Las brutales imágenes del exterminio que está haciendo el Estado de Israel contra Palestina, principalmente en la Franja de Gaza, han horrorizado al mundo entero y han puesto el interés en un conflicto que se arrastra por más de 75 años de abusos y violaciones al derecho internacional. Si bien aún no ha derivado en bombardeos y misiles, un caso bastante similar a la opresión que sufre el pueblo palestino lo vive también lo viven también saharauis con la ocupación que Marruecos (aliado de Israel) hace en su territorio, que no les reconoce como país, sacó a las personas de sus casas y les tiene viviendo en campamentos de refugiados sin derechos básicos. Un pueblo que por cierto, habla español.
Por Alejandro Baeza
La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) es una excolonia española que se encuentra ocupada ilegalmente por el reino de Marruecos por más de 50 años. El que fuera conocido como "Sahara español" o "Sahara occidental" en el norte de África, es junto con Palestina, es una de las grandes crisis humanitarias por ocupación de potencias coloniales en el mundo.
Poblada originalmente por pueblos bereberes y árabes en su época prehispánica, comenzó a ser poblada por españoles (del reino de Castilla) desde el siglo XV junto a la llegada de estos a las Islas Canarias. No obstante, la colonización propiamente tal inició en 1884 en la decadencia del Imperio Español y se extendió formalmente por casi 100 años.
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El 20 de mayo de 1973, fuerzas militares españolas se ven sorprendidas por un ataque que marcó la primera experiencia de lucha guerrillera en un desierto a nivel mundial. Unos días antes, 10 de mayo de 1973, en la localidad de Zouérate, Mauritania, un grupo de jóvenes saharauis habían fundado el Frente Polisario, un acrónimo en castellano de Frente Popular por la Liberación de Saguía, el Hamra y Río de Oro, antiguas colonias españolas en el Sahara occidental africano. El Polisario es el heredero del antiguo Movimiento para la Liberación del Sahara, surgido en los años 60 quien fue prácticamente aniquilado por el ejército español tras el levantamiento de la ciudad de El Aaiún el 17 de junio de 1970.
Tras la retirada española, Mauritania y Marruecos invadieron ilegalmente el territorio para anexarlo sus Estados en una acción denominada "Marcha Verde". El Frente Polisario continuó la lucha, ya no con los soldados coloniales europeos sino contra las fuerzas de ocupación de sus vecinos, apoyado principalmente desde Argelia que había ganado su propia guerra de liberación nacional contra Francia unos años antes.
En 1975 una misión de la Naciones Unidas reconoció al Polisario como fuerza beligerante en la zona.
Esta invasión se produce con el apoyo de Estados Unidos, al ser Marruecos un aliado de éste (hasta el día de hoy) y por la orientación comunista del Polisario.
El 27 de febrero de 1976, el Polisario proclama desde Bir Lehlu la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y a El Uali como su primer presidente, siendo por lo demás, el único país junto a Guinea Ecuatorial que tienen al castellano como idioma oficial en África. El 8 de junio de 1976, alrededor de 200 guerrilleros atacan Nuakchot, capital de Mauritania, después de haber recorrido más de 1000 km por el desierto, El Uali estaba entre ellos y muere al día siguiente en la retirada.
El 5 de agosto de 1979 que Mauritania admite su derrota frente al Frente Polisario y abandona sus reclamos del Sahara Occidental, pero el pacto no es reconocido por Marruecos, que invade este territorio el 11 de agosto de 1979. A raíz de este hecho la ONU aprueba una resolución en la que reconoce al Frente Polisario como el legítimo representante del pueblo saharaui, mientras que considera a Marruecos como una potencia ocupante.
A partir de 1981 Marruecos desarrolla la estrategia militar de construir una serie de ocho muros en el desierto, con una longitud de más de 2000 km, sembrado millones de minas antipersonales que impiden la movilidad de los guerrilleros saharauis, cortando el territorio, pero que no logran detener al Polisario hasta el 6 de septiembre de 1991, año en que Marruecos y el Frente aceptan un alto al fuego, mientras una Misión de Naciones Unidas para el referendo en el Sahara Occidental (MINURSO) se convierte en el organismo encargado de velar por la paz y preparar la consulta, cuya celebración se preveía para 1992 y que hasta el día de hoy no ha realizado.
