La escasez hídrica y el mundo rural ¿Existen posibilidades de respuestas comunitarias frente a la crisis?

Nelson Alarcon Medina / resumen.cl Múltiples discusiones y diagnósticos se han generado a partir de una realidad concreta como es la escasez hídrica que afecta a nuestro país. En términos objetivos al 2019 existen 136 comunas con decretos de emergencia agrícola debido a este problema. Estos abarcan a un 39,4% del total de comunas existentes en Chile afectando a 1.039.402 personas (Ministerio de Agricultura, 2019). Este problema afecta principalmente a comunas y regiones que se caracterizan por sus altos niveles de ruralidad, en concreto en las regiones del Valle Central (Valparaíso, O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío) concentran más de la mitad de los decretos de emergencia agrícola en el país (DGA, 2020). En el caso de la región del Biobío existen 26.432 personas que se abastecen con camiones aljibe de forma diaria (Radio Biobio, 2020). A esta escasez hídrica se une el recrudecimiento en cada temporada de los incendios forestales que concentran su actuar justamente en estas zonas. En la actualidad, para no ir más lejos, se han consumido 13.800 hectáreas en incendio forestal en la Región del Maule (Comuna de Molina) que aún sigue en desarrollo. Ante este panorama gran parte de los ejes de discusión se han planteado en torno a las causas y efectos ambientales de la escasez hídrica, a esto se combina el modelo forestal como un factor importante en su regeneración en los territorios, especialmente en el caso de localidades rurales , no obstante, pocos se han hecho cargo de reflexionar críticamente en torno a cuales pueden ser las respuestas comunitarias , que desde las comunidades y territorios, pueden generarse frente a estos procesos y cuáles son sus factores facilitadores y obstaculizadores. Es precisamente este el eje argumental bajo el cual se produce este texto, lo central es explicitar ciertos procesos que se dan en la escala rural y como estos pueden producir procesos potenciales de respuesta comunitaria, esto en base a la experiencia trabajando en estos espacios como en la realización de proyecto de investigación vinculando a este eje. Desde el eje de los factores obstaculizadores de estas respuestas comunitarias se aprecian tres procesos, que pueden variar en grado y preponderancia, que se instalan en estas escalas, estos se pueden resumir de la siguiente forma: a) Atomización Social y falta de un proyecto colectivo vinculante: El encierro de las organizaciones y la comunidad a nivel de actividades y roles dentro de la escala territorial, no generando redes que permitan hacer un trabajo colectivo coherente. Esta atomización produce divisiones y disputas de poder que no permite un proyecto colectivo en torno a la propia comunidad. b) Dependencia y paternalismo: La dependencia en la intermediación municipal y de agentes públicos produce un vacío en la autonomía de las organizaciones, esto mediado por la crisis en la representatividad de las mismas al transformarse en depositarios de la “operación política” generando el surgimiento de caciquismos locales. Dicha autonomía es elemento clave para generar procesos de autogestión que puedan propiciar una nueva relación ser humano – naturaleza. A su vez aparecen los caciquismos locales que buscan un posicionamiento político en la escala comunal. c) El factor religioso: La diversidad de cultos de distinta índole inciden en las escalas rurales en cuanto dinamizan por un lado actividades sociales de beneficencia y de acción social , pero en contrapartida , encierran su actuar en la escala que la iglesia o culto produzca . Esto plantea un desafío y problema complejo, desde el punto de vista del desafío, el cómo incorporar este importante segmento de población hacia actividades y organizaciones comunitarias, esto como vías de fortalecer el tejido social existente y potenciar, de esta forma, las respuestas comunitarias. Desde el punto de vista del problema complejo, la cooptación política y la utilización de este grupo por actores políticos externos puede generar divisiones territoriales sobre todo en el área de temas valóricos y derechos sociales, en pleno proceso de desarrollo en el Chile actual post 18 de Octubre de 2019. Ambos temas van de la mano para instalarse como otro factor que media en la participación socio-comunitaria en el territorio. A su vez existen factores que pueden abrir paso a respuestas comunitarias, gran parte de estos tienen que ver con formas invisibilizadas de organización social en la escala rural, en particular la combinación de memoria histórica y formas organizativas autónomas son claves para la (re)producción de estas respuestas comunitarias. Esquemáticamente se pueden resumir en: a) Procesos de memoria histórica asociada a formas de participación Corresponde a formas históricas de organización que engloban formas campesinas y de cooperación frente a catástrofes, estos muestran espacios de organización no institucional que funcionan de forma tácita y temporal, es decir, se constituyen en cuanto surge la eventualidad o planifica temporalmente. Estas redes de apoyo van desde la escala familiar hacia la escala territorial configurando formas alternativas, son estas formas las que constituyen formas previas de sociedades en movimiento en donde se visualizan formas de preservar lo común (en el caso del apoyo mutuo frente a catástrofes), no obstante, estas se encuentran en un campo no politizado localmente. El rescate de esta memoria histórica es un punto potencial para generar un proyecto colectivo, la noción “lo que hemos sido” permite construir un futuro común en donde se produzca una nueva relación ser humano – naturaleza. b) Crisis de las formas tradicionales como oportunidad de cambiar las formas de ejercer la política y la gestión del agua Los bajos niveles de confianza en torno a las formas tradicionales de organización social, unido al contexto de convulsión y cambio social acelerado que se viven en Chile desde Octubre de 2019,ofrece oportunidades de propiciar nuevos espacios sociales y, a su vez, una nueva relación ser humano – naturaleza. El neoliberalismo, tanto en su forma de administración económica como en su conformación sociopolítica, está siendo cuestionado. Uno de los temas sensibles en este contexto es precisamente la gestión del agua y como ubicarla en un campo de derechos y no como un bien de mercado. En esta discusión surgen posibilidades potenciales de propiciar nuevas relaciones ser humano – naturaleza en base a un sentido de comunalidad, o en un nuevo acercamiento hacia el territorio y el ecosistema que lo rodea. En resumidas cuentas una idea implícita en el texto es que existen procesos históricos y experiencias de organización que pueden generar respuestas comunitarias frente a la escasez hídrica y al modelo forestal, no obstante, deben salir a luz a partir de nuevas formas de organizar “lo común” a su vez deben politizarse. Esta politización debiese involucrar la conjunción de actividades en común que rearmen este tejido. Si bien esta exposición aborda de forma genérica la temática, busca justamente iniciar una discusión en el eje de plantear alternativas y aportes hacia el tránsito desde el eje de diagnóstico de la escasez hídrica y el impacto del modelo forestal hacia el ejes de transformación de las realidades locales, en este caso, el cómo acompañar procesos de respuesta comunitaria frente a ambos procesos que nazcan desde las propias realidades locales. Columna elaborada con información de tesis "Las respuestas comunitarias frente a la escasez hídrica: El caso de Ranguelmo.
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