la Guerra contra la Piratería

Estados Unidos encuentra otro pretexto para intervenir América Latina


 Los tratados de libre comercio que gobiernos de países latinoamericanos han firmado con Estados Unidos, ha permitido que empresas transnacionales que cuidan el cumplimiento de las leyes de propiedad privada intelectual, comiencen a incidir en el escenario político de los países.

La Cámara del Comercio de Estados Unidos en la República Argentina convocó a una reunión en que quiso dar un impulso a la vinculación que se intenta hacer entre la reproducción libre y el crimen organizado. Los invitados a esta reunión fueron delegados de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, todos ellos preocupados por la violación del famoso copyright...

Lo que no quieren considerar estos “delegados” es que hay mucha gente que ha encontrado su fuente laboral en la venta de la reproducción de películas, música, libros (fotocopiadoras), venta de imitaciones, etc.

Además no consideran un elemento básico; que cualquier creación se sostiene en un montón de trabajo que han realizado muchas personas que no están siendo beneficiadas con las utilidades que deja el producto (menos aparecen en los créditos). Una obra o un invento no surge únicamente de la cabeza de quien aparece como su creador, sino que en la obra confluye un montón de trabajo y trabajadores. Por lo tanto la propiedad privada intelectual no existe.

Sin embargo es preocupante ver las declaraciones de estos delegados, dispuestos a comenzar su guerra contra la piratería. La delegada paraguaya hizo un llamado explicito a “la intervención de las fuerzas armadas” argumentando que “el corazón del problema de la piratería es la Triple Frontera”.

Aquí en la provincia el año 2005, una empresa notificó su existencia ante la Universidad de Concepción, planteando que ellos cuidaban la reproducción o exhibición de las obras de una lista abultada de “artistas”. Ellos comenzaron a cobrar a la universidad por la exhibición de películas de sus “artistas”, manteniendo los precios según la cantidad de público que vería las obras y la frecuencia con que se exhibirían.

En ese momento se desarrollaba un Ciclo de Cine Latinoamericano en el Auditorio de la universidad, que fue suspendido hasta que volvió siendo un Ciclo de Cine Cubano, pues en América Latina, las únicas películas que no tienen propiedad privada intelectual son las del cine cubano.

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