “nunca”; un 14,7%, “una vez al mes”; un 14,2%, por lo menos “una vez a la semana”; el 13,5%, “una vez al año”; y un 5,6%, “todos los días”. Las personas que visitan los humedales con alguna frecuencia son 303 personas del total encuestado. Una visita típica dura “menos de una hora” en un 46,5%; “entre 1 a 2 horas”, en el 48,9 %; “medio día”, en el 3,8%; y “todo el día” en apenas un 0.9%. Junto con ello, los propósitos más frecuentes de visita son “pasear y contemplar” (53,9%), así como el “deporte” y el “tránsito”. Por otra parte, la basura presente en los humedales constituye uno de los atributos visibles negativos más mencionados. En cuanto a las razones por las cuales no se visita el humedal, un 41,3% comenta que no le resulta interesante; un 33,9% no señala ningún aspecto en específico. En cuanto al modo de transporte para visitar los humedales, la caminata es la principal vía (40,2%), seguida por el automóvil (21,4%), la bicicleta (15,5%) y, por muy lejos, por el transporte público (3,6.%). De todas formas, más del 90% puede alcanzar un humedal en 30 minutos caminando, indica el artículo, de lo cual se infiere la gran oportunidad que existe al tener estos espacios accesibles para diversos fines, que junto a los mencionados, también están los de observación de biodiversidad, educación ambiental, aportes en bienestar subjetivo, drenaje de aguas, entre otras. La autora y los autores señalan que los barrios no han sido construidos integrando a estos sitios ni reconociendo sus servicios ecosistémicos. En la proyección de un modelo urbano que integre y proteja los humadales, advierten que «son ecosistemas de delicado equilibrio ecológico, ya que albergan hábitats de especies de flora y fauna, por consiguiente, a la hora de habilitar accesos, estos deben ser muy cuidadosos con la biodiversidad y bien planificados en términos urbanísticos». En este sentido, plantean como recomendable, promover un “acceso de borde” con criterios de paisaje, «considerando diversas aristas: alcance geográfico, visión de territorio, objetivo de conservación, el bienestar urbano, las amenazas, su monitoreo, entre otras». El diseño e implementación de una política que permita a la población disfrutar de los servicios de un humedal y les proteja de amenazas, constituye un desafío. La situación inicialmente descrita es una muestra de ello. Fotografía de @aves_penquistas https://www.youtube.com/watch?v=xfrCZqceMu0
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