Los trabajos solitarios se relacionarían con tener una existencia miserable

"No hay trabajo malo, lo malo es tener que trabajar", decía Don Ramón en el mítico programa humorístico mexicano, El Chavo. El trabajo como fuente de la infelicidad ha sido una temática desde que el trabajo ha existido como una imposición, es decir, desde la propia esclavitud. A siglos de la desinstitucionalización del trabajo esclavo y la renovación de la mirada del trabajo asalariado como algo positivo para la civilización humana, el laburo, la pega, la chamba siguen siendo, al día de hoy, una rica fuente de estudios sobre la infelicidad, el sufrimiento y los problemas psíquicos de los seres humanos. Incluso un ranking ha sido publicado en diversos medios señalando los cinco o los siete más infelices, entre los que estarían los Repartidores, Camioneros, Guardias de seguridad, Trabajos con horarios nocturnos y de Atención al cliente. Te puede interesar: La soledad estaría asociada con un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson El ranking citado fue elaborado a partir de estudios de Harvard que "miden" la infelicidad de los seres humanos relacionándola con su trabajo. En este caso, incide en esta autopercepción la persistente condición de soledad en la que viven quienes deben trabajar en la civilización más desarrollada de la historia de la humanidad. Los trabajos que requieren poca interacción humana y no ofrecen oportunidades para construir relaciones significativas con los compañeros de trabajo tienden a tener a los empleados más infelices, encontró el estudio, Trabajos tediosos, solitarios, con largas jornadas y poca paga. Aunque los enfoques de este tipo de estudios parecieran creer que quienes tienen esos trabajos, los escogen y no lo contrario, es decir que esos trabajos estén destinados para un porcentaje de la población. Ya hace más de cien años, los primeros sindicalistas anarquistas luchaban por 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 horas... para lo que se les ocurriera al obrero. Pero ahora nos debatimos con una sociedad que hace que incluso el ocio se transforme en un trabajo. Es decir, la sobreexplotación en este avanzado planeta no ha desaparecido. Hay autores de moda que vuelven a problematizar la explotación del hombre por el hombre con ciertas variantes, como Byung Chul Han cuando habla de la sociedad del cansancio. Pero en fin, es el mismo asunto: el trabajo, tal como originalmente se concibió, sigue siendo hasta nuestros días una tortura.
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Los trabajos solitarios se relacionarían con tener una existencia miserable