Por Guillermo Correa Camiroaga / resumen.cl
Desde que conocí la historia de los tatúsde Neltume y supe que dichos refugios subterráneos fueron fundamentales para la sobrevivencia de los compañeros del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro –luego de ser detectados y perseguidos implacablemente por miles de efectivos militares- imaginé estas construcciones como un vientre excavado en la montaña, una especie de útero de la madre tierra, que resguardó y protegió a los hijos rebeldes que se enmontañaron como guerrilleros para acondicionar el terreno y prepararse para una nueva etapa de la lucha frontal en contra de la dictadura.
En el libro “Guerrilla en Neltume” aparecen unos diseños esquemáticos de un tatú, pero es necesario hacer volar la imaginación para poder “visualizarlo” en forma tridimensional. Cuando tuve la oportunidad de conocer el tatú ubicado en las cercanías del Campamento Base, durante mi primer viaje a las montañas de Neltume en el año 2011, y escuchar en el monte los testimonios entregados en el lugar por compañeros sobrevivientes de esta tarea del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro relativa a la construcción de varios tatús, relatando la técnica usada para construirlos, la utilidad brindada por estas construcciones subterráneas como depósitos y refugio, además de haber tenido la oportunidad de descender al interior de uno de ellos y conocerlo en terreno, me pareció importante el poder buscar una forma de mostrar en el Museo estas construcciones guerrilleras mediante una pequeña maqueta , un modelo tridimensional y no solo un dibujo del tatú, lo que permitiría tener una visión más realista a los visitantes del Museo que no tienen la posibilidad de participar de las actividades conmemorativas que se realizan en el mes de febrero de cada año y que contempla subir a la montaña para recorrer el Campamento Base y observar en terreno un tatú.
De vuelta en Valparaíso y con esta inquietud latente, contacté al compañero Omar Marín para plantearle la idea y preguntarle si aceptaba realizar el trabajo. Bastó que le contara que se trataba de rescatar parte de la Memoria Histórica para que su respuesta fuera positiva. No aceptó remuneración alguna por su labor, solo el apoyo con los materiales necesarios para su construcción.
Así se concretó la construcción de la maqueta del tatú durante el año 2011, la que fue donada al Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume en febrero de 2012, y desde entonces permanece en exhibición en la Sala de la Guerrilla del 81. Esta maqueta también fue exhibida en Santiago, ya que fue facilitada por el Museo de Neltume a la Artista Visual Claudia del Fierro, quien la utilizó en una instalación denominada “El Complejo”, la que fue montada en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, entre los meses de julio y septiembre de 2014.
Pero, ¿Quién era Omar Marín?
La pregunta está formulada en pasado, porque el 9 de marzo de 2018 el compañero Omar falleció producto de un infarto, a la edad de 63 años, luego de haberse sobrepuesto a un cáncer que lo aquejaba. Al momento de su muerte, Omar participaba activamente en la Agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura de Valparaíso.
Omar Luis Marín Cárdenas, el autor de la Maqueta del Tatú, el año 74 entró a estudiar Artes Plásticas en la Universidad Católica de Valparaíso, pero a los pocos meses lo llamaron para comunicarle que no era posible que continuara con sus estudios, porque “tenía su hoja de vida manchada”. Así las autoridades universitarias hacían referencia a su paso por la prisión política y tortura, situación sufrida cuando cursaba el cuarto año de Enseñanza Media en el Liceo Eduardo de la Barra de Valparaíso.
A continuación reproduzco extractos de su testimonio, entregado para el Archivo del Museo de la Memoria y los Derechos humanos, la que me fue facilitada por su hermano Simón, autorizándome también a transcribirla.
Respecto de su infancia y su opción política Omar Marín expresa:
“Mi familia es masona, y la masonería siempre estuvo ligada al radicalismo y también al socialismo, entonces teníamos parientes radicales y parientes socialistas(…) Nosotros desde chicos nos acostumbramos a escuchar conversaciones políticas(…) Mis dos tías directas, hijas de mi abuela, hermanas de mi madre, estudiaron con la Tencha Bussi de Allende, en el Liceo 2, entonces había un contacto también como político, porque eran de la misma generación; conocían a Salvador Allende cuando era médico de acá de Valparaíso, había un cuento político en mi familia(…) Yo no milité en algún partido específico…siempre he sido de izquierda.
(…) En los colegios había mucha participación social y en eso uno ocupaba su tiempo…hacíamos trabajo voluntario solidario en las poblaciones…con la democratización de la educación en el gobierno de Allende, los colegios tuvieron una estructura participativa.”
