Los resultados de las elecciones municipales del pasado 23 de octubre dejaron muchas cosas interesantes de las que analizar, más allá del gran triunfador evidente que fue la abstención y del gran perdedor, que fue la Nueva Mayoría como coalición electoral funcional.
Siguiendo la lógica que se viene dando desde el 2008, las municipales son un prólogo proyectable respecto a las presidenciales del año siguiente, por lo que es presumible asumir un resultado muy favorable a la candidatura de Sebastián Piñera. Y es que la derecha clásica gobernará con una minoría de votos- muchos municipios a lo largo del país, entre ellos gran parte de las capitales regionales, con algunas excepciones, como la más llamativa de ellas: Valparaíso.
El triunfo de Jorge Sharp en el principal puerto del país es sin duda LA gran excepción, que se ha intentado posicionar como un faro en medio de tanta oscuridad. Y es que en un país acostumbrado a sublimar las derrotas, así como en el fútbol, el progresismo intenta transformar a Valparaíso en un triunfo moral, para no reconocer el haber perdido de forma aplastante y sentir que -al menos- se ganó en algo.
No quiero cuestionar aquí en ningún sentido los méritos de Sharp, de hecho considero que la construcción de su candidatura, mediante una primaria con una participación de 5272 votantes puede servir como un ejemplo para los grupos progresistas o de izquierda que quieran tomarse en serio el juego electoral. Pero ésta tampoco puede sobredimensionarse, por intermedio de algunos analistas entusiastas, en ese afán poco honesto consigo mismo que tienen los sectores progresistas -así como la izquierda-, por autoconvencerse como diciendo “ahora sí que sí”, “ahora sí que viene algo bueno, se están dando las cosas”, o como el mismo Sharp ha declarado recientemente: que se trataría de una –literal- “cabeza de playa”; de una supuesta avanzada que viene en camino.
Es por eso que creo que es importante poner paños fríos, pues quienes se plantean en la posición de generar cambios radicales en la sociedad, tienen el deber de hacer un análisis concreto de la realidad tal cual es y no como nos gustaría que fuera. Es decir, de no confundir los deseos con la realidad. En primer lugar, si nos referimos netamente a las cifras, en esta elección hubo 88.154 votantes versus 93.538 en la elección de 2012 en Valparaíso, lo que significa una disminución de 5.384 votos (6,10%) en la misma tónica del resto del país, aunque algo menor, por lo tanto es difícil establecer que se sumaron actores que se habían sentido marginados del sistema como se intenta establecer por estos colectivos políticos de origen universitario, sino más bien fueron -más o menos- los mismos votantes de siempre, tanto quienes lo han hecho por los candidatos independientes o fuera de los dos grandes bloques que ahora supieron ponerse de acuerdo y llevar una opción unificada, como también quienes siempre han votado por la concertación pero decidieron cambiar su voto tradicional y optar ahora por Sharp. Y esto puede deberse a muchos motivos, siendo uno de los principales la debilidad de la opción: Dj Méndez.
Y es que claro, el voto concertacionista (o nuevamayorista si se prefiere) pudo haberse visto poco interesado en apoyar a una figura tan ligada a la farándula, que mostró escasa preparación en los debates y en las propuestas. Además, siendo honestos, veo bastante poco probable, por ejemplo, que el mundo progresista universitario, académicos y estudiantes – público importante en Valparaíso- tradicional por esencia, vote por alguien con tatuajes en la cara y sin educación superior, aunque a algunos pueda parecerles duro. Por otro lado, Sharp, con su buen apellido extranjero, su profesión “liberal”, representa la educación, la buena forma de ser, parecer y expresarse, la preparación técnica, etc.
La Nueva Mayoría también puso de su parte respecto a la fuga de votos y ayudó al triunfo del alcalde electo, fenómeno no extrapolable.
Finalmente, el factor de la campaña en redes sociales que –espontáneamente, no del comando- llamaba a inscribirse con domicilio en Valparaíso para votar por Sharp podría haber ayudado aumentar su cantidad de votos, así como ocurrió en 2012 con Providencia con el fin de sacar Labbé y que no se repitió esta vez. Es un elemento a tener en cuenta para las elecciones de 2020.
Repito que me parece que hay que poner las cosas en su lugar y no sobre-emocionarse, pues quienes se plantean transformar la sociedad, necesitan tener un análisis lo más apegado posible a la realidad y por ende no se puede pensar que es el triunfo de una estrategia el conseguir UN municipio de 346, pues es cuando un caso se repite cuando se puede hablar de un hecho, una alcaldía conseguida no es más que parte del mismo margen de error del sistema.