La maternidad como una opción desde una perspectiva pentecostal

Antes de comenzar esta serie de columnas que llamaré “El Blog del Canuto”, me gustaría señalar y dejar en claro que yo soy un evangélico pentecostal y asisto con regularidad a mi iglesia en Concepción, por lo que tanto esta columna como las que vendrán, están destinadas a mostrar la diversidad de posturas que hay dentro del “Mundo Evangélico”, el cual últimamente está dando lecciones de intolerancia e hipocresía, siendo mediáticamente representadas a través de las funestas actuaciones del autodenominado “Pastor” Javier Soto.

Aprovecho esta instancia para condenar sus actuaciones, tanto en la forma en la que hostiga a las personas que piensan diferente a él, así también en sus razones de fondo. Pienso que es totalmente anticristiano causar dolor y discriminación a las personas apelando a la Biblia.

Entonces, para comenzar, escribo esta columna puesto que en la actualidad nos encontramos inmersos en un debate respecto al aborto, asunto que está íntegramente relacionado con los derechos humanos de las mujeres. Por otra parte, creo que no podemos leer la Biblia de forma literal. Nosotros los evangélicos, creemos que la Biblia fue revelada por Dios en la Antigüedad para una sociedad que poco y nada tiene que ver con nuestras actuales condiciones de vida. De ahí que debamos leer la Biblia con cuidado, comprendiendo el contexto general en donde fue inspirado ese texto, pero ante todo, creo que debemos leer la Biblia con amor y respeto hacia con nuestro prójimo. Es fácil tomar un par de versículos bíblicos fuera de lugar y justificar cualquier cosa.

Para volver a lo que nos convoca, podríamos decir que cuando hablamos de aborto nos estamos refiriendo a la cualidad de persona humana, es decir, cuando un embrión deja de ser un montón de células y pasa a ser una persona, recordando que solo las personas son sujetos de derechos.

Desde luego, un embrión no es un ser humano, no posee voluntad, pensamientos, inteligencia, emociones ni libre albedrio, no posee conciencia de sí mismo, ni nada que lo haga semejante a un ser humano, por ende no posee derechos. Todas esas cosas anteriormente señaladas vienen dadas por un sistema nervioso funcional, cosa que no se ha desarrollado en el embrión sino hasta la semana 12. Claro, es un ser humano en potencia, pero eventualmente podría no serlo, cerca del 30% de los embriones son abortados espontáneamente (¿Por qué Dios permite esa gran cantidad de abortos? A lo mejor está de acuerdo con ese tema, pues hay algunos teólogos que dicen que Dios puede verse reflejado en su creación).

Si revisamos qué nos señala la Biblia con respecto de la vida del ser humano podremos ver que esta comienza con aliento de vida que Dios coloca en nosotros. Es decir, solamente si hay respiración podríamos hablar de vida humana, como es señalado en Génesis 2:7: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” O en Job 12:9-10: “¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano.”

Desde luego conviene señalar que no se trata de establecer dogmas ni dada por el estilo sino mostrar la diversidad de creencias que pueden caber dentro del protestantismo chileno. Si revisamos Ezequiel 37:1-10 es mucho más explícito con respecto a esta situación: “La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová, así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán”. Desde luego hay algunos que citaran varios versículos que parecieran señalar estar en contra del abortos como Jeremías 1:5 “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.” pero obviamente podríamos concluir de que ese versículo se trata ante todo de una figura literaria

En otros versículos como en Éxodo 21:22-23 se señala esto: “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida”. Hay que considerar que en el Antiguo Testamento la pena de muerte por lapidación la aplicaban por cosas tan banales como casarse sin ser virgen (Deuteronomio 22:20-21) o a un hijo desobediente (Deuteronomio 21:18-21).

Por otro lado, perfectamente puede tratarse de una compensación en tanto pérdida de un objeto, en este caso del feto abortado. De hecho hay que recordar que en la lista de precios para la redención de seres humanos en el santuario en el descrito en el Antiguo Testamento en Levítico 27, ni siquiera se consideran a los infantes menores de 1 mes de vida como personas, o en Números 3:15 que dice: “Cuenta los hijos de Leví según las casas de sus padres, por sus familias; contarás todos los varones de un mes arriba.”

Desde luego esta columna no tiene el ánimo de ser un tratado teológico sobre el asunto, hay personas que tratan el tema con mucha mayor habilidad que yo en este instante. Lo medular de esta columna es poder mostrar la diversidad de conclusiones a las que podemos llegar ocupando el mismo libro sagrado: la Biblia. El aborto es una realidad que como evangélico no puedo dejar de lamentar, por lo que sería hipócrita no legislar sobre este asunto apelando a nuestras creencias. Antes de preocuparnos por embriones que no son seres humanos, debemos preocuparnos por las mujeres que sí son sujetos de derechos.

(Si conoce a algún evangélico conservador, muéstrele esta columna).

*Todos los versículos citados corresponden a la versión de la Biblia “Reina Valera” de 1960.

Foto: Camila Lassalle.-

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