LITERATURA| Entre enigmas y relatos negros

Hace un tiempo buscaba un libro que teorizara acerca de la novela negra y el que encontré resultó ser bastante específico en su temática, ya que en él se analizan obras de escritoras. Me refiero a Las damas negras. Novela policiaca escrita por mujeres, del año 2011 y cuyas editoras son Josefina de Andrés Argente y Rosa García Rayego. Las escritoras estudiadas son Agatha Christie, P.D. James, Ruth Rendell, Patricia Highsmith, Katherine V. Forrest, Margaret Atwood, Sue Grafton, Donna Leon, Sara Paretsky, Patricia Cornwell y Fred Vargas.

Julia Guzmán Watine / Trazas Negras

A partir de ese hallazgo, me propuse leer y analizar, sin un orden cronológico, a las primeras tres autoras que encontrara, por lo tanto, la secuencia dependería del azar. Este también provocaría que las obras analizadas fueran las primeras apariciones de los comisarios ficticios de P.D James, Fred Vargas y Donna Leon.

P.D. James, la dama de los enigmas

Phyllis Dorothy James White, escritora inglesa, nació el 3 de agosto de 1920. Antes de dedicarse exclusivamente a la literatura, trabajó como administrativa en el Servicio Nacional de Salud y en el Servicio forense del Departamento de Policía del Ministerio del Interior. Según Liliana Costa, quien, en Las damas negras… dedica un capítulo a P.D. James, la trayectoria profesional de la escritora le permite tener el conocimiento necesario para la elaboración verosímil y documentada de su obra.

A los 36 años se dedicó seriamente a la escritura e inmediatamente sus obras fueron leídas y acogidas favorablemente por la crítica.

Liliana Costa, señala que se reconoce en su primera novela, Cubridle el rostro (1962), muchos elementos de Agatha Christie “el crimen se comete durante un fin de semana en la casa de campo de una familia adinerada y los sospechosos son los miembros de una familia, el servicio doméstico y los invitados”. Es decir, el misterio se despliega en la figura de un cuarto cerrado, donde todos los personajes son tan conocidos como sospechosos.

Sin embargo, para Costa, en este modelo de literatura policiaca, se inserta una mirada lúcida del sexismo retratado en el relato la que, junto a la ironía al explicar los mecanismos caritativos de personajes privilegiados, acercarían tímidamente la primera novela de la autora al relato negro.

Sólo he leído dos novelas de la autora (Cubridle el rostro y La torre negra) y a partir de esas narraciones, he sacado en limpio que el detective Dalgliesh es viudo, solitario, poeta, le gusta la música y duda de su vocación. De modo que, en las dos novelas, se muestran los problemas que acompañan el acontecer, pero creo que no se profundiza en los cuestionamientos, sufrimientos, dudas que no conciernan su trabajo o el presente del personaje.

De hecho, en La torre negra, relato más cercano a la novela negra, Dalgliesh, se encuentra atormentado por una enfermedad mal diagnosticada; piensa que va a morir. Sin embargo, esa cercanía a la muerte, sólo le permite cuestionar su continuación en Scotland Yard. En otras palabras, no hay una reflexión profunda en torno a su vida o a sus decisiones que trasciendan el ámbito profesional.

Cubridle el rostro es una novela ágil, las reflexiones de los personajes, mediadas por el narrador, son reveladoras, incluso, algunas veces sorprenden por el contraste que se produce entre las reflexiones, las palabras y la vida que ellos llevan. Provoca enterarse de las ambivalencias, las múltiples de caras y facetas escondidas. En fin, aunque nos encontremos con una novela de enigma, hay ciertas intromisiones lúcidas que desestabilizan las clasificaciones que acostumbramos a hacer cuando leemos.

[caption id="attachment_116532" align="aligncenter" width="800"]Las damas negras. Novela policiaca escrita por mujeres Las damas negras. Novela policiaca escrita por mujeres.[/caption]

El universo autónomo de Fred Vargas

Frédérique Audouin Rouzeau más conocida como Fred Vargas, es autora de las novelas Los que van a morir te saludan, Que se levanten los muertos, El hombre de los círculos azules, Más allá a la derecha, Huye rápido, vete lejos, entre otros. Nació en París en 1957 y además de escribir novelas de enigma, es una connotada historiadora medievalista y arqueóloga.

