Para nadie debe ser un secreto ya, que el sistema político chileno contribuye con el sistema de AFP. No es un secreto desde su creación: la dictadura militar, cuyo cerebro en temas de seguridad social fue José Piñera, Ministro de Trabajo y diseñador del sistema de AFP, hermano de Sebastián Piñera.
El sistema de AFP es un sistema de capitalización individual, que implica sacar un 10% del sueldo del trabajador e invertirlo en los fondos de pensión administrados por las AFP.
Resultó ser un escándalo pues los fondos de pensión expuestos a los vaivenes del mercado internacional, al estar tan desprotegidos podían perder una cantidad enorme de recursos. Este es el episodio que se vivió desde el 2007 hasta la fecha con pérdidas enormes (solo hasta octubre del 2008 cerca de un 20.31% del total de los fondos) para los fondos más riesgosos, donde están los trabajadores con menos recursos y menos informados o simplemente retenidos por trabas administrativas cercanas a la corrupción.
Ese es el llamado colchón financiero chileno. Hoy las pérdidas van cercanas a los 13 mil millones de dólares
Una aclaración necesaria.
En ocasiones en que un sistema está colapsando, la mejor forma de ponerlo de pie ficticiamente es a través de la comunicación. Así sobreviven a los cuestionamientos bien argumentados y con evidencias.
Las AFP se jactan de haber recuperado la rentabilidad de los fondos, pero no se refieren a los dineros perdidos desde el 2007. La rentabilidad es un factor que influye en la estabilidad de los fondos, pero no en la recuperación de esos fondos. Esos fondos fueron invertidos y perdidos (la plata desaparece de nuestros bolsillos, pero no de las inversiones empresariales).
Las licencias médicas.
Vale la pena preguntarse entonces: ¿Qué hay tras el caso de las licencias médicas?
La pregunta parece injustificada, no obstante es clave.
La gran cantidad de chilenos atrapados en el sistema de AFP en condiciones de no poder trabajar -esperando a que los fondos se recuperen para lograr mejores pensiones o siendo tramitados una y otra vez para no ser jubilados con anticipación o por alguna enfermedad crónica- piden licencias. Licencias crónicas, una tras otra.
El aumento de las licencias médicas tiene que ver con las pésimas condiciones en las que están los trabajadores más antiguos afiliados a la maravilla del sistema de AFP.
Ahora lo clave: ¿Quién paga las licencias crónicas? ¿Quién paga las pensiones?
Los días no trabajados se los paga el mismo trabajador con su seguro de salud. Los días paupérrimos de una jubilación miserable, su pensión, por la que ahorró toda su vida.
Tras el escándalo de las licencias médicas se trata de restringir el derecho de los trabajadores de exigir el pago de sus licencias. Se les pone trabas en recibir su propio dinero. Los reclamos en contra de las Compin y las Isapre abundan: el sistemático rechazo de licencias del Compin, llevado a tribunales en cuantiosas ocasiones- solo el 2009 en la corte de apelaciones de Concepción hay 31 casos- es un ejemplo de ello. Por otra parte el 60% de las licencias rechazadas infundadamente corresponden a las Isapre.
Vale la pena comentar que la cantidad de licencias atribuidas a médicos “irresponsables” erróneamente calificadas de falsas corresponden tan solo al 1% de las licencias emitidas. ¿Por qué tanto escándalo entonces?
Una respuesta aventurada: para no sacar los dineros de los fondos de salud y previsión
¿Quién financia el sistema de AFP? ¿Quién financia el sistema de salud?
Respuesta: los trabajadores.
Estrategia comunicativa a la chilena: entre la plusvalía y un robo descarado.
La plusvalía es la diferencia que hay entre el trabajo producido por el trabajador y lo que efectivamente reciben por su trabajo.
Si alguien pensaba que la teoría de la plusvalía estaba obsoleta, o que no tenía asidero en la realidad, piénselo nuevamente tras estos datos. La tomo el bloque dominante desde 1980 y la profundizó hablando de un tema ficticio: la seguridad social. Se resta dinero del salario, con la ilusión de un fondo de ahorros para la salud y la vejez, que es en realidad, un fondo de inversión. Capitalismo puro profundizado por la Concertación a través de la liberalización, aún más provechosa para las AFP, de la inversión de los fondos con las platas de todos los chilenos.
La protección del negocio de salud y pensionario chileno, llega incluso a los rangos de la corrupción descarada. Cómo decía Nicanor Parra: “Aquí no se respeta ni la ley de la Selva”.
El gobierno chileno y los sistemas de AFP e ISAPRE están colocando trabas para que los trabajadores chilenos no puedan sacar su dinero de los fondos de inversión. Esos fondos de inversión constituyen el colchón financiero chileno y permite a los empresarios contar con el dinero ajeno para sus inversiones riesgosas.
Esa es la forma en que los trabajadores chilenos están pagando la crisis