La era Macri: Pequeño esbozo de la situación económica, política y social argentina

Viera Saavedra Contreras / resumen.cl

Para nadie es una novedad la situación que atraviesa Argentina en los últimos meses desde que Mauricio Macri asumió la presidencia con el 51,4% del los votos. En estos casi seis meses de gobierno del PRO (Propuesta Republicana) en alianza con diversos sectores de la derecha del país, el costo de vida ha subido considerablemente, provocando una crisis interna que no se veía desde el 2001.

El alza de los servicios básicos es el punto de partida: el agua ha subido un 375%, el gas un 300%, la electricidad hasta un 700% en algunos usuarios y el transporte un 100%, principalmente en la capital; costos que no han dejado indiferente a ninguna familia argentina. El gobierno de turno se defiende responsabilizando en todo momento al gobierno anterior, como un juego de pin-pon (que ya muchos conocemos), asegurando que éste sólo será un periodo que todos y todas deben pasar, para así, poder estabilizarse económicamente. Al mismo tiempo, se aprobó el acuerdo con los fondos buitres y el país se endeudó con cerca de 12.500 millones de euros para poder pagarlos; se hace cada vez más evidente la intención del gobierno de permitir las inversiones extranjeras en el país (especialmente con EEUU), enalteciendo la iniciativa como la “gran salvavidas” de la crisis. Resulta necesario agregar también que en el mes de abril, el litoral del país sufrió graves inundaciones que le hicieron perder millones de pesos en plantaciones agrícolas, especialmente de soja. Esto generó un alza considerable del precio de las verduras y las frutas, o por lo menos, es la respuesta que tienen los comerciantes de ese rubro al momento de ser cuestionados por las subidas repentinas de los precios. En el sector sindical, la situación no es muy distinta: hay más de 127 mil trabajadores y trabajadoras despedidos/as, tanto del sector público como del privado. Las organizaciones sindicales impulsaron una ley anti-despidos que proponía un freno a los despidos por 180 días y una doble indemnización, ley aprobada en el congreso y que el presidente hace algunos días atrás vetó sin ningún problema. Y sólo estamos nombrando los cambios “más visibles” o que más se exponen en los distintos medios de comunicación, lo cierto es que todos los días está pasando algo nuevo.

Pero… ¿Cómo ha repercutido todo esto durante estos meses en el pueblo Argentino? No es necesario ser economista o un destacado analista político para darse cuenta de la situación que se está viviendo, sobre todo en los sectores populares del país. Las familias y personas en situación de calle han aumentado considerablemente; caminando por el centro de Buenos Aires, no es extraño ver a una familia con un padre, una madre y dos niñas de entre 4 y 8 años viviendo en la vereda, puesto que hay muchos que ya no pueden pagar los arriendos (que subieron hasta un 50% más) ni los servicios básicos. La situación en los barrios y villas donde más se siente la inflación (que alcanza un 6,7%) es preocupante: ha disminuido el consumo de leche, verduras y carne, aumentando así los índices de desnutrición sobre todo en niños y jóvenes. Han vuelto a reabrir muchos comedores comunitarios, pero éstos no dan abasto.

Muchas de las universidades públicas cuentan con presupuesto hasta el mes de agosto, viéndose imposibilitadas de pagar los servicios básicos y los sueldos de sus trabajadores tanto docentes como no docentes. Esto ha generado una serie de movilizaciones en defensa de la educación pública: clases públicas, tomas, paros y marchas, siendo la del 12 de mayo una de las más masivas de los últimos años.

En cada barrio de la capital, existe una gran cantidad de organizaciones sociales, culturales y recreativas donde asisten las familias, sobre todo los niños y los jóvenes. Estos centros se han visto fuertemente golpeados por las alzas de los servicios básicos, muchos centros culturales y recreativos, sobre todo los “clubes de barrio”, se encuentran en una situación incierta o definitivamente están cerrando sus puertas, dejando a cientos de niños y jóvenes sin sus lugares de esparcimiento.

El panorama es incierto y se vislumbran dos posibilidades: la primera y más temida, es que debido a que están siendo atacados los aspectos más elementales (salud, trabajo, educación, alimentación, etc.), las diversas organizaciones no puedan agruparse en un solo bloque para hacer frente a todo lo que está ocurriendo en el país, por organizarse en su propia trinchera; la segunda, mucho más esperanzadora, es ir avanzando con movilizaciones conjuntas que incluyan a todos los sectores y que puedan ir demostrando la fuerza que tiene el pueblo argentino que no se deja vencer.

A pesar de todos estos cambios que han generado una especie de “shock” en los diversos sectores que componen la sociedad argentina y de la incertidumbre que atraviesa el país, la solidaridad de este pueblo sigue en pie. Se ha vuelto urgente la necesidad de reunirse, conversar, discutir, realizar auto-críticas, movilizarse, tanto en los espacios públicos como privados, tanto en la calle, en la micro, en los negocios, como en los sindicatos y en las aulas. Esto que está ocurriendo nos involucra a todos y a todas, como países hermanos que se ven atravesados por las mismas problemáticas con distintos nombres y en distintos lugares. Nos tiene que llevar a pensar en nuestros aciertos y errores, en repensar esta “democracia” que otros (a punta de pactos y traiciones) han creado, en aprender de la experiencia para unirnos como pueblo e ir construyendo entre todos y todas sociedades más justas e igualitarias, donde no sigan ganando ni enriqueciéndose, a costa de la gran mayoría, los mismos pocos de siempre.

Fuentes digitales:

Foto: trabajo.gob.ar

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