Jorge Sanjinés: “Los críticos de cine no pueden aceptar tener de presidente a un indio”

Jorge Sanjinés lleva más de 40 años con un pie en el cine, y otro en la militancia política boliviana. ‘Insurgentes’ (2012), su última producción junto al Grupo Ukamau, rescata a los héroes indígenas que se enfrentaron al poder y lograron cambios importantes para la sociedad a la que le debe su formación, y vocación artística “dignificada por su carácter social”, aunque sus figuras fueron silenciadas por la historia oficial. El director afirma que fueron estos insurgentes los que cimentaron la historia del pueblo indígena boliviano y que esto permitió que, finalmente, en 2006 llegara a la presidencia Evo Morales. A continuación, un testimonio hecho entrevista a cargo de la Revista cultural Ñ sobre su grupo de producción y su último trabajo.

¿Qué lo llevó a formar el Grupo Ukamau?

Cuando regresé a Bolivia después de haber estudiado cine en Chile, en 1960, quise militar en un partido político para participar en la transformación que se estaba llevando adelante en mi país. Recordemos que el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en 1952 transformó al país de una sociedad feudal a una sociedad burocrático burguesa. Pero yo, al no sentirme enteramente representado por el partido comunista boliviano ni por el MNR, decidí entonces hacer mi propia militancia con el instrumento que manejaba, el cine.

Así conformamos el Grupo Ukamau. Nuestro objetivo fue y sigue siendo crear conciencia en los indígenas sobre sus propios valores y su gran riqueza cultural, así como también convocar la atención de la sociedad blanco-mestiza sobre esa gran masa indígena para mostrarles que esas comunidades no son tontas como ellos todavía piensan.

Su película “Yawar Mallku” (Sangre de cóndor, 1969) es uno de los pocos ejemplos en los que el cine realmente logró transformar la realidad. ¿Cómo conocieron la historia sobre estos crímenes?

En la época en que gobernaba el general Barrientos, el mismo que reprimió al Che Guevara, se difundió una noticia por una radio comunitaria: que en una de las poblaciones cercanas al Lago Titicaca los estadounidenses estaban esterilizando mujeres campesinas sin su consentimiento. Nos acercamos a la zona para hacer un documental, pero nadie quería testimoniar lo que pasaba por miedo. Entonces decidimos contarlo en forma de ficción. ‘Sangre de cóndor’ fue fundamental en el desarrollo político del Grupo Ukamau porque nos demostró que estábamos en lo correcto, ya que esa película finalmente logró que se investigara el tema y se expulsó a los cuerpos de paz estadounidenses que esterilizaban ilegalmente a las campesinas.

El Grupo Ukamau desarrolló una estética propia inspirada en la cosmovisión andina para representar cinematográficamente el mundo indígena. ¿Cómo fue la búsqueda de esas nuevas narrativas?

Esa búsqueda se dio dentro de un proceso de aprendizaje. Por ejemplo, la realización de ‘Yawar Mallku’ casi se frustra por ignorancia nuestra, ya que no conocíamos bien la cultura de los indios. Cuando fuimos a filmar a una comunidad invitados por su jefe, nadie quería participar del proyecto, a pesar de que todos sabían que la película iba a denunciar los delitos que estaban cometiendo los estadounidenses contra las mujeres indígenas y que, además, ofrecíamos un salario que era muy bueno. No entendíamos por qué nadie quería participar. La noche anterior a regresarnos a la capital nos dimos cuenta del problema.

En el mundo quechua y aymara el manejo del poder no se da igual que en occidente. En las culturas andinas hay verdadera democracia: todos participan del poder, no hay un jefe que ordena, el jefe sólo representa el poder del pueblo. Y nosotros nos habíamos metido en la comunidad sin pedirles permiso a todos y por eso nos rechazaban. Cuando les pedimos disculpas e hicimos las cosas bien, todos participaron para construir la ficción y no quisieron recibir dinero por su trabajo. Ahí nos dimos cuenta de que el protagonista no es el jefe, sino el pueblo. Por ese motivo en la película siguiente desarrollamos el protagonista colectivo.

La última producción del Grupo Ukamau es “Insurgentes” (2012), que rescata del olvido a héroes indígenas olvidados por la historia oficial. ¿Es importante recobrar para la memoria las luchas del pueblo boliviano?

En la ciudad de La Paz hay monumentos a gran cantidad de personajes extranjeros y casi no hay ninguno a los protagonistas bolivianos. En Bolivia siempre prevaleció el discurso de la clase dominante, que afirmaba que el pueblo era inútil, impotente e incapaz. Ese relato, que era la historia oficial, no incluía a los héroes nacionales como Eduardo Nina Quispe, el pionero de la educación indígena que es desconocido hasta por los maestros rurales indios en Bolivia.

La estructura de “Insurgentes” no sigue un relato histórico lineal. ¿Por qué eligió narrarla de esa manera?

El guión estaba desarrollado de manera cronológica y lo filmamos así, pero en la sala de montaje decidí cambiar la estructura y que el relato fuera del presente al pasado. Me di cuenta de que para explicar cómo es posible que en Bolivia haya hoy un presidente indígena, era necesario mostrar a los personajes indígenas que revolucionaron Bolivia y persisten en la memoria de su pueblo indígena. En una toma de la película se ve cuando, en 2003, la población aymara del Alto cercó a la ciudad de La Paz pidiendo la abolición del sistema neoliberal. Utilicé esta imagen porque la población aymara que luchaba contra el Ejército en 2003 lo hacía vivando a Tupaj Katari y a Bartolina Sisa, sus héroes que vivieron 220 años atrás pero que continúan alimentando su imaginario revolucionario.

Cuando se estrenó “Insurgentes” (2012) en agosto pasado en Bolivia, algunos críticos de su país dijeron que la película fue realizada para realzar la figura de Evo Morales. ¿Qué opina sobre esas críticas?

A la mayor parte de los críticos de la película yo los descalifico porque son racistas. No pueden aceptar a Evo Morales como presidente. En la actualidad, Bolivia tiene una de las economías más sólidas del continente. En 6 años se han construido más carreteras, escuelas y hospitales que en los últimos 50 años. Cuando Morales llegó al poder las estadísticas indicaban que de cada 10 bolivianos, 4 vivían bajo la extrema pobreza y hoy día es uno solo y se calcula que el año que viene la proporción va a bajar a medio.

Los intelectuales de derecha elogiaron ‘La nación clandestina’ (1989), porque la película narra la historia de un indio que fue borracho, esbirro y mala persona. Con ese filme están de acuerdo porque esa es la visión que tienen de los indios. Pero si muestro indígenas insurgentes y victoriosos que lograron grandes cambios en la historia de Bolivia ya no les gusta.

¿Cómo ve a los realizadores jóvenes bolivianos?

Algunos jóvenes bolivianos tienen problemas muy graves para hacer cine porque están alienados y lo que intentan hacer es un cine de Hollywood en Bolivia. Hablo mucho con los realizadores y siempre sostengo que no tienen por qué hacer un cine político o de denuncia, pero que sí deben desarrollar una mirada propia sobre la realidad extraordinariamente rica del país.

Me gustó mucho ‘Zona sur’ (2010), de Juan Carlos Valdivia, que cuenta la historia de una familia de clase alta blanca, que por problemas económicos debe vender su casa en un barrio residencial y un día llega una mujer india que fue empleada de ellos y les quiere comprar la casa. Eso está sucediendo y me parece muy bueno reflejar estos cambios sociales que están ocurriendo actualmente.

Extraído de www.clacpi.org

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