[resumen.cl] Hace 1 año y 2 meses se viene gestando en Concepción una interesante experiencia de control comunitario del territorio y la vivienda. Se trata de la toma de pobladores y pobladoras “Una Nueva Esperanza”, espacio en que habitan al menos 60 familias y un total aproximado de 200 personas. Ubicada en el sector de “Las Princesas” de Concepción, esta experiencia se constituye como un importante foco de organización territorial en Concepción y sus alrededores. A continuación repasaremos su origen, historia y perspectivas a futuro.
Los inicios de una toma de pobladores atípica
A diferencia de las clásicas tomas de terrenos que tuvieron su auge, a nivel histórico, en las décadas de los 60 y 80, en donde los pobladores y pobladoras más marginados de la ciudad se tomaban terrenos para construir casas precarias e improvisadas, la toma “Una Nueva Esperanza” tiene otras características. En primer lugar no fue una “toma de terrenos”, sino una “ocupación de casas”, las cuales ya estaban construidas. En segundo lugar, no son casas precarias, sino construidas con buen material, espaciosas e instaladas en un barrio semi-exclusivo de la ciudad de Concepción.
Pero... ¿Cómo ocurrió que casas de este tipo cayeran bajo control de los y las pobladoras? Para responder esta pregunta debemos hacer un breve recuento de la historia de esta experiencia. La “Toma” está conformada por 63 inmuebles abandonados desde el 2008, los cuales eran propiedad mayoritaria del Banco del Desarrollo. Cabe destacar que estas casas quedaron abandonadas luego de producirse un conflicto económico-jurídico entre la Cooperativa Chillancoop (dueña minoritaria de las viviendas) y el citado banco. El problema se produjo cuando el Banco del Desarrollo se fue a quiebra y fue absorbido por el Banco Scotiabank, el cual desconoció los acuerdos anteriores con la Cooperativa Chillancoop, produciendo también una crisis dentro de esta última. El problema entre ambas partes hizo que la obra se paralizara y quedaran casas abandonadas, viviendas a las que les faltaban pocas terminaciones para estar acabadas. En medio de este conflicto, un grupo de vecinos sin casa, agrupados en la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO), decidieron ocupar las viviendas en virtud de satisfacer sus necesidades habitacionales inmediatas, pero también para presionar al Estado en la entrega de una solución de vivienda definitiva. En un comienzo la FENAPO mantuvo una alianza con la cooperativa Chillancoop, pero luego ésta se rompió. En la actualidad la demanda central de los pobladores consiste en presionar al Estado para que expropie los terrenos de Scotiabank, y de esta manera elaborar un proyecto de “Barrio Integrado” generado desde las lógicas de auto-construcción y producción social-comunitaria del espacio.
En el primer comunicado de la toma, se puede apreciar el espíritu de la ocupación: “Frente al hecho ridículo de que casas habitables estuvieran vacías mientras miles de familias no cuentan con un techo, fue que decidimos ocuparlas en agosto de 2014. Desde esa fecha hemos llevado a cabo un proceso de gestión comunitaria de este espacio, el cual ha quedado bajo control popular de los pobladores, marginando al banco y aportando una solución provisional para nuestro problema de vivienda”. Otro de los sentidos relevantes de la ocupación, además de entregar una solución habitacional concreta a familias sin hogar, es detener el avance de las empresas constructoras e inmobiliarias sobre los terrenos de Concepción, en este sentido, también afirman en su comunicado que: “este es un camino difícil en un país en donde los que mandan son las grandes inmobiliarias y constructoras, y en donde el Estado se ha acostumbrado a dar soluciones habitacionales precarias a los pobladores, sin embargo ya partimos esta lucha con la intención de hacer nuestros sueños una realidad”.
Organización y vida cotidiana en la ocupación
Desde sus orígenes, la ocupación de pobladores “Una Nueva Esperanza” ha generado procesos de auto-organización comunitaria del espacio, limpiando el terreno, generando sistemas de guardia rotativos, realizando actividades artísticas, talleres y conversatorios, entre otras actividades. Otras iniciativas interesantes son la construcción autogestionada de una plaza pública generada por los mismos pobladores, un invernadero comunitario y sistemas de abono y compostaje.
En otro ámbito organizativo, es posible apreciar la generación de asambleas periódicas en donde participan los vecinos y vecinas de la ocupación. Es importante recalcar que existe una instancia general de organización de todos los pobladores, pero también existen instancias organizativas más pequeñas que tienen cierta autonomía, estos son los llamados “Comités de vivienda”, cada uno con sus propias características y particularidades. Los “Comités de vivienda” son una instancia organizativa impuesta por el Estado a todos aquellos que buscan beneficios o subsidios estatales en materia de vivienda. En la ocupación, por ejemplo, existen 4 comités distintos. Estas unidades organizativas, han tenido sus roces en virtud de la convivencia cotidiana que existe en la ocupación, generando diferencias y desacuerdos, los cuales, hasta el momento no han sido lo suficientemente profundos como para romper esta experiencia comunitaria. Sin embargo, llama la atención como estas instancias organizativas impuestas por el Estado muchas veces reproducen la competencia y la división de intereses entre los pobladores, subordinando el interés general y organizativo de la toma en su conjunto.
Sin embargo, más allá de estas diferencias, hasta el momento todos los comités de la ocupación confluyen en la Federación Nacional de Pobladores, organización nacida en 2010 y que ha venido agrupando diversas experiencias de lucha por la vivienda y el espacio a lo largo de todo el país.
