Los cuentos de Gabriela

Por: Gloria Sepúlveda Villa

Entre 1924 y 1928, Gabriela Mistral escribe, en base a los textos de los hermanos Grimm y de Charles Perrault, adaptaciones de clásicos cuentos infantiles. Los textos adaptados, aparecieron en diversas revistas de la ciudad de Bogotá, en Colombia. Muchísimo tiempo después en 2012, la editorial Amanuta, con aportes del Fondo Nacional del Fomento del Libro y la Lectura lleva las adaptaciones de Mistral a las librerías y las acompañan distintos ilustradores que mostraron su visión de las clásicas narraciones infantiles. “La bella durmiente del Bosque” (1928) está a cargo de Carmen Cardemil; “Blancanieve en la casa de los enanos” (1925) contiene ilustraciones de Carles Ballesteros; la “Caperucita roja” (1924) reúne las ilustraciones de Paloma Valdivia y La Cenicienta (1926) recoge la visión de Bernardita Ojeda. Los textos poéticos, cuya adaptación recalca la preciosidad de los objetos que canta, mantiene esa característica del movimiento modernista en el que se inscriben donde la magia y el encantamiento abren las puertas de la percepción infantil.

Cada versión del cuento clásico, viene con un comentario crítico de Manuel Peña Muñoz, especialista en literatura infantil, quien enfatiza en el interés que Gabriela Mistral por la tradición oral. A partir de la rima se logra la retención del relato. Los cuentos clásicos son re- escritos por la poeta que logra configurar una narración poética. La Cenicienta es la Encenizada “Soy la hija del Tizón;/ y la ceniza me cubre hasta el mismo corazón./ El hada va sacudiéndole con el aliento el hollín:/ Cenicienta va quedando/desnuda como un jazmín. La va mirando, mirando y el mirarla es un cubrir/ su cuerpo de velo de oro, amaranto y carmesí./” (15) en el encuentro con el príncipe “Cenicienta tiene miedo/ de oírse la propia voz,/ porque está viviendo un sueño tan perfecto como Dios” (27) hacia el final, cuando la niña calza el zapatito “Y aquella misma mañana/ desposó el príncipe Sol/ a María Cenicienta/veladora del Tizón,/ hija de ninguna madre,/desnudita hija de Dios…/ (30). Blanca Nieve se refiere, específicamente, al paso de la niña por la casa de los enanos, en ese punto de la historia se sitúa la narradora poeta, cuando los enanos regresan notan que alguien ha movido sus objetos, pronto descubren que se trata de una niña: “Corren con sus sietes luces/ los enanos a mirarla,/ y le hacen una aureola grande junto a la cara./- Ay, qué hermosa! –dicen todos-,/ y qué grande, es como un haya./ Y uno le toca las sienes, otro le mide la espalda, y Blanca Nieve, por fin,/ despierta entre la alargada./ Los va mirando, y su risa se desata. (23). Es más, el relato concluye cuando la agotada Blanca Nieve se duerme y los enanos le cantan. Las versiones de los cuentos clásicos escritas por Gabriela Mistral aportan a la literatura infantil el rescate de un patrimonio literario que estuvo relegado y que hoy es posible recuperar y apreciar no sólo a partir de la palabra, sino además, en la ilustraciones, que es también un modo de narrar.
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