Por Colectivo Crisis
La más reciente película del artista y cineasta francés Felix Blume Luces del desierto es un documental sobre el terror sonoro que se puede descubrir en el desierto mexicano. Una suerte de cartografía del sonido usada como dispositivo para contar una historia común sobre las luces nocturnas que habitan en las áridas tierras campesinas del México actual.
Este mediometraje está disponible en la cuarta edición online del festival internacional de no ficción: Frontera Sur realizado en Concepción.
En esta construcción antropológica sobre las luces nocturnas, por medio de los relatos de los habitantes se va hilvanando una historia en torno al origen de la luz envuelta en mitos y leyendas en un centenar de pueblos: Waldley, Lavaderos, Charcas, Coyotillos, Guadalupe, entre otros en la desértica zona de San Luis Potosí, México. Es la búsqueda de esos relatos antiguos que provienen de la historia indígena, donde ciertas personas, en su mayoría mujeres ancianas, dominan las artes oscuras. O sea, es un trabajo sobre las tradiciones ancestrales que guarda un territorio, pero en el fondo, guarda relación con el inconsciente colectivo del continente. En todos los territorios rurales se cuentan narraciones sobre las artes tradicionales de dominar la magia oscura. Es una historia universal, capaz de conectarse con la vivencia de todos, ahí radica su calado antropológico.
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Un aspecto a destacar es el cuidado trabajo de los planos, rodados magistralmente. La cámara que permanece en la oscuridad va captando la vida de los habitantes: súbitas apariciones lumínicas y nocturnas, las brasas ardientes de una hoguera, linternas de cazadores, fuegos artificiales y el paisaje de cactus errantes bajo el resplandor de los rayos de la tormenta. Todo está conectado a la voz en off de las experiencias que han tenido los habitantes con las luces mágicas: sus reflexiones sobre los orígenes, quienes las encarnan y cómo se transforman. Una verdadera cartografía visual y sonora sobre un territorio mágico del desierto mexicano.
El documental también hace una reflexión a la pérdida de las tradiciones orales, las cuales están siendo suplantadas por las tecnologías. El no diálogo entre generaciones que poco a poco va mermando la magia de los relatos antiguos, la existencia de estas luces mágicas.
Porque la fuerza de la magia no sólo se encuentra en el peso del relato, también en la perduración de la creencia de las generaciones. Los relatos de los mitos y las leyendas -como enseñó Claude Leví-Strauss- tienen la energía necesaria para explicar y organizar el mundo, para estructurar la sociedad; la pérdida de esto implica necesariamente la desintegración social de las comunidades.
Para terminar, solamente queda recomendar este bello trabajo, que nos invita a pensar los hechos y miedos nocturnos desde otro lugar, no como vivencias negativas, sino como constructos culturales que nos ayudan a afianzar nuestras relaciones humanas por medio del lenguaje.
Algo que por estos días pareciera ya no tener sentido.