El día 9 de diciembre en la biblioteca Silvia Calfulen, espacio comunitario gestionado por estudiantes, ubicado en la Facultad de Educación de la Universidad de Concepción, se dieron cita unas 30 personas que asistieron a un conversatorio en torno a la lucha que se encuentra librándose en la zona del Puelwillimapu, lugar en donde se encuentra el río Pilmaiken. Directamente desde esta zona, visitó la ciudad de Concepción, la lonco Juana Cuante, figura mediática de la zona, tanto por su discurso radical en torno a la lucha y la espiritualidad mapuche, como por su singular condición de lonco femenina. Y es que en la zona en que habita la lonco, y muchos otros mapuche y comunidades, se está librando una pequeña guerra entre los poderosos y un pueblo que no quiere que su tierra sea destruida.
La batalla en el Puelwillimapu
Conocidas son las luchas del pueblo mapuche que se llevan a cabo en las regiones del Biobío (principalmente al sur de esta región) y la Araucanía (en distintos focos, como por ejemplo Angol, Vilcún, etc.), sin embargo, un poco más invisibilizadas son aquellas que se ubican más al sur, en las regiones de Los Ríos y Los Lagos, sector en donde se encuentran viviendo una cantidad considerable de comunidades mapuche huilliches. Este territorio es denominado por ellos como Puelwillimapu, y abarca aproximadamente desde Villarrica hasta Puerto Montt. Se caracteriza por la enorme cantidad de agua que posee, ríos y lagos surcan todo el territorio haciendo de este espacio un verdadero paraíso verde y azul. El lago Panguipulli, Riñihue, Ranco, Pullehue, Llanquihue, Rupanco, entre muchos otros, se ubican en esta zona. También, existen una infinidad de ríos que conectan estos lagos generando un ecosistema altamente complejo y diverso, caracterizado por la vitalidad de su biodiversidad y la gran cantidad de agua que existe.
Es precisamente el agua y los ríos que se encuentran en este lugar lo que ha hecho mostrar sus dientes a los empresarios energéticos. Según las comunidades, entre los proyectos hidroeléctricos instalados y los que se pretenden instalar, se cuentan más de 30. Uno de estos proyectos, sin embargo, es el que se ha hecho más conocido. Nos referimos al proyecto generado por Pilmaiquen S.A. que pretende instalar una central hidroeléctrica en el rio del mismo nombre. En torno a este proyecto se han unido las comunidades del Puelwillimapu para defender sus tierras y ríos. Y es que, de construirse este proyecto, algo sumamente nefasto podría ocurrir para las comunidades del sector.
Kintuante, la lucha por la cultura y el espíritu mapuche
Tal como recalcó la lonco Juana Cuante en el conversatorio realizado en Concepción, lo que está en juego es la cultura y el espíritu mapuche. De ser intervenido el rio Pilmaiken, no solo se desviaría su cauce generando una serie de alteraciones a nivel ecosistémico, sino que se inundarían grandes zonas de terreno. Respecto a las inundaciones, éstas afectarían a un espacio ceremonial mapuche que existe desde hace tiempos inmemoriales, en donde están sepultados muchos antepasados de las comunidades y donde habitan los Ngen, espíritus defensores de la tierra, los ríos, los bosques, las piedras y todo lo que se encuentra en el mapu (la tierra).
De ser instalada la central e inundados los terrenos, la Lonco nos advierte que se produciría una especie de genocidio cultural, ya que se eliminaría un espacio que alberga una potencia simbólica muy fuerte para las comunidades, eliminando así parte de su historia y su memoria cultural mapuche. Pero no solo eso, también nos advierte que, de ser intervenido, el ecosistema entero del Puelwillimapu se podría ver afectado, ya que se rompería todo el equilibrio con el entorno y se dañaría a los ngen, espíritus protectores del mapu. Estas advertencias, difíciles de entender y creer para una mentalidad occidental, son las que recalca la lonco, tratando de hacer eco de la sabiduría ancestral de su pueblo, comunidad que sí ha sabido cuidar su entorno, no como la nuestra que se ha dedicado a saquear y destruir los espacios naturales.
Este espacio ceremonial tiene el nombre de Kintuante, y el peligro que lo acecha a logrado agrupar a una serie de comunidades en su defensa, lo cual ha reactivado un foco de lucha importante en la zona, el cual ha tenido sus propias intrigas y momentos de persecución política, como por ejemplo el hostigamiento a la machi Millaray Huichalaf, también de la zona y compañera de lucha de Juana Cuante en el territorio del Puelwillimapu. Aún así, la lucha de las comunidades se mantiene firme y activa.
