Por J.Soto
En marzo de 2020 el gobierno de Chile comenzó la implementación de medidas para enfrentar la crisis del coronavirus. Terminando septiembre, el continente americano lidera los contagios por millón de habitantes (México, Perú, Chile, Brasil y EEUU). De los países con más cantidad contagios liderados por Estados Unidos se agregan por nuestro continente Brasil, Colombia, Perú, México, Argentina y Chile en el Nº12. La lista de los 12 países con más contagios la completan India, Rusia, España, Sudáfrica, Francia. Se trata de realidades muy diferentes, difícil de comparar, sin embargo, permite aproximarse a las respuestas locales frente a un riesgo global. A la misma fecha, los contagiados son cerca del 0.5% de la población mundial.
Desde un inicio el Gobierno de Piñera optó por dirigir la pandemia como un problema sanitario exclusivamente y no como una emergencia o un desastre mayor, como lo hizo en su primer gobierno con el terremoto de 2010 donde destinó el 18% del PIB a la reconstrucción. Esa opción la resumen magistralmente el presidente de la Cámara de Comercio de Santiago Carlos Soublette, cuando señala “no podemos matar la actividad económica por salvar vidas” y José Manuel Silva socio y director de Inversiones de LarrainVial Asset Management “no podemos seguir parando la economía, y debemos tomar riesgos, y eso significa que va a morir gente” (La Tercera)
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El Ministerio de Salud conduce la crisis y no la ONEMI el organismo especializado en emergencias y desastres. Si la ONEMI conduce su normativa y la normativa internacional lo obliga a poner el acento en las personas, luego los bienes y en tercer término el medio ambiente. El ministro de salud renunciado Sr. Mañalich y su versión más amable el Sr. Paris (ambos médicos) han puesto como prioridad la economía y luego las personas. El estado de catástrofe y el toque de queda prolongado son medidas que favorecen el mandato de salvar la economía
Para salvar la economía se nos ha hecho creer que estamos frente a una crisis sanitaria y no del modelo de desarrollo capitalista desigual y de privilegios de una élite que se resguarda en leyes, administración de las instituciones de la república y el control de las FFAA y de orden. Desde el Estallido Social iniciado en octubre de 2019 se ha usado el mismo patrón en la construcción de un lenguaje especialmente adaptado a los fenómenos y a las fórmulas que la élite idea para salir de las crisis.
Como respuesta a las crisis las élites construyen lenguajes y escenarios que les permitan seguir administrando el modelo sin cuestionarlo, como si se tratara de algo sacro. Para el Estallido Social obtenemos leyes antibarricadas, anticapuchas, molotov, etc. Comenzamos a escuchar términos como “vandalizado”,” gaseado”, “mutilados”, etc. Recordemos también que para el terremoto y tsunami de 2010 se acuñó el término “casas terremoteadas” “gifcard terremoto”, etc. Hoy hablamos de “fases” y “pasos” en la pandemia, “positividad” a propósito de los test PCR para COVID-19, cuarentena, cordones sanitarios, pase diario, salvoconductos, permisos colectivos, permisos temporales, distancia social para referirse al contacto físico entre las personas, etc.
La élite, fundamentalmente políticos, funcionarios públicos y los rostros de los medios de comunicación, hacen propio esas expresiones y sus significados, las repiten, reinterpretan y se enmarcan dentro de este lenguaje construido por la élite para hablar sobre fenómenos de alta complejidad desde sus posiciones de privilegios. En ese lenguaje, y los análisis que desde ellos parte, están ausentes otros términos como pérdida de derechos, ausencia de reglas claras para el comportamiento social, desprotección social, denegación de justicia, abuso policial, impunidad y muchos otros que se refieren al ejercicio de la ciudadanía en un régimen democrático.
Sociedades con tendencias claras al individualismo tienen más dificultades para fijarse proyectos o metas colectivas, en ellas los patrones de éxito son el reconocimiento y acumulación de bienes de manera individual. Estas características del modelo de desarrollo capitalista chileno ayudan a explicar también la resistencia de las élites al cambio que las sociedades muestran frente a crisis como la pandemia COVID-19 o el Estallido Social.
Se demostró durante 2019-2020 que con la protesta social sostenida se logra permear a las élites, el plebiscito del 25 de octubre 2020 es la respuesta de la élite para reemplazar la Constitución Política y el retiro del 10% de los fondos de pensiones es una derrota para el gobierno de Piñera, que no logró alinear a sus militantes en el Congreso. Una presión distinta es la del gremio de dueños de camiones que llaman a paro, cortan carreteras, impiden el desplazamiento de camiones por la fuerza y al amparo de Carabineros de Chile, con el respaldo del ministerio del Interior y en total impunidad.
El viernes 2 de octubre se publica en el Diario Oficial el decreto del Ministerio del Interior Nº 386 del 3 de septiembre de 2020 titulado “DECLARA REGIONES QUE INDICA EN ESTADO PREVENTIVO DE EMERGENCIA y que indica: “Declárese a las regiones de Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Libertador General Bernardo O'Higgins, Maule, Ñuble, Biobío, Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo, Magallanes y la Antártica Chilena y Metropolitana de Santiago, en estado preventivo de emergencia durante los meses de octubre, noviembre y diciembre del año 2020, y enero, febrero, marzo, abril y mayo del año 2021”. El plebiscito del 25 de octubre próximo y las elecciones de Alcaldes, Concejales, Gobernador Regional y Delegados Constituyentes se harán bajo este régimen.
Las élites buscan proteger el modelo a toda costa, a éste deben sus privilegios, se desarrollan y reproducen sin alterar el modelo capitalista y sus estructuras de poder, les es cómodo y saben desenvolverse, la alternancia en el poder Concertación/Nueva Mayoría y Alianza por Chile/Chile Vamos sólo significa cambio en la administración.
A días del plebiscito donde se vota Aceptar o Rechazar cambiar la constitución política y el mecanismo para ello, Convención Mixta o Convención Constituyente (las propuestas de la élite) Chile sigue siendo el país con uno de los peores comportamientos en la gestión de la pandemia a nivel mundial.