Israel tiene buenos motivos para temer que la milicia libanesa Hizbulá y la Guardia Revolucionaria de Irán busquen una dramática venganza por la matanza de 12 importantes personalidades de las dos organizaciones en un ataque aéreo en Siria el domingo.
Las preocupaciones de Israel fueron subrayadas el miércoles por la decisión de su jefe del Estado Mayor, Benny Gantz, de cancelar un viaje para entrevistarse con sus homólogos europeos, mientras el ejército israelí permanecía en "alta alerta".
Anteriormente, el lunes, Israel envió una batería antimisiles Cúpula de Hierro a la frontera norte, en previsión de fuego de cohetes de Hizbulá. Es precisamente lo que el líder de Hizbulá Hassan Nasralá había prometido solo la semana anterior si Israel seguía lanzando ataques en suelo sirio.
“Consideramos que cualquier ataque a Siria es un ataque al conjunto del eje de la resistencia, no solo a Siria”, dijo. Y agregó que tenía numerosos cohetes iraníes que podrían llegar profundamente a Galilea.
El general Ali Jafari, comandante de la Guardia Revolucionaria, se hizo eco de esa advertencia el martes y dijo que Israel debería esperar “rayos devastadores” y que la fuerza aérea israelí había creado “un nuevo punto inicial para el inminente colapso del régimen sionista”.
Dejando de lado la retórica, sin embargo, es probable que Hizbulá e Irán traten de evitar el inevitable enfrentamiento directo con Israel ,que tendría lugar después de una decisión de lanzar algunos de los miles de cohetes de Hizbulá a Galilea.
En realidad ese parece haber sido el cálculo de Israel al lanzar el ataque.
Hizbulá e Irán –ambos exigidos al máximo militarmente en Siria en el intento de apuntalar el régimen de Bashar al-Asad ante la amenaza planteada por varios grupos opositores y extremistas– no tienen interés en abrir un frente adicional, esta vez con Israel.
Además, Irán está sufriendo económicamente por la caída en los precios del petróleo organizada por EE.UU. y los saudíes y no puede arriesgarse una intensificación de las sanciones –propuesta actualmente en el Congreso de EE.UU.– si le culpan de una mayor escalada de las hostilidades con Israel.
De la misma manera, Irán será reaccio a caer en una trampa tendida por Israel, agravando tensiones con potencias occidentales mientras Teherán trata de negociar un acuerdo con ellas sobre su programa nuclear. Israel no podría sino celebrar un colapso de las conversaciones.
Irán ha invertido fuertemente en el armamento de Hizbulá con cohetes y misiles para proveer un disuasivo contra un ataque israelí a Irán. Utilizando ese arsenal ahora, como supuso un analista israelí, sería “un desperdicio en escaramuzas fronterizas que no tienen importancia estratégica para Irán”.
Hizbulá, por su parte, será renuente a disparar cohetes por temor a debilitar su posición política interior. No tiene mandato popular –explícito o implícito– para arrastrar al Líbano a otra devastadora confrontación con Israel, como la de 2006, en represalia por las pérdidas que sufrió en suelo sirio y no libanés.
Boutros Harb, ministro de telecomunicaciones del Líbano, advirtió: “No es de interés para nadie que se abra un frente [con Israel] y que el Líbano entre a una guerra”.
Es más probable que Irán e Hizbulá busquen venganza posteriormente, sea atacando a Israel desde Siria o atacando un objetivo de alto nivel en el exterior. Un ataque semejante podría conducir a un conflicto más amplio, como ocurrió en el Líbano en 2006 y en Gaza con Hamás durante el verano pasado.
Vacío de poder
No es sorprendente que la provincia Quneitra, el área del sur de Siria cercana a los Altos del Golán ocupadas por Israel, donde ocurrió el ataque aéreo israelí, se haya convertido en un punto crítico. Israel por una parte e Hizbulá e Irán por la otra, han sido absorbidos por el relativo vacío de poder creado allí desde que el ejército sirio perdió el control del territorio el verano pasado.
Se informa de que el Frente Al-Nusra, afiliado a Al Qaida, tiene puntos de apoyo en el área y controla el cruce de Quneitra en la línea de alto el fuego 1967 con los Altos del Golán.
Israel ha emprendido una serie de actividades en la región de Quneitra en apoyo a los grupos rebeldes.