La locura por la producción energética
En la memoria popular quedó aquella publicidad del mega-proyecto energético Hidroaysen, el cual amenazaba a los televidentes mostrando a un Chile que se quedaba sin luz. La imagen patética del comercial televisivo mostraba a una joven que se secaba el cabello mientras dejaba sin luz a un pabellón de un hospital en medio de una operación. El mensaje era algo así como: sin Hidroaysen Chile se queda sin energía, sin Hidroaysen nos vamos al carajo porque no habrá energía para todos. Esta idea representa la subjetividad del empresariado energético e industrial-extractivista que lucra en Chile, la idea de que siempre falta energía, de que siempre debemos producir más.
Esta idea que se esgrime en virtud de hacer crecer al país y de beneficiar a la población en general, esconde a los verdaderos beneficiarios de este modelo energético depredador. Basta con mirar quién controla y administra la energía en Chile. Empresas como Endesa tienen prácticamente el monopolio de la producción energética, con ganancias millonarias que terminan en las cuentas de gerentes y accionistas en el extranjero.
El poder de estas empresas energéticas, no solo reside en la apatía de la población o el monopolio radical que han establecido en la producción energética. También tienen poder porque vivimos en una sociedad que depende totalmente de la energía. Actualmente las ciudades no funcionan sin petróleo, gas y electricidad, desplazarse en una micro, hervir agua o tener luz en una vivienda dependen de estos elementos. Esto ha generado una sociedad extremadamente dependiente a la industria energética, la cual, al tener el monopolio de la producción y circulación de la energía puede hacer pasar sus propias necesidades de ganancia por el supuesto beneficio de la población.
Sin embargo, a pesar de lo que predican muchos grupos de izquierda o ciudadanistas, el embrollo tampoco se soluciona simplemente estatizando estas empresas energéticas, porque el problema no solamente radica en la propiedad de estas industrias, sino en su esencia depredadora. Administrar estatalmente estas industrias (y también las forestales, pesqueras y mineras) con los mismos códigos y niveles de producción terminaría también destruyendo el poco territorio que queda libre en la región que llaman “Chile”.
Creemos que deberíamos no solamente buscar eliminar el monopolio empresarial de la producción energética, sino eliminar gran parte de su estructura, la cual evidentemente es innecesaria. El tema no es que falte energía como dicen los empresarios, el tema es que gran parte de esa energía se utiliza para cosas innecesarias. La publicidad, las vitrinas de los centros comerciales, la gran minería, las industrias extractivistas no son prioridades para la población, sin embargo casi toda la electricidad se ocupa en eso.
Pareciera que como occidentales estamos en un periodo histórico en donde debemos replantear radicalmente nuestras necesidades y ver qué es lo que priorizamos. Por un lado, una vida artificial que se cimienta en la extracción indiscriminada de recursos y energía, o bien una vida más sencilla sin las aparatosas luces que la modernidad industrial nos ha vendido como absolutamente necesarias. Aquí habría que revalorar otros conocimientos en la población: agrícolas, ancestrales, campesinos, mapuche, de salud autogestionada, de bio-construcción, de auto-educación, y de satisfacción de necesidades de forma comunitaria y equitativa. El camino hacia ese horizonte es extremadamente largo producto de la servidumbre generalizada que ha provocado la vida moderna urbana e industrial. Sin embargo, en algún momento hay que empezar. La recuperación de esos saberes para suplir nuestras necesidades básicas, el rechazo a las necesidades creadas por la vida capitalista contemporánea, y la oposición radical a los megaproyectos industriales y extractivistas de todo tipo, son tres horizontes que podrían ser fundamentales y estratégicos en las luchas del futuro.
Varias comunidades mapuche ya llevan transitado bastante este camino, ahora falta que nos pongamos las pilas nosotros y nosotras, nuestros enemigos son los mismos: El Estado y el Capitalismo.
Palabras finales
Las luchas entre el pueblo mapuche y los que vivimos en ciudades deben sin duda complementarse, pese a nuestras diferencias tenemos enemigos y dogmas comunes a los cuales debemos enfrentarnos. Los campesinos y campesinas y los que viven en la ruralidad también son una parte fundamental de esta lucha, ellos sin duda deben aportar con sus saberes y prácticas.
La lucha por la defensa de los territorios es fundamental. Evitar su degradación es condición necesaria para construir la sociedad que queremos. En el Puelwillimapu esto ya se está concretando, a través de la unión de comunidades se están defendiendo los ríos, lagos y la tierra. Ellos ya comenzaron a defender a la Ñuke Mapu (madre tierra), y es normal, porque ¿quién no defendería a su madre de las agresiones de extranjeros?
Desarrollar estrategias en conjunto es fundamental. Para ir cerrando me gustaría enunciar el documental Wiñol ñi lan, pieza audiovisual que puede encontrarse en Youtube y que muestra gráficamente la lucha que se está llevando el pueblo mapuche en la zona del Puelwillimapu, con declaraciones de diferentes personas, entre ellas la lonco Juana Cuante.
Esperemos que esta lucha siga dando frutos y ayudando al cuestionamiento radical del sistema que nos oprime, camino que como humanidad debemos afrontar. Con todas nuestras diferencias es necesario encontrar puntos en común y avanzar.