La saturnálica política chilena

Por Robinson Silva Hidalgo/resumen.cl En el mundo romano antiguo se celebraba, por estas mismas fechas, la saturnalia, fiesta maravillosa que hacía que las personas se intercambiaran regalos y festejaran con comidas y bebidas abundantes, en un ambiente carnavalesco y lleno de alegría. Esta costumbre estaba tan arraigada entre la población, que finalmente el cristianismo tuvo que aceptarla y transformarla en las fiestas de navidad (su vertiente amorosa y cálida) y año nuevo (la más festiva y pagana). Sea como sea, la saturnalia representaba un momento de celebración que incluso hacía trastocar las normas sociales, haciendo que cayeran los estereotipos y el pueblo se acercara, por ejemplo, a la verdad de los hilos del poder. Pues bien, al parecer la saturnalia -en su versión original- vuelve con gloria y majestad a nuestros calurosos días de verano, inyectando de verdad y desparpajo festivo a nuestra sudada realidad, entre las tórridas jornadas de este prometedor 2016, tal vez la más hilarante y preocupante fue la de los días de cambio de folio, en una Moneda afiebrada, se movilizaron tropas de asesores presidenciales y ministeriales para montar uno de los carnavales más esperpénticos del último tiempo, ello derivó en que la presidenta cayera cual paracaidista en la Araucanía para dejarse ver, que no se diga; y al ministro del interior, Jorge Burgos, se le vio abrazando carabineros tras entonar un marcial himno patrio luego de llegadas las 12 de la noche del día 31, hecho ocurrido en un triste retén armado especialmente para reprimir mapuches. Que no se diga, el gobierno estaba haciendo una saturnalia de aquellas, en pleno corazón del denominado conflicto mapuche. Pero las fiestas traen desorden y estropicio y alguien tiene que hacerse cargo del despelote que generan, en este caso fue la presidenta Bachelet quien hubo de pedirle disculpas al rey del mambo, a Jorge Burgos, por haber salido sin permiso a darle agua potable a Cholchol, tal vez ahora puedan tener un verano con agua en una de las zonas más secas de Chile, pero esa es otra historia. La cuestión es que ardió Troya por la famosa visita presidencial sin permiso, esta especie de cimarra presidencial hizo que la DC saliera con sables, catanas, mazas y hasta con estoques a darle a los asesores presidenciales, si hasta proclamaron a Burgos candidato a presidente, faltó ascenderlo al título de emperador como para que la saturnalia estuviera completa, en fin. El señor ministro no halló mejor respuesta que irse a celebrar con la policía el año nuevo, como para dejar en claro que el que maneja la seguridad del país es él, tomamos nota señor Burgos y se la apuntamos para cuando muera otro comunero mapuche a manos de vamos a saber quién. La cuestión es que si algo no le faltaba a la Nueva Mayoría, era un conflicto interno que se hiciera así de público, y sin ánimos de especular, cuestión que abunda en estos casos, el conflicto entre la vieja concertación y los renovados Nueva Mayoría estalló, si bien es cierto que la tensión existe desde el día uno de la investidura presidencial, esto solo se manifestaba en los rechazos permanentes a los proyectos chambones que lograron medio matrimonio igualitario, media gratuidad y media reforma tributaria, salvo los pataleos de Walker y algún otro oligarca nostálgico de las sonrisillas de Aylwin o del dedo de Lagos, nada hacía presagiar que ahora tendríamos que presenciar desaires, carrerillas entre pasillos palaciegos y risas cínicas de periodistas sin re-medio. Sin duda, estamos ante el ridículo político más grande de las últimas décadas, de un gobierno que tenía mayoría parlamentaria y un programa mediocre, pero claro, con una derecha destruida, aun así, no se pudo o no se quiso, no se dio o ¿cedió? Si me preguntan a mi, a Bachelet no le entran balas y si, voy a especular para cerrar esta columna, creo que la señora presidenta prefiere pelearse con el emperador Burgos antes que seguir soportando las burradas de su hijo, expuestas hasta el pasquín más miserable del duopolio de la prensa de Chile; y Burgos o es tan penca que no supo del viaje presidencial, a pesar de su larga experiencia en labores de inteligencia, o encontró la excusa perfecta para ponerle la lápida a la Nueva Mayoría, todo esto me huele a teatrillo pobre y con ello me convenzo que en este país no hay gobierno ni nadie que quiera gobernar en serio, todos están irritados, todos entregados al piloto automático y con ello dejados a la buena del dios Saturno para que haga con nosotros lo que quiera, como bien lo grafico Goya en su mítica pintura “Saturno devorando a su hijo”. Porque claro en la mitología mediterránea Saturno no marcaba solo las fiestas, Saturno devoraba a sus hijos pues temía que le quitaran el poder, comerse a los hijos biológicos o putativos en el caso de Bachelet, o los sucesores políticos, como en el caso de Burgos, muestra el espíritu saturnálico de esta clase de políticos en el poder. Si, lamentablemente, esta es una clase política saturnálica, que no dejará jamás que le quiten el poder, para ello nos montarán bonitas fiestas y espectáculos tan patéticos como el de fin de año, pero si eso no bastara, nos engullirá sin piedad, como ya lo ha hecho con decenas de comuneros mapuches, pero eso es otra historia.
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