La RASD es miembro fundador de la Unión Africana, es reconocido como Estado soberano por 85 países del mundo, la mayoría africanos, algunos latinoamericanos como Cuba, Panamá, México, Nicaragua, Bolivia, Uruguay y Venezuela.
Una reactivación del conflicto se ocurrió en noviembre de 2020, cuando unidades militares marroquíes dispararon contra manifestantes saharahuis cuando protestaban y bloqueaban el paso por una vía comercial del paso fronterizo de Guerguerat. A raíz de este hecho, el Frente Polisario declara roto el alto el fuego pactado en 1991 y el inicio de «una nueva guerra total en la región», guerra que se mantiene hasta el día de hoy.
Actualmente hay unas 173 mil personas viviendo en cinco campamentos de refugiados o wilayas: Auserd, Smara, Dajla, El Aaiún y Bojador (antiguo 27 de Febrero), denominados con el nombre de las principales ciudades del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos. Estos están ubicados en las áridas tierras del desierto del Sahara, donde las comunidades refugiadas viven sufriendo condiciones climatológicas adversas, frecuentes tormentas de arena, así como escasez de alimentos y agua potable.
En no sólo el Frente Polisario continúa la resistencia, sino que la población en los territorios ocupados que sufren la discriminación, abusos, desplazamientos forzados y la persecución política (y policial), así como la diáspora saharaui por el mundo que intenta relevar esta lucha invisibilizada
El vergonzoso rol del reino de España
En marzo de 2022, el presidente Pedro Sánchez realizó un arbitrario cambio en la posición del Estado español en este conflicto, señalando en un comunicado que «España considera que la iniciativa de autonomía es la base más seria, realista y creíble para solucionar el conflicto entre Marruecos y la RASD, adoptando así las exigencias de Rabat de que el Sáhara Occidental se convierta en una región autónoma dentro de Marruecos».
Hasta ahora la potencia colonial del territorio había respaldado las determinaciones de la ONU para la realización del referéndum, postergado por 30 décadas mientras Marruecos intenta cambiar la configuración demográfica en la zona para acomodar un resultado favorable a su postura.
Por su parte, el vocero de la Organización de Naciones Unidas, Stephane Dujarric, fue enfático en señalar que el conflicto del Sahara Occidental debe solucionarse con un compromiso pleno de las partes con el proceso político facilitado por la ONU en el marco del derecho internacional que implica la libre determinación del pueblo saharaui.
No obstante, esta movida de Sánchez se suma una ignominiosa lista de traiciones por parte del reino de España al pueblo saharaui, la primera de ellas fue la entrega del territorio por medio de un acuerdo pactado por los reyes Juan Carlos I de España y Hasán II de Marruecos.
La segunda fue el giro que realizó el también socialista Felipe González, que tras la muerte de Franco en 1976 fue hasta la RASD y en un discurso señaló que «nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final», sin embargo, González como presidente decidió respaldar a la posición de la OTAN (a la que España acababa de unirse) y tuvo un giro radical en su postura, pasando a apoyar la ocupación de Marruecos al ser éste aliado de Estados Unidos, manteniendo desde entonces muy buenas relaciones con la monarquía marroquí, hasta el punto de haberse construido una mansión avaluada en 2,5 millones de euros en la playa Jbila, en la ciudad marroquí de Tánger, colindante con el balneario personal del Rey Mohhamed VI y el palacio de veraneo de la familia real de Arabia Saudita en el mediterráneo.
Aunque claro, la traición más importante de España es el haber dejado a su suerte a cientos de miles de personas que el mismo Estado consideraba como ciudadanos españoles, desentenderse de las obligaciones que les impone el derecho internacional y el compromiso ético con los derechos humanos y la democracia, y por su puesto, no hacer todo lo que esté a su alcance para realizar aquel postergado plebiscito de manera justa y sin intervención marroquí, garantizando al fin la soberanía de un pueblo que tiene derecho a existir.