Por Francia Flores, Abogada Equipo Triagrama, Investigadores en Desarrollo Humano Esencial
No hay peor castigo que separar a una recién nacida de su madre, ni mayor tortura que impedir el contacto de una madre con su hija los primeros días de vida. Privar a una mujer de su legitimo derecho a cuidar a ese ser que trajo a la vida, de nutrir ese cuerpo que se generó en su vientre son medidas ampliamente conocidas, practicadas por regímenes totalitarios, generalmente aplicados por los opresores en contra de aquellos oprimidos. Como olvidar los programas del régimen NAZI, donde separaban a los neonatos de sus madres y les impedían contacto y lactancia. De esos aberrantes experimentos aprendimos como especie, del daño profundo, permanente, irreparable, inconmensurable que la separación genera. Sabemos, existe evidencia científicamente afianzada, que como mamíferos necesitamos, para vivir y crecer sanos, física, emocional y espiritualmente, de ese contacto esencial que la naturaleza ordena. Una recién nacida puede sobrevivir con la sola presencia de la madre, la evolución milenaria del sistema cuerpo femenino genera el alimento perfecto para la criatura que por nueve meses gestó.
NO EXISTE potestad, ley, Estado, ni protocolo que justifique la separación de la unidad madrehijo.
En estos tiempos, con los conocimientos alcanzados por nuestra especie, aprendimos a proteger a nuestras crías de vulneraciones que perjudiquen su salud o pongan en riesgo su vida. Hemos aprendido también, que EN CASOS EXCEPCIONALES, generalmente debido a enfermedades o desordenes mentales, algunos padres y madres no pueden proveer a sus hijos de la debida protección, mas aún son ellos mismos quienes ponen en riesgo la integridad o dañan a este ser que por naturaleza están llamados a cuidar. Es SOLO EN ESTOS CASOS, que se justifica la intervención de este vinculo, además dicha intervención debe ser adecuada y proporcional al peligro detectado, que por lo demás debe ser constatado y fundado en antecedentes que indiquen la existencia de FACTORES DE RIESGO QUE SEAN SUFICIENTES PARA CAUSAR UN DAÑO SUPERIOR AL QUE LA SEPARACIÓN DE UNA MADRE E HIJA CIERTAMENTE PRODUCE.
En este momento de la historia solo tenemos certeza del daño producido por el desgarro de este sistema formado por dos seres. En cuanto al daño potencial que la presencia de cannabis en el cuerpo de una mujer podría generar a un neonato a través de la leche de una madre que declara abiertamente ser usuaria ocasional de esta planta medicinal, NO TENEMOS CERTEZA.
No es justificación suficiente que la separación sea “legal” o “judicial”, mucho sabemos de procedimientos antinatura llevados a cabo por el Estado, mucho sabemos de tortura y muerte causadas por médicos y otros funcionarios de salud pública amparados en esta aparente “Legalidad”.