Por Alejandro BaezaStar Wars, o “La guerra de las Galaxias” como se conoció en sus primeros años en el mundo hispanohablante, es una de las más grandes franquicias del cine comercial hollywoodense. Una historia que construye su éxito masivo, en buena medida, al llenar de arquetipos psicológicos y mitológicos un relato con muchos efectos especiales.
Luego de una muy mala trilogía (episodios 7, 8 y 9) con montón de merchandising y poco de guion, es con The Mandalorian, protagonizada por el chileno hijo de exiliados Pedro Pascal, donde finalmente lograron reencantar a una audiencia decepcionada. La serie vive su momento más alto luego de un capítulo cierre de temporada con una inesperada sorpresa y lleno de una emotividad padre-hijo pocas veces vista en este tipo de producciones.
Si bien uno de los puntos principales a lo largo de la saga ha sido tomar la temática de las películas clásicas de vaqueros y samurai para ambientarlas en una guerra espacial contra una dictadura galáctica, uno de los ejes centrales que trasunta a cada una de sus entregas constantemente ha sido la paternidad.
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Y es que en cada una de ellas, la relación padre/madre - hijo/hija es uno de los aspectos más importantes: El sacrificio de la madre de Anakin para conseguir su libertad de la esclavitud en el Episodio I; intento de éste por salvarla y el deseo de ser padre mediante la clonación en el episodio II; el episodio III nos muestra la lucha de Anakin por evitar la muerte de Padmé embarazada de sus hijos; el episodio IV la vida del joven Luke bajo la sombra y queriendo seguir los pasos de legado mítico de un padre ausente del que sólo conoce relatos; la revelación del padre malvado así como los intentos del hijo por redimirlo en los episodios V y VI respectivamente; así como los mensajes en código de un padre secuestrado a su hija para destruir la Estrella de la Muerte en Rogue One; y un padre y una madre ejecutados políticos en en la serie Rebels.
Sin embargo, Mandalorian introduce un nuevo tipo de relación padre-hijo que jamás había sido abordada en Star Wars, pero que es una de las más importantes y fuertes: La que no tiene lazos sanguíneos, donde se elige ser padre y se elige ser hijo mutuamente. A lo largo de los 16 capítulos de esta serie, Mando -quien también fue un niño huérfano- y Grogu (o “Baby Yoda”) van construyendo lentamente una relación de mutua confianza y afecto, que termina por convertirse, sin darnos cuenta, en un amor filial.
La elección de ser padre es un acto que vemos a diario y forma parte de la gran diversidad de familias que existen, que todos y todas conocemos o quizás hasta formen parte. Desarrollar una paternidad o una maternidad es una construcción y no necesariamente un imperativo biológico, por ello es que debe ser deseada, siempre.
La historia de Mandalorian además de mostrarnos que no basta con ajusticiar a un tirano para acabar con las estructuras dictatoriales, que siguen operando y que son más difíciles de acabar que la simple vida de un dictador, es la de un padre haciendo todo y dejando su vida por su hijo, desde traicionar sus propios dogmas, hasta el entregarlo a un tercero para un futuro mejor. “Padre es el que cría” es un dicho del todo cierto, y al fin en Star Wars ese tema es zanjado.
Puedes ver The Mandalorian en la plataforma de streaming Disney+ o algunas opciones gratuitas (recomendado bloqueador de publicidad)