Me voy a referir, en esta ocasión a la novela El hombre de los círculos azules (1996), donde aparece por primera vez el comisario Juan Bautista Adamsberg, quien ha sido transferido desde los Pirineos al distrito 5 de París. Él posee una personalidad lenta y apacible, con una aparente indiferencia y quizá indolente manera de llevar a cabo las investigaciones. Lo anterior perturba a sus compañeros de trabajo, quienes no son capaces de compatibilizar la fama que Adamsberg se ha ganado en su exitosa carrera con su forma de ser provinciana, pausada y descuidada.

A diferencia de Dalgliesh, el héroe de P.D. James, Adamsberg es un personaje que tiene una construcción más compleja. Se sabe algo de su pasado, sus amores frustrados, sus temores, su descuido en el vestir, sus reflexiones que atañen y no precisamente su investigación. Se presenta, entonces, un personaje como el resultado de un itinerario que se manifiesta en la novela por medio de sus recuerdos, fantasmas y coincidencias.

La historia comienza con una investigación secundaria que sirve para presentar la sagacidad sencilla e intuitiva del detective y también ilustra cómo él se distancia de los métodos convencionales de la policía a la que pertenece. La indagación comprende las diez primeras páginas desde su presentación.

La trama principal se desarrolla paulatinamente, con el hallazgo de unos círculos azules que encierran objetos, como repuestos de lápices, un aro, una bombilla, una pinza, excremento de un perro, libros y cáscaras de huevo. El comisario, que ve esta curiosa manifestación a través de la prensa, se inquieta y comienza a guardar los artículos para seguirle la pista a este misterioso ser quien, además de dejar esos objetos, escribe: “Víctor, mala suerte, ¿Qué haces afuera?”. Poco a poco, estos hallazgos van mostrando elementos más violentos, como animales muertos (una pata de paloma y un gato). De suerte que Adamsberg espera un asesinato y no se equivoca. Es a partir de la primera víctima degollada que comienza su investigación oficial.

Los personajes secundarios son bastante excéntricos, por no decir caricaturescos. Entre ellos se encuentra Mathilde, una famosa zoóloga marina que se dedica, en su tiempo libre, a seguir desconocidos que le llaman la atención. De hecho, ella ha perseguido al hombre misterioso en su peripecia nocturna y alega su total inocencia, refiriéndose a la insignificancia del sujeto que dibuja los círculos azules.

Charles Reyer es un hombre que perdió la vista once años antes de conocer a Mathilde. Este personaje misterioso y agresivo atrae, quizá científicamente, a Mathilde quien le ofrece arrendar un departamento vecino al suyo. Así, este personaje entra en la acción y en la pesquisa del comisario. Al mismo tiempo, otra arrendataria vecina de Mathilde, Clémence, de avanzada edad, ayuda a la zoóloga en la clasificación de sus diapositivas. Clémence, durante su tiempo libre, manda anuncios a los periódicos para concertar citas a ciegas y terminar con su soledad. Su rutina se alimenta de los fracasos diarios, pero no claudica y religiosamente acude a las citas para volver, luego, borracha de decepción y alcohol.

Según Briguitte Leguen, quien analiza la obra de Fred Vargas en Las damas negras…, uno de los elementos que caracteriza las obras de Vargas es la ausencia de elementos extraliterarios o más bien, la ausencia de una crítica a la sociedad. Este aspecto de su obra es buscado por la autora de manera consciente. Vargas afirma, citada por Loguen, que “hace varias generaciones, en Francia, la novela policiaca refleja la realidad. Se trata de describir la vida tal como es. Yo lo que quiero es describirla tal como la podemos soñar”. Por eso mismo, según Leguen, la divagación, la ensoñación y el acercamiento a lo poético están orientados a creación de un universo autónomo. Es probable que eso justifique a los personajes estrafalarios que habitan en sus novelas y vuelva más verosímiles los mundos singulares de Vargas.

