[resumen.cl] El revolucionario chileno Jaime Castillo Petruzzi, estuvo 23 años encarcelado en las cárceles de alta seguridad del Perú acusado de traición a la patria en un país ajeno por ser miembro del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), organización armada revolucionaria del Perú que operó durante las décadas de los 80’ y 90’ en tierras incaicas. Jaime Castillo, “Torito”, como le dicen sus familiares y compañeros, participó junto a José Miguel Carrera (ex miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez), en el acto homenaje tras 50 años de la caída en combate de Ernesto “Che” Guevara, realizado este sábado en el local del Sindicato Petrox, organizado por la Corporación Mutualista Bautista van Schouwen. En la ocasión, se realizó un conversatorio sobre las experiencias internacionalistas de ambos revolucionarios latinoamericanos.
Próximo a cumplirse un año de la liberación (el 14 de octubre de 2016), Jaime Castillo le da una significación a su encarcelamiento, basado en su sobrevivencia gracias a la inmensa solidaridad que recibió de los familiares y amigos de todos los combatientes. Recordar que el internacionalista chileno es capturado tras un intenso enfrentamiento con las fuerzas de la dictadura fujimorista. La operación policial puso fin al secuestro del empresario Raúl Hirakoa Torres. La detención terminó con seis chilenos pertenecientes al MRTA condenados a cadena perpetua por traición a una patria que no era la suya. Aunque la condena parecía absurda, las reglas del juego tenían la arbitrariedad que definen a las dictaduras. Castillo es trasladado a la cárcel de Yanamayo, ubicada a 4 mil metros de altura, en Puno, donde permaneció siete años bajo un régimen extremo donde no tenía más que tres visitas al año, y ni siquiera podía leer.
“Cuando fuimos detenidos, tuvimos la película clara, una sabia frase del Che: en una revolución se triunfa o se muere si esta es verdadera. Resultamos detenidos durante 23 años, pero sabíamos y entendíamos que éramos prisioneros políticos de guerra. Entender las leyes de la represión y de la carcelería burguesa era lo fundamental. Nos impedían de toda conexión social humana, de retroalimentación con nuestros familiares. Los primeros años sólo leíamos textos religiosos, logramos resistir y conquistar nuestro espacio, a tener acceso a mayores actividades que nos permitieron defendernos de las actitudes represivas y arbitrarias en nuestra contra” aseguró Jaime Castillo Petruzzi, ex militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario en Chile.
De esta manera, el internacionalista chileno reflexiona sobre la libertad en un mundo totalmente distinto al que él dejó en 1993 cuando fue capturado en el Perú. “La libertad es lo máximo que tiene el ser humano, ya tener la libertad de pensar por uno mismo, es el concepto más intrínseco que tenemos. Necesitamos estar al lado de nuestros familiares, de nuestros pares. Luego viene la libertad del pueblo de este sistema capitalista que desde mi perspectiva se ha fortalecido a través de los años. Tenemos que construir nuestro futuro a diario, organizándonos en base al máximo conocimiento de todas las áreas de la sociedad, para así ir transformándola desde su raíz”, aseveró el llamado “Torito” Castillo.
Frente a la situación actual de la política de izquierda, Castillo es enfático de que existe absorción del sistema capitalista, con sus malas prácticas e instrumentos de concentración de poder que ha seducido a militantes políticos de la izquierda chilena, que se han visto involucrados en hechos de corrupción con las altas cúpulas de la política del Estado de Chile. “Hay capillitas de compañeros que han perdido el rumbo, están vegetando en el neoliberalismo, no se proponen la destrucción del sistema capitalista, menos la revolución, simplemente conviven con el sistema. Piensan que logrando mayores diputados y senadores la igualdad llegará para nuestro pueblo, sin embargo, no se logra nada; en mi año de libertad veo como el sistema los ha absorbido tanto a los dirigentes del partido comunista y socialista que se alejan de los conceptos de organización y revolución. Tenemos que lograr volver a conjugar todos los tipos de lucha y validarlos” afirma.
La historia de Jaime Castillo Petruzzi es intensa. A los 17 años de edad y un año después del Golpe de Estado Militar, abordaba un avión rumbo a Francia, huyendo de engrosar las listas de muertos y desaparecidos de la dictadura de Pinochet. En 1980 volvió clandestino a Chile y se instaló en la zona de Neltume, al este de Valdivia, junto a un grupo guerrillero del MIR, que luego fue interceptado y aniquilado por las tropas militares chilenas. Logró escapar del asedio y estuvo 14 años en el exilio, volvió a París y luego viviría en Nicaragua cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional le había doblado la mano a la dictadura de Anastasio Somoza.
Cuando el fundador del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, Víctor Polay Campos, amigo y compañero de Jaime Castillo, con el que hermanó en su estadía en Francia, es capturado junto a otros dirigentes de la organización, él viaja al Perú para llevar a cabo la operación de rescate de sus compañeros con la construcción de un túnel de 300 metros en la cárcel Castro Castro, de Lima. Operación que se coronaría con éxito el 9 de julio de 1990, cuando 47 emerretistas lograron escapar de las murallas carcelarias. Luego, Jaime se quedaría en Perú para seguir trabajando con el MRTA, pero fue capturado tres años después.
Para Jaime Castillo Petruzzi, la revolución no ha acabado, la base de la experiencia y conocimiento existe gracias a los sobrevivientes de las batallas en las pasadas décadas. “Hacer política es la transmisión pedagógica de nuestros valores, principios y experiencias. La organización y autocrítica tiene que ser fundamental, que el individualismo no nos derrote, mirar al de al lado como un compañero a pesar de las pequeñas diferencias. No podemos dejarle a nuestros hijos, nietos, esta sociedad contaminada por la avaricia de las clases dominantes, que lamentablemente se ve reflejada en nuestros ecosistemas y sobre todo en la gran desigualdad que vemos que sufre nuestro pueblo”, concluye con su visión a un año de que logró conseguir la libertad. Sin embargo, señala “Torito”, pese a que el se encuentra libre, advierte que aún se encuentran recluidos 15 presos políticos condenados a 35 años de prisión en la Base Naval del Callao, en Lima, incluido su amigo Víctor Polay Campos, reclamando solidaridad para sus compañeros.
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