Por resumen.cl
Históricamente el principal camino que unía a Concepción con Chillán, el Maule y Santiago, era el que hoy se conoce como Ruta a Bulnes, que pasa además por las comunas de Florida y Quillón. Éste llegó a tener un carácter estratégico durante La Colonia. Durante la Guerra de la Independencia, en el paso El Roble, tuvo lugar una de las batallas más importantes de este periodo.
Este camino tiene, a lo largo de casi todo su recorrido, muchas curvas, algunas incluso a entrada y salida de puentes y además es un camino muy angosto. Antiguamente, antes de la construcción de la autopista del Itata, los buses que hacían el recorrido Concepción-Santiago ocupaban este trayecto y debían entregar bolsas a sus pasajeros que ante el mareo de las curvas, pudieran vomitar en ellas.
Una de las centenares de curvas de este camino es sin duda la más famosa de todas, la “Curva del Ingeniero”. Justo a la salida de Florida en dirección a Quillón se presenta una pendiente leve, donde el camino hace una extensa curva para luego tomar el camino recto. Muchos señalan que el camino pudo prescindir perfectamente de esa trayectoria llamada curva del ingeniero. Una inocente explicación se la puede atribuir a un error de cálculo, otros intentan argumentar que en aquellos años los motores de los vehículos eran menos potentes que hoy y que, con la curva, se quiso evitar una cuesta pronunciada. Pero la leyenda dice otra cosa.
Cuentan que en el lugar vivía un matrimonio de ancianos con su hija, una hermosa mujer campesina, que atendían con alojamiento y comidas a parte de los numerosos trabajadores forasteros que participaban de la construcción de la carretera. Uno de ellos era el ingeniero a cargo de las obras. Dicen que surgió una amistad que terminó en apasionado romance entre el ingeniero y la joven campesina. Cuando el avance de los trabajos llegaba cerca del pequeño predio de este matrimonio, cultivado con vides, el ingeniero se dio cuenta que debía pasar por la mitad del predio, dividiéndolo en dos la propiedad y reduciéndola significativamente, impactando su productividad. Al saberlo, la mujer rogó al ingeniero que no acabara con la fuente de sustento de su familia y, por amor, el hombre cambió la ruta en ese tramo, justo en el límite de la pequeña propiedad campesina, quedando esta curva bordeando la propiedad.