En resumen, con la obra de Fred Vargas se instala un mundo que no acepta la realidad extraliteraria y, al mismo tiempo, posee reglas propias que nuestra lógica tal vez no toleraría. Como señala Leguen “Fred Vargas elige para su novela policiaca el enigma, con su consiguiente investigación. Digna heredera de un padre surrealista entiende el enigma como un espacio en el que todo es posible, la realidad, la imaginación, la ensoñación, delirio, deseo, pulsión…”

Probablemente cabe preguntarse qué mensaje se asoma al omitir la realidad en los relatos y al presentar este diálogo entre la exageración y lo increíble.

Donna Leon: Muerte en la Fenice a ritmo de Vaporetto

Donna León Nació en Nueva Jersey el 28 de septiembre de 1942 y vive en Venecia desde 1982. Como afirma Josefina de Andrés Argente, quien se encargará de analizar la obra de Leon en Las damas negras, ella es bastante polifacética: ha trabajado como guía turística; ganó un torneo importante de tenis; dio clases de literatura inglesa y norteamericana en Estados Unidos, Europa, Asia; y es experta en música barroca y en ópera. Escribió su primera novela a los 48 años y lo que la motivó fue su deseo de “matar” a un director de orquesta alemán al que le tenía antipatía.

Aquel director de orquesta inspiró a la víctima de su novela Muerte en la Fenice. De hecho, la historia comienza en el entreacto de la ópera La Traviata, cuando el artista, Helmut Wellauer, ha sido asesinado.

En este momento aparece Guido Brunetti, un comisario de Venecia, quien, antes de elaborar una hipótesis (la que podría obedecer a algún prejuicio y desviar, de esta forma, la investigación) se dedica a conocer a la víctima por medio de los testimonios de los personajes que lo conocían y que trabajaban con él. El detective quiere indagar en las causas del asesinato y también el entorno del director de orquesta.

Poco a poco se va construyendo la personalidad de la víctima y, como se puede sospechar, no es muy positiva la imagen que se va armando a partir de los testimonios. Vemos abuso de poder, un pasado oculto que evidenciaba una relación bastante estrecha con el nazismo, homofobia y más características y hechos condenables que se acumulan en su curriculum vitae.

Al comprar la novela, le pregunté la librera qué opinaba acerca de la autora y específicamente de la novela. Ella me comentó que la encontraba algo lenta, pero que estaba bien. En cuanto a esa opinión que comparto, pienso que la novela no puede ser de otro modo, porque el ritmo de los paseos de Brunetti por Venecia -a velocidad de vaporetto- acompaña las reflexiones, dudas, ideas, hasta que nos encontramos casi en las últimas páginas sin la resolución del enigma.

Ahora, el desenlace es tan sorpresivo como verosímil ya que no solamente explica las circunstancias de la muerte, el o la culpable y el móvil, sino que expresa el asombro y espanto por parte del comisario Brunetti, quien corrobora su percepción pesimista de la realidad.

En este sentido, según Josefina de Andrés Argente, el crimen se sitúa en una realidad muy compleja donde es difícil establecer un juicio categórico acerca de lo aceptable o inaceptable desde un punto de vista social y moral. Por lo anterior, esta ambigüedad y el pesimismo enmarcan la obra de Leon dentro del género negro. De modo que, a diferencia de Fred Vargas, la literatura no se convierte en una evasión o en una creación de ciudades atemporales o en universos autónomos, sino que, según Josefina de Andrés, se muestra una radiografía crítica de la sociedad, con un lente de aumento en los grupos de poder que inspiran la propagación de la novela negra.

Julia Guzmán Watine es escritora y profesora viñamarina. Estudio Letras y Pedagogía en castellano en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es magíster en literatura latinoamericana y chilena de la Universidad de Santiago de Chile. Participo en diversos talleres de narrativa. Ha publicado las novelas Juegos de villanos (Vicio Impune, 2018) y La conjura de los neuróticos obsesivos (Espora/Rhinoceros, colección “La Otra Oscuridad”, 2020).

En la fotografía principal: Phyllis Dorothy James White. Extraída de sololibri.net

Este artículo ha sido publicado en el décimo tercer número de la revista que puede ser adquirida a través de su sitio web trazasnegras.cl

https://www.youtube.com/watch?v=X__1wDLicCw . Novela policiaca escrita por mujeres
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