Las dos derechas que disputan la gobernación del Biobío

Por A.Baeza Pese a la sobrecobertura mediática, poco interés ha generado la segunda vuelta de gobernaciones regionales más allá de las cúpulas de los partidos políticos que ven la instancia como una clásica medición de matemáticas electorales para el futuro cercano. Tanto la clase política nacional como los grandes medios masivos han fijado su atención en el caso de la Región Metropolitana, transformándola en casi en la antesala de las presidenciales y dejando absolutamente en un segundo, y tercer plano, al resto del país. En este sentido, una de las regiones más curiosas es Biobío, donde quienes pasaron al balotaje fueron las opciones más a la derecha de la papeleta, Rodrigo Díaz y Flor Waisse, a contrapelo de la tendencia nacional que significó un fracaso para este sector. ¿Pero quiénes son y qué representan estas dos candidaturas?   Flor Weisse Flor Weisse hizo su carrera política en la Provincia de Arauco como representante de las fuerzas más a la derecha de aquel territorio, partiendo como concejala en Cañete por la UDI para luego, durante el primer gobierno de Piñera, pasar a ser designada como gobernadora provincial. En ese puesto, enfrentó las movilizaciones de las comunidades lavkenches con la más brutal represión, así como las huelgas de hambre de los presos políticos mapuches de 2010 encarcelados por la ley antiterrorista. Desde 2014 es parte del Consejo Regional del Biobío y en 2018 uno de sus hijos, Pedro Durán Weisse, estuvo involucrado en un caso de corrupción cuando el municipio de Los Álamos en la Provincia de Arauco bajo la administración del alcalde y también militante de la UDI, Jorge Fuentes, contrató una compañía por sobre el 136% del precio para transporte de aguas servidas, pese a no contar con la autorización sanitaria para operar, empresa que por su parte subcontrató a la compañía del hijo de la actual candidata a la gobernación regional. Weisse es representante de la derecha colona en la provincia de Arauco, católica, reaccionaria, latifundista y con aspiraciones de poder. Precisamente este último punto es lo que le ha traído más problemas a la interna de su partido, pues ha chocado de frente con el autoritarismo personalista de la máxima representante de la UDI en el Biobío, su expresidenta nacional y hasta ahora senadora, Jacqueline van Rysselberghe, transformándose en una de sus rivales políticas en la zona, a tal punto, que la senadora no ha manifestado públicamente su apoyo a Weisse en su candidatura y, sin embargo, se ha referido en muy buenos términos a su rival en la campaña, el ex DC, Rodrigo Díaz.   Rodrigo Díaz Díaz inició su carrera política -como militante del ala más a la derecha de la DC- en la gobernación provincial de Concepción en 2004, para luego asumir como Seremi de Gobierno en 2007. El segundo gobierno de Michelle Bachelet lo designó como intendente del Biobío. Su gestión en ese cargo se caracterizó, entre otras cosas, por su apoyo incondicional en cada votación a grandes proyectos de intervención energética de tremendos impactos socioambientales y que generaban el rechazo de la población de los territorios donde pretendían ser instalados, como el controvertido “Proyecto Octopus”, que incluía plantas de gas en la Bahía de Concepción (GNL Talcahuano y GNL Penco-Lirquén, así como la planta termoeléctrica “El Campesino” en la rural comuna de Bulnes). Asimismo, apoyó la instalación de los proyectos de minería de biolantánidos en Penco, de gigantescos costos socioambientales, intervino a favor de la instalación del embalse Punilla y la central “Hidroñuble” en el Río Ñuble, proyectos rechazados por la comunidad que se tradujo en varios viajes a Concepción para denunciar colusión entre el entonces intendente y el empresariado, y luego pasó a trabajar en la sanitaria privada Essbio. Díaz quebró por la derecha con la Democracia Cristiana y así lo denunciaron incluso desde su expartido por los vínculos empresariales de éste con el entonces vicepresidente de Evópoli, Javier Álvarez, pues el exintendente trabajaba al momento de anunciar su candidatura de gobernador como gerente de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Buses Hualpén, empresa propiedad de la familia de Álvarez. Incluso el mismo Felipe Kast, fundador de Evópoli, lo barajó públicamente como una posibilidad de candidatura a la gobernación del Biobío, sin embargo, Díaz fue lo bastante hábil como para darse cuenta la importancia de la palabra “independiente” en el nuevo ciclo político abierto tras el Estallido Social y decidió no militar. Es así que históricos DC locales como el fracasado aspirante al sillón regional Eric Aedo y el exintendente y exministro de Educación, Martín Zilic, calificaron durante la campaña directamente a Díaz como un candidato de derecha.   La gobernación del Biobío Una cosa está clara: Este domingo en la región ganará la derecha, sea la de Weisse o la de Díaz, y la izquierda debe hacerse las preguntas necesarias para responder cómo permitieron que fuera posible este escenario en un momento en que este sector es apabullado a nivel nacional. Porque más allá del irresponsable y centralista apoyo que hizo Jadue y el PC a Díaz, los errores de los partidos de izquierda partieron con no haber logrado establecer una candidatura clara (y única) que permitiera atraer la votación acorde a lo que está ocurriendo en el país. Será por eso que el Biobío le está dando, sin querer, un pequeño respiro a este derrotado sector político, y probablemente, sea la trinchera en que se podrá rearmar y tomar fuerzas para el camino que viene para Chile.
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