Parece que silenciosamente ha estado tratando de obtener un punto de apoyo mediante el reclutamiento de colaboracionistas en la población local, en lo que Hizbulá teme que pueda convertirse en una réplica en Siria del Ejército del Sur del Líbano, una milicia creada por Israel para ayudar a desestabilizar el sur del Líbano en las décadas de 1980 y 1990.
Israel también ha apoyado a grupos rebeldes, incluyendo el Frente al-Nusra, permitiendo que sus combatientes heridos tengan acceso a sus servicios médicos, como confirmó el mes pasado un informe de monitores de las Naciones Unidas. También se dice que Israel ha estado armando y entrenando estos grupos y suministrándoles mapas e inteligencia. Se sospecha fuertemente que Israel está tratando de forjar vínculos con esos combatientes para ayudarles a atacar a Hizbulá y al ejército sitio.
Según algunos informes, el derribo de Israel de un avión militar sirio sobre los Altos del Golán a finales de septiembre tuvo el propósito de ayudar al Frente al-Nusra en su combate por el control del cruce de Quneitra.
Y más visiblemente, Israel ha realizado una serie de ataques aéreos a objetivos en Siria, de los cuales el del domingo fue solo el último. Los medios israelíes han afirmado que los ataques anteriores tenían el objetivo de impedir que Siria e Irán transfirieran armas a Hizbulá para fortalecer a sus combatientes en sus enfrentamientos con fuerzas de la oposición. Sin embargo, también hay informes de que Israel está tratando de debilitar la infraestructura militar de Siria para ayudar a los rebeldes y dar a sus propios aviones un acceso expedito a los cielos de ese país.
Sin embargo, por poco probable que pueda parecer la alianza, existen razones estratégicas para que Israel pueda querer ayudar a ayuda al Frente al-Nusra e incluso a los combatientes más extremistas del Estado Islámico.
Israel parece preferir que el ejército sirio, Hizbulá e Irán sigan atrapados en una lucha interminable contra la oposición –sean cuales sean sus matices– que debilite sus recursos y su fuerza militar, dejando a Israel el control del campo de juego.
Desagradable despertar
Hizbulá, al contrario, tiene todas las razones del mundo para querer reforzar su posición en el sur de Siria. Nasralá y Asad tuvieron un desagradable despertar el verano pasado cuando los rebeldes se apoderaron de posiciones sirias en el área de Quneitra.
Fuerzas suníes de la oposición obtuvieron al hacerlo el control de la frontera con los Altos del Golán, dándoles acceso a Israel, y se colocaron en posición cerca del sur del Líbano, donde vive gran parte de la mayoría chií del Líbano y región vital para Hizbulá.
Por este motivo, las filtraciones israelíes a los medios de que Hizbulá e Irán han estado tratando de establecer bases de misiles en el área de Quneitra no pueden ignorarse.
Sin embargo, las afirmaciones de Israel de que estaba bajo inminente amenaza de un ataque de Hizbulá desde el área de Quneitra –justificando el bombardeo– son implausibles. Si Hizbulá se muestra ahora reacio, como parece ser el caso, a atacar a Israel después de que mató a tantos de sus comandantes, ¿por qué estaría preparando un ataque a Israel antes del bombardeo, cuando tenía mucha menos causa?
Israel parece preferir que el ejército sirio, Hizbulá e Irán sigan atrapados en una lucha interminable contra la oposición.
Es más probable que el equipo atacado haya estado allí para evaluar maneras de reforzar su control del área, compensando la debilidad de Siria, para impedir más pérdidas territoriales y la continua interferencia territorial de Israel.
El veterano analista militar israelí Alex Fishman observó: “iraníes y sirios llegaron a la conclusión de que Israel ya no es disuadido en el frente sirio y sigue actuando sin restricciones”. Por este motivo, están bajo presión para crear un nuevo “equilibrio de disuasión” con Israel.
El Canal 2 de la televisión de Israel citó el martes a fuentes libanesas que confirmaron que el equipo estaba estableciendo bases de misiles en el sur de Siria, presumiblemente con la aprobación de Asad. Si fuera así, el objetivo más probable era crear un arsenal de cohetes similar al que existe en el sur del Líbano para disuadir a Israel de ataques en Siria y de ayudar a grupos rebeldes.
El deseo de Israel de detener la reacción de Hizbulá e Irán –y de mantener al hacerlo su libertad de acción en Siria, lanzando ataques cuando desee hacerlo– parece ser una explicación más probable de su ataque del domingo.
Jonathan Cook es un periodista basado en Nazaret galardonado con el Premio Especial para Periodismo Martha Gellhorn://www.jonathan-cook.net
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article40782.htm