Lo que no se quiere ver: árboles nativos para limpiar imagen de empresas en el Biobío

Cada vez más empresas utilizan estrategias conservacionistas, como la entrega de árboles nativos en el Biobío, para limpiar su imagen ante la ciudadanía, pese a sus impactos ambientales. El autor de esta columna, aborda cómo la entrega de especies nativas por parte de la empresa minera Aclara, en alianza con la Universidad de Concepción, encaja en esta dinámica.

Por M. Silva 

El sábado 10 de mayo se realizó lo que pudiera denominarse como la «clásica» entrega de especies nativas en las inmediaciones de Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción. Una actividad, a todas luces, llamativa para la población, donde se pueden obtener gratuitamente especies como Araucaria, Roble, Peumo, Pitao, Naranjillo y Arrayán.

El hecho, de por sí, se enmarca en la conmemoración del Día del Ingeniero Forestal, y es relevante como un espacio proclive para la educación ambiental y concientización sobre las especies nativas en Chile. Sin embargo, se solapa un espacio que empresas utilizan para ser respaldadas por la población local, apelando a un enfoque conservacionista.

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El caso icónico lo representa la empresa minera Aclara, la cual posee un amplio historial de cuestionamientos emanados desde procesos ambientales anteriores y su tramitación actual de un proyecto de extracción de tierras raras que pretende instalar en los cerros de Penco.

Fue la propia empresa minera, como historia  de instagram, informó de su presencia en la actividad. Pero tampoco era necesario ser un seguidor de su red social para saberlo; anteriormente la empresa ha participado de esta convocatoria, y el 10 de mayo contó con un despliegue en un stand, donde mencionó que era parte de una alianza colaborativa con la Facultad de Ciencias Forestales, facilitando 2.000 especies para donación.

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De igual forma, la desde la Vicerrectoría de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio, señalaron que el espacio servía para recibir no solo un árbol nativo, sino además información de unidades universitarias, servicios, organizaciones civiles y otras entidades relacionadas con el cuidado de las especies, la sustentabilidad y la salud global».

En ese paraguas de «las otras entidades relacionadas con el cuidado de las especies» debería entrar la empresa minera, supuestamente. Esto, pese a la guerra sin cuartel mediática que se vive contra quienes se oponen al proyecto extractivo en Penco. Más aún, con la colaboración de medios de comunicación que pareciera ser que tienen una obsesión con las especies nativas, toda vez que cuestionan las observaciones ciudadanas y de organismos técnicos que se preocupan por cómo el proyecto pudiera afectar el hábitat de especies como naranjillo, queule, pitao, entre otras.

Hace bastante tiempo la conservación de especies forma parte, también, de las «nuevas» estrategias de empresas extractivas, cooptando y mercantilizando un camino que históricamente ha sido impulsado por organizaciones y comunidades para la defensa de la naturaleza. Es en ese punto donde el cruce entre ambos espacios es preocupante, y donde una casa de estudios como la UdeC, que tiene a gran parte de su estudiantado movilizado, juega un rol abiertamente en beneficio del empresariado.

Ante esto, es importante colocar atención a cómo las empresas han corrido el cerco hacia medidas conservacionistas, y reflexionar acerca del trasfondo que verdaderamente tienen estas medidas, el cual difiere totalmente con el que han planteado diversas organizaciones en comunidades aquí, y en la quebrada del ají.

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