Más adelante, en relación específica con su detención, prisión y tortura, relata:
El día 15 de septiembre del 73, como a las siete y media u ocho de la tarde llegan a buscarnos a mi casa. Estábamos mis tías, mi hermano mayor y yo. Mi otro hermano tuvo que irse a la casa de otra tía, porque no alcanzó a llegar a la casa por el toque de queda. Mi tía vivía en Baquedano, uno de los cerros de aquí al frente. Él no estaba en la casa y fue a uno de los que fueron a buscar. Entonces allanan mi casa, a nosotros nos dejan en la puerta y entra un grupo, entre 7 a 10 personas, Carabineros, todos pintados, a allanar la casa. Nos secuestran con mi hermano Simón y nos suben a un camión, nos tiran en la cubierta del camión, atrás, y caímos arriba de otra gente. El camión baja, se da la vuelta, sube y llegan a la casa de mis tías y ahí allanan también y toman a mi otro hermano. A mi hermano lo andaban buscando, porque él era Profesor de la Universidad de Chile, Profesor de Sociología. Mi hermano ayudó a crear varios campamentos acá en Viña, entonces era a él al que requerían, por así decirlo(...) Nos llevan a la Comisaría del Cerro Alegre(…) En la mañana nos sacan en el mismo camión y empiezan a dar vueltas por los cerros…sabíamos que íbamos para el lado del mar, pero no hacia adónde….nunca nos imaginábamos que íbamos a llegar al molo…ahí nos hacen bajar y ahí viene lo pesado del secuestro, porque el cambio fue muy brutal…con bayonetazos, patadas nos hacen tirar al suelo…sobre el cemento…nos hacen subir a un buque, el buque Lebu y en la cubierta de nuevo al piso…de ahí nos bajan a culatazos a la bodega del barco.
En otro testimonio entregado por Omar Marín al Colectivo Cine Forúm, manifiesta:
“Yo hice mi relato para el Museo de la Memoria y mandé varios recortes de diarios con fotos. La prensa decía que en el buque Lebu todos estábamos bien, pero adentro estábamos muertos de hambre. Nos subían de noche a la cubierta a comer para que la gente no nos viera. Era una paila roñosa, para perros, a mí me tocaban 5 porotos y 10 gorgojos. Daba asco y nadie se lo comía. Yo la botaba. Salí como un esqueleto. Era asqueroso lo que te daban y el agua tenía un gusto salino, entonces no te atrevías ni a tomar agua. La primera etapa en el Lebu fue tremenda.
En la Escuela Naval, Museo Naval actual, nos interrogaron. Ese es un lugar que hay que recuperar como Memoria, porque ahí fue un centro de tortura heavy, fuimos torturados todos los que veníamos de los buques, éramos cientos.
(…)Nos interrogaron en lugares diferentes. A mí me tocó la primera entrada a un gimnasio igual al del Liceo Eduardo de la Barra, con unas escalerillas de madera en los muros. Era igual que una cancha de básquetbol. Y en las escalerillas de las murallas había somieres, como cuatro, y me hacen bajar los pantalones y me colocaron corriente pidiéndome nombres y como no nombré a nadie, me colgaron arriba en el somier, me colocaron corriente en los genitales, ahí la vi dura, me sacaron la cresta y media. Fue en ese gimnasio de la Escuela Naval antigua.
Después me vendan y me tiran por detrás para la Academia de Guerra y allá me tomaron el nombre y la foto por todos lados. Allí me hicieron el simulacro de fusilamiento. A varios nos hicieron salir al patio y cavar un foso. El simulacro fue con salvas.
Ahora, estudiando Psicología he entendido que eso es matar políticamente a una persona. Al desnudarte y colocarte corriente te estaban deshumanizando. Son las tácticas que crearon los nazis para la deshumanización. Con ese fusilamiento se busca que no te metas más en política, que quedes nulo. De la Academia de Guerra salí en un bus Pegaso para el molo de nuevo. A la altura del faro bajaron al resto y a mí me tiran para el fondo del bus y me dicen que me quede agachado. Cuando salió del molo el Pegaso, ahí un marino, en forma escondida me tiró unas monedas y me dijo ándate en micro. No sé si eso lo hacían de adrede o de buena persona. Abrieron la puerta de atrás y me empujaron a tierra. Caí encima de un montón de mujeres que estaban esperando noticias de sus familiares afuera. Te preguntaban por este y el otro, pero yo salí como atontado…”
He querido hacer esta crónica, incluyendo extractos del crudo testimonio entregado por el compañero Omar Marín, como un pequeño homenaje póstumo, rescatando parte de su historia de vida, para que cuando vean la Maqueta del Tatú que se encuentra en el Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, sepan quién fue su autor.