Proyecciones de la lucha por el espacio
Además de la “política del cotidiano” que día a día se vive en el Toma, y gracias a la cual el proyecto se mantiene en pie, existe una lucha que se proyecta fuera de la ocupación, y que guarda relación con lograr que el Estado reconozca las demandas de los y las pobladoras. Porque la toma “Una Nueva Esperanza” no sólo pretende satisfacer las necesidades habitacionales del grupo de familias que la conforma, sino que busca generar un proyecto social, político y comunitario que involucre a muchas otras organizaciones de pobladores y comités de la ciudad. En este sentido es que sus habitantes están generando un serie de movilizaciones para que esto se haga realidad.
La demanda principal de la ocupación frente al Estado es la compra directa o expropiación de los terrenos que son propiedad del Banco Scotiabank para brindarlos a las organizaciones de pobladores. Éstos generarían un proyecto de barrio integrado autogestionado en donde diversas familias de la ciudad puedan cumplir su deseo de un techo digno donde habitar.
La propuesta no suena descabellada cuando sabemos de la existencia de 16 hectáreas propiedad del banco en la zona, espacio suficiente para generar un barrio que supla la necesidad de vivienda de muchas familias de Concepción. A esto se suma el hecho de que otras experiencias organizativas ya han concretado esta demanda frente al Estado, a través de movilización. El Comité de vivienda “Don Bosco” de la comuna de La Florida en Santiago, también parte de la FENAPO, logró que el Estado comprara en 2015 un terreno para la futura construcción de las viviendas de los vecinos. Según Sergio Chamorro, abogado y asesor jurídico de la toma, este precedente otorga buenos antecedentes a los pobladores de la ocupación penquista, ya que los terrenos en Santiago fueron comprados a 3,3 UF por metro cuadrado, mientras que los terrenos del banco Scotiabank están abaluados en 2,5 UF el metro cuadrado, es decir, bastante más baratos.
La idea sería que el Estado se hiciera dueño de los terrenos en disputa para luego transferirlos a las organizaciones de pobladores en lucha, las cuales administrarían los subsidios de vivienda otorgados habitualmente por el Estado para edificar casas, todo bajo la lógica de generar instancias de auto-constrtucción popular bajo el control de los propios pobladores, marginando a las empresas inmobiliarias. En la actualidad la toma “Una Nueva Esperanza” se encuentra en un proceso de alianza con otros comités y organizaciones, para de esta manera generar un proyecto comunitario de construcción del hábitat y la vivienda.
Para finalizar...
Los integrantes de la ocupación han realizado diversas acciones de movilización, tales como irrupciones en las oficinas del SERVIU de Concepción, protestas en empresas inmobiliarias que se han mostrado interesadas en los terrenos de la toma y también marchas. Por otro lado, ya se han realizado diversas reuniones con las autoridades locales y nacionales en materia de vivienda. El 27 de febrero de 2015, justo cuando se cumplían 5 años desde el terremoto de 2010, se realizó una reunión en Concepción, en donde las autoridades locales y nacionales escucharon algunas demandas de los pobladores. Otra reunión se realizó el 15 de mayo en Santiago, en la cual participaron más de 20 delegados nacionales de la FENAPO, entre ellos los vinculados a la ocupación de Concepción. Claudio Melgarejo, vocero de uno de los comités en lucha de la toma, comentó a Resumen que en esta reunión por primera vez las autoridades se comprometieron a estudiar la posible expropiación del terreno para los pobladores, lo cual, afirmó, se debe a la presión constante y al nivel organizativo de esta experiencia de lucha.
Sin duda, 1 año generando un proceso de control del espacio a través de la auto-organización, la autonomía y la autogestión deberían sembrar una semilla de rebeldía en nuestra ciudad. Una ciudad, al igual que las otras de nuestro país, marcada por un urbanismo y una política de vivienda altamente segregadora y excluyente. Las viviendas sociales de baja calidad y construidas en la periferia de la ciudad, una ficha de protección social que esconde la pobreza y burocratiza el acceso a una vivienda digna, así como un sistema que privilegia al sector privado en la construcción de “soluciones” habitacionales para los y las pobladoras, son solo algunos de los problemas que han suscitado una respuesta de parte de las organizaciones territoriales de nuestro país. Todas respuestas que surgen luego de la imposición de una política de vivienda durante la dictadura militar, la cual desintegró el tejido social de uno de los actores más relevantes en la lucha contra la tiranía: el mundo poblacional.
Las problemáticas de orientación habitacional y territorial en nuestra ciudad y sus alrededores son muchísimas. Desde la amenaza de erradicación a los pobladores de Aurora de Chile, hasta la precariedad de las viviendas post-terremoto en Hualpen o Talcahuano; desde la amenaza del parque metropolitano a los pobladores de la Aguita de la Perdiz, hasta la posible expulsión de los horticultores de Boca Sur producto de la carretera que pretende conectar con el futuro puente industrial. Los problemas son muchos pero la causa es una sola: un modelo de urbanismo que sobrepone el interés del capital por sobre el interés humano. Una forma de organizar el espacio que ve el territorio como una ganancia y no como un lugar donde las comunidades y barrios deben habitar. El camino para revertir esta situación es largo, pero sin duda pequeñas iniciativas como la Toma de pobladores “Una Nueva Esperanza” van aportando en el avance hacia ese horizonte.