En abril de este 2021, Poli Délano habría cumplido ochenta y cinco años. El gran escritor chileno falleció el año 2017, sin haber parado de escribir. El año anterior a su partida había publicado sus dos últimas novelas: Un ángel de abrigo azul y La broma de una mantis religiosa, y estaba escribiendo una nueva obra que quedó inconclusa.
Eduardo Contreras Villablanca / Trazas Negras
Desde que publicó por primera vez, el libro Gente solitaria en 1960, no cesó. A partir de ese año y hasta el 2016, escribió veinte y un libros de cuentos, diez y nueve novelas, cuatro libros de testimonios y ensayos, y fue editor de seis libros. Un total de cincuenta obras. A las que hay que agregar, yo estimo, por lo menos unas cinco más como ghostwriter.
Dentro de esa prolífica producción, el género policial con tintes negros, cada tanto asomaba. Posiblemente las raíces de esta tendencia de Poli están en su gusto por la literatura norteamericana y anglosajona en general (parte de su infancia la vivió en Nueva York), y en particular por algunos escritores del género como James Hadley Chase, a quien siempre siguió releyendo (conocí a ese autor precisamente gracias a las recomendaciones de Poli, que me prestaba sus libros). Pero sin duda debió influir en él la afectuosa relación con su padre, Luis Enrique Délano, un fan de la literatura policial que también publicó novelas en ese género bajo los seudónimos de José Zamora y Mortimer Grey.
En La broma de una mantis religiosa, Poli nos presenta el deterioro de la relación de pareja de Lorena y Genaro. Lorena es la mantis, que como dice el autor “tiene unas patas con púas poderosas para agarrar con fuerza y retener a las víctimas”, en este caso ella sale todos los días, diciéndole a Genaro que va a juntarse con sus amigas, pero en realidad va de cacería, de actores, profesores, choferes, chicos adolescentes y una variedad de personajes que terminan disfrutando del sexo con la mantis.
Genaro sospecha y contrata un investigador privado, Julián Ramírez, quien le va informando al marido de las aventuras de su pareja. Así transcurre la primera parte de la novela. Lo que viene después es la trama netamente policial, la investigación en torno a la muerte de Lorena, por envenenamiento. Aquí entra en escena el detective Nelson Barría de la Brigada de Homicidios de la PDI, quien de a poco se va acercando al investigador Ramírez, mientras a su alrededor continúan apareciendo cadáveres.
Estuve presente en el lanzamiento de esta novela en el año 2016. En palabras del escritor Gianfranco Rolleri que fue uno de los presentadores, “el quiebre que produce Poli Délano a partir de la segunda parte, esa fractura en el relato de la novela, (…) alcanza un nivel de excelencia”.
Sobre esta segunda parte, el autor señaló en una entrevista: “La concebí así, tenía incluso algunas dudas de si, policialmente hablando, era válido ese quiebre tan avanzada la novela, pero llegué a la conclusión de que sí”.
Como en muchas obras de Poli, en esta también la ciudad es protagonista. El entorno del Santiago vertiginoso de estos últimos años, está muy presente, y el escritor lo pone en función del tono de la historia. De paso le rinde un homenaje a su bar favorito, el Hemingway de Pedro de Valdivia (en el que compartimos más de una copa), situando ahí algunas escenas de la novela.
Solo por citar un pasaje sobre ese entorno, uno que parece premonición del Chile que Poli Délano no alcanzó a ver, y que se desató a un par de años de su muerte: “La expresión de Barría fue como un gesto de desprecio y asco dirigido con rencor al rostro de esa mañana otoñal, que no parecía tener otro propósito que el de ahondar la depresión de los santiaguinos en su certero camino al infierno”.
Como un dato interesante, y para mí valioso, comentaré algo que es parte de lo que se ha llamado la “cocina” de una obra, ya sea literaria, musical o plástica. Me consta que en este caso, el personaje del detective Néstor Barría, está en deuda con un gran amigo común, el ex policía Sandro Gaete, fundador de la Brigada de Derechos Humanos de la PDI. El autor quiso homenajear a este gran investigador que tuvo el mérito de haber conducido las investigaciones que llevaron a la detención de criminales como el Mamo Contreras, Raúl Iturriaga Neumann y Paul Schafer.
Dejo entonces abierta la invitación, a disfrutar de lo que fue la última novela policial de este gran escritor chileno, un autor riguroso, generoso, prolífico y conectado con su entorno, y que siempre mantuvo muy cerca el género policial y negro, como lector y como escritor.
Este artículo ha sido publicado en el sexto número de la revista que puede ser adquirida a través de su sitio web trazasnegras.cl
https://www.youtube.com/watch?v=pZ45eT5X-5M La broma de una mantis religiosa Fotografía extraída de El Mostrador